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» Diario Cordoba
Fecha: 03/10/2025 13:49
Fundada en 1922 en el corazón de Montilla-Moriles (Córdoba), Bodegas Toro Albalá es uno de los grandes referentes del vino andaluz. Reconocida internacionalmente por sus icónicos Pedro Ximénez de larga crianza —auténticas joyas enológicas— la bodega ha elevado el arte de los vinos generosos a un nivel de culto. Sus vinagres gourmet, elaborados con el mismo cuidado artesanal, son apreciados por chefs y amantes de la alta gastronomía en todo el mundo. Ahora nos presenta sus nuevos proyectos en las colaboraciones con los vinos del Bierzo, IMALIA y los whiskies Michel Couvreur. La filosofía de Toro Albalá combina respeto por el legado histórico y búsqueda constante de nuevas expresiones del vino. Esta visión los ha llevado a salir de su tierra natal y explorar otros horizontes vitivinícolas de España. Un ejemplo es IMALIA, su reciente colaboración en El Bierzo, donde, junto a viticultores locales, han creado vinos singulares que capturan el carácter atlántico, la mineralidad y la riqueza histórica de esta región. Con estas expansiones, Toro Albalá reafirma su compromiso con la autenticidad y la excelencia, demostrando que la innovación puede ir de la mano del respeto al terruño y la tradición. Hablamos con Antonio Muñoz, adjunto a dirección de las Bodegas Toro Albalá. - Este proyecto en El Bierzo parece tener mucha alma. ¿Qué llevó a Bodegas Toro Albalá a salir de Montilla-Moriles para aventurarse en estas tierras? La filosofía de Toro Albalá siempre ha sido un equilibrio entre el profundo respeto por nuestro legado de más de un siglo y una inquietud, una búsqueda constante de nuevas expresiones enológicas. No se trata de abandonar nuestras raíces, sino de enriquecerlas. Esa curiosidad nos llevó a explorar otros grandes terruños de España, y El Bierzo nos cautivó. Nos encontramos con una región de una riqueza histórica inmensa, con un carácter atlántico y una mineralidad que ofrecen un contraste fascinante con nuestro soleado sur. Vimos la oportunidad de aplicar nuestra filosofía de trabajo, centrada en la autenticidad y la excelencia, en un entorno completamente nuevo y desafiante. Fue un impulso natural para seguir creando vinos singulares. - ¿Cómo definirían el espíritu de Imalia y su conexión con el lugar? El espíritu de IMALIA es, sencillamente, el espíritu de El Bierzo embotellado. No hemos ido allí para imponer un estilo, sino para interpretar una zona singular. Su conexión con el lugar es total. Cada botella busca capturar la esencia de esa tierra: la frescura que le imprime el clima atlántico, la estructura que le otorgan sus suelos de pizarra, y la profundidad que solo pueden dar las viñas viejas que han crecido allí durante generaciones. IMALIA es un vino que habla de su origen con honestidad, un reflejo fiel del carácter berciano a través de nuestra visión de la excelencia. - ¿Qué importancia tuvo la colaboración local para arrancar este proyecto? Fue fundamental. No se puede entender un proyecto sin la colaboración mano a mano con los viticultores locales. Nosotros podemos aportar nuestra experiencia centenaria en la elaboración y crianza de vinos, pero el conocimiento profundo, casi íntimo, de cada parcela, de cada viña y de cómo se comporta el clima en esa zona, lo tienen ellos. Son los guardianes de ese patrimonio. Esta colaboración ha sido una simbiosis: ellos nos aportan la mejor uva y la sabiduría de la tierra, y nosotros, nuestra visión para crear vinos que expresen ese potencial al máximo. Es un proyecto basado en la confianza y el respeto mutuo. - Los vinos Godello, 3 parcelas, La Naveda y Teso Rubio parecen muy ligados a parcelas concretas. ¿Cómo eligieron estos parajes? La elección fue un proceso meticuloso, casi de orfebrería vitícola. Confirmamos desde el principio que el camino era trabajar con parcelas muy específicas, porque ahí reside la verdadera riqueza de El Bierzo. La selección a mano de Fátima Ceballos junto con viticultores de la zona, se basó en varios pilares: primero, el consejo insustituible de los viticultores, que conocen