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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 05/10/2025 11:20
Se cumplen 443 años de la muerte de Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús o Santa Teresa de Ávila. Teresa, descendiente de judíos conversos, nació en Gotarrendura el 28 de marzo de 1515 y murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Algunas fuentes difieren en la fecha de su muerte y la datan el 15 de octubre, dado que coincide con la transición del calendario juliano al gregoriano en España. Monja y escritora mística, en 1562 Teresa fundó el primer convento de Carmelitas Descalzas – Convento de San José – en Ávila. Posteriormente, junto con San Juan de la Cruz, fundó la Orden de los Carmelitas Descalzos. Fue beatificada en 1614, canonizada en 1622, declarada patrona de los escritores católicos españoles en 1965 y proclamada doctora de la Iglesia Católica en 1970. En una época en que la Iglesia sospechaba de las mujeres místicas y las consideraba propensas a la inestabilidad emocional, ella argumentó que las mujeres podían alcanzar la perfección espiritual y desempeñar diversos roles. Fue investigada por la Inquisición, pero no encontraron nada en sus escritos que pueda ser considerado herético. Bernini y la escultura barroca En Roma, a 650 metros de la iglesia de Sant ‘Andrea y a 500 metros de la iglesia de San Carlino a las que nos referimos en esta hoja el 7 de septiembre pasado, en la modesta iglesia de Santa María della Vittoria diseñada por Carlo Maderno, se puede apreciar una de las maravillas más fascinantes del arte barroco: el grupo escultórico “El Éxtasis de Santa Teresa” en la Capilla Cornaro, obra de Gian Lorenzo Bernini finalizada en 1652. Esta obra de arte es mucho más que una escultura aislada que puede localizarse de manera aséptica en la sala de cualquier museo; es más bien un intento de brindar una experiencia integral a través de la fusión de la escultura y la arquitectura, dotadas a su vez de efectos lumínicos; diseñada ex profeso de esa manera para conmover al espectador y reforzar la devoción religiosa en una época de crisis espiritual. Encargada por el cardenal veneciano Federico Cornaro para su capilla funeraria, la obra centraliza la figura de Santa Teresa de Ávila en un momento de éxtasis místico, mientras un ángel la atraviesa con una flecha dorada. Pero lo que hace única a esta creación es su articulación perfecta con el espacio arquitectónico que la contiene, convirtiéndola en un exponente supremo de la expresividad barroca al servicio de la Contrarreforma católica. La capilla y el grupo escultórico son la misma cosa, en la que cada volumen es inescindible del espacio que lo contiene. El teatro sagrado y la ilusión de levitación Imaginemos acercarnos a la capilla: la luz natural filtra desde arriba a través de una ventana oculta, iluminando rayos dorados de bronce que parecen descender del cielo, ambientando dramáticamente la escena. Santa Teresa yace en una nube de mármol blanco, su cuerpo contorsionado en un paroxismo de placer y dolor, con el rostro extasiado y los ojos entrecerrados. El ángel, con una sonrisa juguetona, sostiene la flecha que simboliza la transverberación descrita en las visiones de la santa. Bernini concibió esta representación como un teatro sagrado, donde los miembros de la familia Cornaro, a los lados de la capilla, observan la escena desde balcones como espectadores privilegiados. Esta táctica escénica torna difusos los límites entre la ficción artística y la realidad, predisponiendo al observador a participar emocionalmente en el milagro que tiene ante sí. La estructura de la capilla, con su nicho profundo y una cúpula elíptica, enmarca la escultura como un altar viviente. Los mármoles de varios colores en las paredes y el piso contrastan con el blanco puro de las figuras, creando un efecto de levitación que hace parecer que Santa Teresa flota en el aire. Esta ilusión óptica, potenciada por la luz dirigida, no solo realza la expresividad emocional de la obra, sino que también simboliza la elevación espiritual, un tema central en la mística católica. El arte barroco como instrumento de la Contrarreforma El Barroco emergió en el siglo XVII como una respuesta artística de la Iglesia Católica a la Reforma Protestante, en el marco de la Contrarreforma. Tras el Concilio de Trento la Iglesia buscó reconquistar a los fieles perdidos ante el avance del protestantismo, que rechazaba las imágenes y los sacramentos católicos en favor de una fe más austera. Para contrarrestar esto, el arte barroco se convirtió en una herramienta propagandística: teatral, sensorial y emotiva, diseñada para emocionar y convencer. En este contexto, Bernini, encarnó el ideal barroco: un arte que no solo decora, sino que persuade y consolida la fe, a través de una apelación que privilegia lo emocional por sobre lo racional, mediado por la intensa y dinámica percepción sensorial. La expresividad barroca, con su énfasis en el movimiento, la luz y la emoción, sirvió perfectamente a estas estrategias. En contraste con el equilibrio estático y racional del Renacimiento, el arte barroco privilegia el desequilibrio dinámico, el drama emocional y lo infinito. En “El éxtasis de Santa Teresa”, esta expresividad se manifiesta en la fusión de elementos: la arquitectura enmarca la escultura, la luz pinta la escena, y todo converge para evocar una visión celestial. Todo esto no era mera ornamentación; era un arma en la batalla ideológica y religiosa. Al hacer tangible lo divino, la Iglesia reafirmaba su autoridad, invitando a los fieles a una inmersión sensorial que contrastaba con la sobriedad protestante. Recepción crítica y vigencia contemporánea No todos los críticos saludaron la obra. Simon Schama la describió como «el espectáculo voyeurista más asombroso del arte… que flota en el límite entre el misterio sagrado y la indecencia». Dany Nobus la calificó como «una representación sacrílega desvergonzada” y «un ejemplo típico de los excesos deplorables del arte barroco». La crítica de arte victoriana Anna Jameson la condenó diciendo que «incluso aquellos menos puritanos en asuntos de arte, aquí tirarían gustosamente la primera piedra.» Ernst Gombrich, en cambio, considera que “si comprendemos que una obra de arte religioso, como el altar de Bernini, puede legítimamente emplearse para provocar sentimientos de fervorosa exaltación y de transportes místicos, debemos admitir que Bernini logró este propósito de forma magistral. Dejó a un lado, deliberadamente, cualquier limitación para conducirnos a una cima de emotividad a la que nunca habían llegado los artistas. Si comparamos el rostro de su desfallecida santa con cualquier obra realizada en los siglos anteriores, encontraremos que ha logrado una intensidad en su expresión que nunca se había conseguido en el arte hasta entonces”. Nosotros podríamos agregar, quizás, que tampoco se consiguió posteriormente. El propio Bernini habría expresado que se trataba de su obra cumbre. En nuestros días el “Éxtasis de Santa Teresa” sigue siendo motivo tanto de devoción religiosa como de deleite estético y de curiosidad intelectual, y se erige como un testimonio imperecedero de la eterna necesidad del arte frente a las tendencias contemporáneas que lo niegan o desprecian, que van desde un consumismo vacuo y frívolo hasta la barbarie reaccionaria de fundamentalismos iconoclastas. Fuentes: Burgos Madroñero, Manuel. «En torno a Santa Teresa de Jesús.» Dialnet. n.d. http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2571289.pdf. Gombrich, Ernst. La historia del arte. Buenos Aires: Sudamericana, 2007. White, Katie. «Is Bernini’s Baroque Masterpiece the Most Controversial Religious Artwork of All Time?» artnet. 2025. https://news.artnet.com/art-world/bernini-the-ecstasy-of-saint-teresa-2659785.
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