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  • Almaceneros: "Necesitamos una ayuda del gobierno, estamos en crisis"

    » Elterritorio

    Fecha: 06/10/2025 21:44

    Desde el Centro de Almaceneros advierten que muchos comercios de barrio luchan por mantenerse abiertos, mientras cumplen un rol social clave en la comunidad. lunes 06 de octubre de 2025 | 16:29hs. En las calles de Posadas, los almacenes de barrio siguen siendo un refugio cotidiano para vecinos y vecinas, un espacio donde se consigue un kilo de arroz, tapas de empanadas o simplemente una conversación. Sin embargo, los dueños de estos pequeños comercios enfrentan hoy una situación crítica, marcada por la caída de ventas, el aumento de costos y la incertidumbre económica. Ismael Ortigoza y Darío Rodríguez, referentes del Centro de Almaceneros de Posadas, relatan con crudeza la difícil realidad que atraviesan. “Está difícil. Está difícil. Sí, se está terminando la era de los almaceneros viejos”, dice Ortigoza, y destaca que quienes alquilan locales son los más golpeados: “Eso se está terminando, porque no hay venta, no hay plata en la calle”. El panorama actual ha transformado los hábitos de consumo. Antes, los clientes compraban para la semana o la quincena; hoy adquieren sólo lo imprescindible día a día. “Ahora la gente vive el día a día. Y ya no hay más esa delicadeza de primera marca”, explicó Rodríguez. Incluso aquellos que pueden pagar más, advierten los almaceneros, constituyen una minoría: “Los que ganan un millón, un millón y pico, están un poco bien. Pero el 80, 70% de la gente cambió el hábito de vida, cambió todo. La comida, todo cambió”. A pesar de la crisis, los almaceneros buscan soluciones para mantener la calidad sin encarecer demasiado los productos. “Los productos que vendemos son siempre de buena calidad, es buena calidad. Tenemos, por ejemplo, el arroz. Ahora hay infinidad de marcas y son buenísimos”, señaló Ortigoza. Pero las restricciones económicas del público generan que muchas veces los pequeños comerciantes vendan con márgenes reducidos: “Antes le poníamos 30, ahora le bajamos el 20 por ciento, porque tenemos un gasto fijo. Y lo que más nos complicó a nosotros, los pequeños comerciantes, es la luz. La luz y los alquileres y los impuestos, que no nos dejan crecer. Ahora es el momento de mantenernos, nada más mantenernos”, expresaron intranquilos. La ayuda concreta del Estado es otro desafío que preocupa. Los almaceneros piden créditos blandos y asistencia urgente: “Ahora es el momento para que el gobierno nos preste atención a nosotros… Que el señor gobernador se fije en nosotros. Tenemos que hablarnos, porque por ahí a lo mejor nos da un crédito si sabe cómo estamos trabajando. Y nosotros lo que queremos es una ayuda. Sinceramente, nosotros vamos a pagar. Pero ahora es el momento que necesitamos trabajar todos juntos”, expresó Ortigoza. El almacén, una institución Más allá de la venta, los almacenes representan un pilar social para la comunidad. Rodríguez subraya su valor histórico y humano: “El almacén es algo histórico… por el rol social que cumple, el del vecino que viene, conoce, charla un rato, se entera las noticias. El rol social que el gobierno dejó de prestar. La misma gente viene y te manifiesta que necesitan cosas, que no le alcanza. ¿Y quién es el psicólogo? El almacenero”. En un contexto de creciente soledad y aislamiento, la función social del almacenero se intensifica. Ortigoza agrega: “Hoy por hoy, el almacenero se mantiene nada más. Se mantiene bajo sus aranceles, su ganancia. Por ahí dejó de pagar algún tipo de impuesto. Está buscando la distinta alternativa, en segunda marca, en tercera marca, como para que le alcance a todo el mundo”. A pesar de los obstáculos, la esperanza se mantiene viva en quienes llevan décadas en este rubro. “Yo creo que no va a terminar nunca porque trabajamos en familia. Yo ya estoy hace 50 y pico de años. Estoy por tirar ya la toalla y vengo de la herencia de mi mamá, que nos crió con el kiosco. Pero creo que en poco tiempo va a haber mejoría. Tengo la esperanza, ojalá, que se arregle todo esto. Para la mejoría de nuestros nietos”, expresó Ortigoza. Los almacenes, además de sostener la economía familiar, cumplen un rol social que va más allá de la venta de productos. Son espacios de contención, de información y de cercanía. En ellos se resuelven pequeños problemas cotidianos, se escuchan historias y se construyen vínculos. Ortigoza resume con un poco de emoción: “El almacenero es el psicólogo del barrio… hay mucha gente que necesita que se le venda el pastelito, la empanada o el pollo para sus actividades, como las rifas. Para festejar los quince de su hija, por ejemplo. Y ahora encima se habla mucho de salud mental. Ahí es donde veo el rol social del almacén”. Hoy, los almaceneros de Posadas esperan un gesto del gobierno: un crédito, una reunión, un reconocimiento a su labor. “Lo que necesitamos es crédito blando, que nos dé hasta el 10 y vamos pagando. Con eso reponemos, pagamos, compramos la mercadería y de ahí sacamos para los impuestos. Y bueno, seguir trabajando con fe y esperanza. Eso creo que se va a lograr. Hay que sacar adelante la institución”, concluye Ortigoza, mientras mantiene viva la llama de un oficio que no sólo vende productos, sino que sostiene barrios y memorias colectivas.

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