cada rincón de la comarca. Segundo, un estudio exhaustivo de los suelos, la altitud, la orientación y la edad del viñedo. Buscamos viñas viejas, a menudo en laderas pronunciadas, que nos dieran poca producción pero de una calidad y concentración excepcionales. Cada paraje fue elegido por su capacidad de contar una historia única, de aportar un matiz diferente al conjunto del proyecto. - ¿Qué mensaje les gustaría que el consumidor reciba al probar un vino Imalia? Nos gustaría que, al cerrar los ojos y probar una copa de IMALIA, el consumidor sienta que viaja a El Bierzo. Queremos que perciba la autenticidad de un vino ligado a su terruño, que note la frescura atlántica y la mineralidad de la pizarra. Es un mensaje de pureza y de respeto por el origen. Y también, es una invitación a descubrir cómo la tradición y la innovación pueden ir de la mano para crear algo nuevo y emocionante, un vino que es a la vez un clásico y una novedad. - Respecto a los whiskies Michel Couvreur, ¿qué objetivos comparten ambas casas? En Toro Albalá y Michel Couvreur, compartimos una obsesión: el tiempo y la artesanía. Nuestro objetivo común es la búsqueda de la excelencia a través de la crianza. Michel Couvreur es mundialmente conocido por su maestría en el envejecimiento de whiskies en botas de vinos de generosos andaluces, y nosotros somos referentes en la crianza prolongada de nuestros Pedro Ximénez. El objetivo es unir estos dos mundos para crear un producto único. Compartimos la filosofía de que la calidad no se puede apresurar y que el recipiente de crianza —nuestras botas de roble americano que han contenido joyas enológicas durante décadas— no es un mero contenedor, sino un ingrediente activo que transforma y ennoblece el producto final. - Ambas marcas hablan de artesanía y respeto por la tradición. ¿Qué aprendizajes han intercambiado entre el mundo del whisky y el del vino generoso? Ha sido un diálogo fascinante. Nosotros hemos aprendido de ellos la precisión casi científica del mundo del destilado, el arte del maestro mezclador para conseguir perfiles complejos a partir de distintos espirituosos. A su vez, ellos han profundizado en el 'alma mater' de la crianza: nuestras botas. Han podido comprender de primera mano cómo un vino generoso como nuestros Pedro Ximénez impregnan la madera durante décadas, dejando una herencia de aromas y sabores (higos secos, café, cacao, etc.) que luego se transfiere al whisky de una forma irrepetible. Es un intercambio sobre cómo el tiempo y la madera actúan de forma diferente pero complementaria en dos líquidos nobles. - ¿Cómo planean posicionar este producto en un mercado tan competitivo y exigente como el del whisky y el vino de alta gama? Nuestro posicionamiento se basa en la singularidad y la escasez, no en el volumen. Este no es "un whisky más acabado en barrica de PX". Es un whisky de un productor de culto envejecido en botas únicas de una bodega centenaria, cuya trazabilidad y calidad son incuestionables. Lo posicionamos como un producto para el verdadero conocedor, tanto del whisky como del vino, que busca una historia auténtica y un perfil de sabor extraordinario. La distribución será muy selectiva, enfocada en tiendas especializadas y alta hostelería donde el valor de la artesanía y la colaboración se pueda comunicar y apreciar adecuadamente. - ¿Qué matices únicos pueden esperar los amantes del whisky y el vino de esta alianza? Los amantes del whisky descubrirán una nueva dimensión de complejidad. Más allá de las notas habituales, encontrarán la densidad, la untuosidad y la riqueza aromática de nuestros Pedro Ximénez más viejos: notas profundas de pasas, chocolate negro, frutos secos, ahumados, torrefactos y un final casi eterno. Para los amantes de nuestros vinos, será una experiencia fascinante reconocer el alma de Toro Albalá en un destilado, ver cómo nuestra identidad aromática se expresa en un nuevo universo. En definitiva, pueden esperar un producto de una complejidad y elegancia sublimes, una verdadera joya líquida que sintetiza lo mejor de dos mundos artesanos.
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