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Concordia » Entre Rios Ahora
Fecha: 04/10/2025 19:25
El gobernador Rogelio Frigerio se fundió en un abrazo con el presidente Javier Milei en su visita a la ciudad de Paraná. Fue en el lobby del Howard Johnson Mayorazgo, donde se alojó el primer mandatario en tránsito desde Santa Fe, donde tuvo un paso fugaz. Con una concentración que creció en calor y en participantes entre las 10 y las 12, unos cuatrocientos militantes y simpatizantes del presidente Javier Milei pudieron -como en la campaña electoral de 2023- acercarse al ahora jefe de Estado, en la zona del Puerto de Santa Fe. Una suerte de «estrategia del tero» permitió que los partidarios del gobierno nacional se separen de una contramarcha que fue a la zona del centro a lo contrario: repudiar al presidente. Es que el canto de las redes sociales (como el ave criolla) señalaba como escenario para un acto con Milei la intersección de la cortada Falucho y la Peatonal San Martín. Allí fueron temprano menos de 50 personas que una hora después con la llegada de dos colectivos de Rosario y delegaciones de la ciudad de Rafaela y Santo Tomé, más los locales que también crecieron en número, en casi un centenar dejaron la zona de bares de la peatonal y caminaron por calle Primera Junta y luego por Tucumán hacia el puerto. «Está en el hotel del puerto» se les dijo a los embanderados con el color violeta o las insignias del nuevo partido que desde el poder de la Casa Rosada crea el oficialismo: La Libertad Avanza. Bajo el Sol de las 11 llegaron hasta Los Silos donde los primeros militantes y simpatizantes, de un modo más que ordenado aceptaron cada una de las instrucciones de la custodia presidencial y de las fuerzas del Estado Nacional que custodian el Puerto. No había dentro de la estación fluvial santafesina patrulleros ni uniformados de la Policía de Santa Fe que quedó sobre Alem y en parte sobre la peatonal rodeando un coqueto pero vacío gazebo blanco y a un par de militantes que se quedaron donde se había indicado inicialmente que sería la concentración: de paso orientaban a los santafesinos que fueron a la peatonal en busca de vivar, tocar o al menos tomar una foto a «el Javo». Eran unas 200 personas, detrás de una valla metálica desmontable las que se reunieron cuando arribó en caravana, con un cortejo de motos y sirenas de móviles de la Prefectura Nacional Argentina, con sus inciales (PNA). Los libertarios quemaron cartuchos de humo lila y repitieron sus gits sobre aquello de que «la casta tiene miedo» y cambiaron la letra de un cántico kirchnerista para ordenar: «saquen al pingüino del cajón para que vea, que los pibes cambiaron de idea» y ahora respaldan las «ideas que trajo el León». La fábula (que alguna vez en los ’80 reivindicaba las luchas por la democracia) se completa ahora con el siempre vigente culto a la muerte, tan propio del peronismo. Frente al lobby del hotel de una camioneta bajó el presidente que lucía una campera de cuero, de la que asomaba otro abrigo. Para entonces había no menos de 30 grados sobre el asfalto de zona de arribos, donde otros pasajeros ocasionales también aprovecharon a curiosear. Entre que Javier Milei bajó del móvil y caminó unos pasos a toda prisa hasta las puertas de vidrio que se abren automáticamente pasaron solo unos minutos, que fueron suficientes para estrechar manos, repartir besos y ser una y otra vez fotografiado. Desde la comitiva presidencial, que lo cuidó sin mayores inconvenientes gracias al vallado, se veían solo rostros sonrientes, cánticos y pantallas de celulares. La contramarcha había quedado en la zona céntrica, lejos. Pero también allí se demoraron partidarios de Milei que con el correr de los minutos supieron del cambio de escenario para un encuentro partidario que no puede ser calificado bajo los términos tradicionales de un acto político. Acaso la concentración de campaña electoral pueda ser comparado con la previa de algún festival de música masiva (por tantas camperas de cuero podría ser de rock según los gustos de otras épocas ajenos al clima subtropical de Santa Fe), donde mandan el deber de los gritos agudos femeninos y también los cánticos que normalmente se aprenden en una cancha de fútbol o alguna fiesta de 15, había ciertamente mucha gente joven. En ese paréntesis entre el arribo de la caravana presidencial y su salida una hora después con rumbo a Paraná se produjo la salida de otras figuras deseadas por los cientos de simpatizantes y militantes, además de dirigentes. Romina Diez fue la más aplaudida y vitoreada. A una indicación suya precedió la quita de las vallas con lo que los cuatrocientos o más partidarios del oficialismo pudieron acercarse más y saludarla y tomarse con ella fotos. Obviamente, el jardín que rodea al hotel sufrió las consecuencias. Antes de que la custodia presidencial a las órdenes de los organizadores del acto quitaran las vallas había un ordenado escenario de público y dirigentes políticos. En ese marco hubo fotos con el rostro angelical de Iñaki Gutiérrez que se mostró muy predispuesto y cariñoso con las personas que le pidieron cientos de selfies que él mismo tomaba con los retratados a sus espaldas, lo mismo que con las imágenes de la diputada nacional Lilia Lemoine y su blanca palidez. Vestía de un modo calculadamente sencillo, y portaba una mochila plateada que parecía demasiado para su espalda. Con información de El Litoral De la Redacción de Entre Ríos Ahora
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