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  • Preocupa la disminución de personal a cargo de la ESI en las escuelas del departamento Gualeguaychú

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 04/10/2025 21:12

    En Argentina, la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral Nº 26.150 (ESI), se sancionó en Argentina el 4 de octubre de 2006. Esta normativa garantiza el derecho de niños, niñas y adolescentes de escuelas públicas y privadas del país, a recibir conocimientos precisos y confiables sobre su cuerpo y sexualidad, así como también promueve la igualdad y los comportamientos responsables. Sin embargo, casi dos décadas después, en un contexto de reducción de personal, cambios en las políticas públicas, cierre de programas relacionados y disputas culturales que atraviesan de lleno la vida cotidiana en las aulas, cabe preguntarse ‘¿Cuál es la situación de la ESI en las escuelas?’ En Gualeguaychú, la Educación Sexual Integral ha tenido tiempos mucho mejores. La reducción del personal técnico y la discontinuidad de algunos programas que la acompañaban hacen que la implementación en las escuelas sea más complicada, según explicó Alejandra Nahir Fripp Lozano, quien coordina desde 2019 los equipos departamentales de ESI. “Trabajo con la coordinación de ESI, situaciones complejas y consumo problemático. Somos dos personas por departamento. El dispositivo está presente en todo Entre Ríos y hay una coordinación central del Consejo General de Educación de la que dependemos”, detalló Fripp Lozano. Puede interesarte Para garantizar la ESI, cada escuela debe contar con un “Proyecto ESI” propio, establecido por una resolución que asegura que todos los estudiantes accedan a contenidos de educación sexual integral adaptados a su contexto. “Esta herramienta piensa cómo garantizar el derecho a la educación sexual integral de cada estudiante del departamento. Se trabaja junto a supervisores de todos los niveles y modalidades”, explicó. Fripp Lozano señaló que actualmente hay menos personas para sostener estas políticas, en comparación con años anteriores. “Antes estaba presente el plan ENIA, un programa interministerial de prevención de embarazo no intencional en adolescentes, con equipos de educación, salud y desarrollo social. Había acompañantes pedagógicas, consejeras que capacitaban a personal de salud, asesoras de salud integral y un equipo comunitario para trabajar con adolescentes no escolarizados. Hoy, en la departamental, somos solo dos personas, y eso limita lo que podemos hacer”, comentó. El impacto de esa reducción es tangible: “Si somos más, se pueden generar más instancias de capacitación y la ESI estará más presente y actualizada. Esto permite que las escuelas tengan un acompañamiento más cercano y que los contenidos lleguen de manera efectiva a los estudiantes”, añadió. A pesar de los recortes, los equipos siguen trabajando para mantener la ley activa en las escuelas. Fripp Lozano relató que durante el año realizaron capacitaciones en las ocho localidades del departamento, abordando prevención de consumo problemático, trata de personas, grooming y violencia entre pares. “Hicimos encuentros con policías para pensar propuestas pedagógicas que atiendan a la prevención de estos delitos y para trabajar la virtualidad y el uso de pantallas. Todo esto es gratuito y para todos los niveles y modalidades”, explicó la profesional. Además, subrayó la importancia de las capacitaciones en derechos sexuales y reproductivos, educación en igualdad y prevención de violencia de género: “Se intenta acercar la ESI a los equipos para que se garantice el derecho de la mejor manera posible, trabajando con salud mental y con los CAPS cuando es necesario”. Puede interesarte La especialista reconoció que todavía existen resistencias, aunque advirtió que suelen ser producto del desconocimiento. “Hay personas que no entienden de qué se trata la ESI. Muchas veces el rechazo tiene que ver con la ignorancia, con desconocer la ley”, explicó. Para Fripp Lozano, la clave es mantener el diálogo con familias y comunidades para que comprendan que la Educación Sexual Integral busca prevenir y garantizar derechos, no imponer ideologías. Sobre cómo se puede evaluar el impacto de la ESI en los estudiantes, la coordinadora señaló que cada proyecto institucional cuenta con criterios de evaluación. “Por ejemplo, si los contenidos fortalecen vínculos saludables o si los estudiantes se sienten habilitados para preguntar, eso indica que la escuela es un espacio seguro para dialogar sobre sexualidad. No tenemos cifras exactas, pero los docentes observan cambios concretos en las aulas, como el reconocimiento de la diversidad o la erradicación de ciertos prejuicios que antes estaban naturalizados”, amplió. Fripp Lozano destacó que estas observaciones permiten ajustar las prácticas y fortalecer lo que funciona. “Si un estudiante puede nombrar las partes del cuerpo por su nombre y entender la soberanía sobre él, eso es un indicador de que la ESI está cumpliendo su objetivo”, resaltó. A pesar de las dificultades, Fripp Lozano aseguró que el compromiso con la aplicación de la normativa se mantiene intacto. “Trabajamos con mucho compromiso. La disposición está, aunque seamos pocos. Si pudiéramos contar con más personal, podríamos llegar mejor a todas las escuelas, generar más capacitaciones y garantizar la ESI de manera más completa”, concluyó.

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