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  • El River de Gallardo reapareció para amargar a Racing por un gol de Salas en un clásico picante y está en semifinales de la Copa Argentina

    » Clarin

    Fecha: 03/10/2025 01:20

    Si alguien pretende saber qué significa jugar con los dientes apretados puede mirar el partido entre River y Racing y sacar sus conclusiones. También puede comprender a la perfección el famoso juego de la segunda pelota y del ataque directo. ¿Juntar diez o más pases en cualquiera de los campos, sea propio o rival? Ni cerca. No fue la idea de Marcelo Gallardo ni tampoco de Gustavo Costas. Entonces, en el Gigante de Arroyito se produjo el festival del pelotazo. Y no fue bello el duelo, hay que decirlo. Pero fue uno de los más apasionados del año. Foto Marcelo Carroll - CLARIN Dos faros: en River, Salas; en Racing, Adrián Martínez. Ellos, amigos inseparables desde sus días en la Academia y ahora en veredas opuestas, fueron los destinatarios de todas las pelotas largas. Sí, ambos tienen que haber terminado el duelo con dolores hasta en los cordones de los botines. Y una rareza: Racing se acomodó mejor a ese juego directo, pero fue River el más peligroso. Los esquemas estuvieron espejados con un 4-3-3 por lado. Y fue el elenco de Núñez el que pegó primero con una corrida de Facundo Colidio a espalda de Facundo Mura para el posterior centro de gol a Maximiliano Salas, que no gritó su gol por respeto, muy a pesar de que lo habían silbado y le habían gritado “traidor” a lo largo de la tarde. ¿Cambió River el libreto a partir del gol? Difícil saberlo con certeza, pero la sensación es que la idea era la que se observó más allá de ese gol tempranero del Mencho. Esperó el equipo de Gallardo, no presionó. Se plantó con su bloque en la mitad de la cancha y dejó que Franco Pardo y Nazareno Colombo manejen la pelota. Los circuitos de pases se cerraron, sí, pero Racing sabe casi como ninguno jugar al pelotazo y entonces se repitieron los envíos para Maravilla y para Tomás Conechny, que ganó mucho. Lucas Martínez Quarta se tuvo que vestir de bombero varias veces porque Juan Portillo y Lautaro Rivero perdieron más de lo que ganaron en el aire. Los apoyos de los volantes académico fue más intenso. Y desde ahí se impusieron los de Costas, a tal punto que el Muñeco mandó a Portillo a la cueva para armar un 5-2-3 promediando la primera parte. Maravilla, que se la pasó simulando y le metió un codazo a Portillo que merecía la roja, tuvo dos claras: en una se impuso Franco Armani y en la otra la tiró a un costado después de una buena corrida en retroceso de Martínez Quarta. Lo mejor de River fueron las apariciones de Colidio. A espaldas de Mura, el ex Tigre se hizo un festín. Incluso estuvo cerca de festejar con dos disparos desde afuera. Antes, le había servido el segundo a Salas, que falló el mano a mano con Facundo Cambeses. Y ya sobre el final, el Mencho casi festeja con un remate cruzado que se fue cerca. Foto Marcelo Carroll - CLARIN Gallardo ajustó para el complemento con el ingreso de Nacho Fernández por Juanfer para armar un 5-3-2. Ese movimiento de pieza terminó por ser clave porque la Academia ya no se impuso. Es verdad también que los de Avellaneda sintieron el desgaste de tantos partidos. Se paró atrás River como pocas veces en el ciclo de Gallardo. Racing se repitió en pelotazos. Hubo peleas en todos los sectores de la cancha y Maravilla se fue antes a las duchas por doble amonestación. ¿Fútbol? Menos que en el primer tiempo. No contragolpeó River ni se impuso la Academia en el juego de la segunda pelota. La fiesta estuvo en las tribunas.

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