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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/10/2025 16:44
La soja se ha convertido en objeto de disputa entre Estados Unidos y China, ahora con la Argentina metida dentro de esta grieta(Gob.Argentina) Ayer fue un día particular para el presidente Donald Trump. Podría decirse que tomó plena conciencia de la importancia de la soja en la economía del farmer estadounidense, y comprendió que ahora sí el horno no está para bollos. Ahí entran en escena dos novedades íntimamente vinculadas con la oleaginosa. Por cierto, una de ellas involucra a la Argentina. Trump se reunirá con Javier Milei a mediados de octubre para ultimar los detalles del paquete de ayuda financiera del que hablaron oportunamente pero, según informa Reuters, las tensiones por las exportaciones de soja de nuestro país a China amenazan con complicar el acuerdo que involucra 20.000 millones de dólares. La ayuda estadounidense a la Argentina ha generado controversias incluso entre algunos miembros del mismo partido de Trump, luego de que “el país sudamericano desviara miles de millones de dólares en soja a China”. El malestar perdura a pesar de que en su momento el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, ubicó al gobierno de su país trabajando con la Argentina para ponerle punto final a la eliminación temporaria de derechos de exportación para una serie de commodities, según dijo entonces y se comprobó después. Reuters subraya que tanto los precios de los bonos argentinos en dólares como la propia moneda local se recuperaron la semana pasada tras el anuncio de Bessent, pero han caído desde entonces, en parte debido a la falta de detalles sobre el apoyo prometido por Estados Unidos. “Persiste la preocupación por una crisis de liquidez, al tiempo que los analistas afirman que las elecciones intermedias de octubre podrían implicar un riesgo para el gobierno argentino”. FOTO DE ARCHIVO: Todo indica que los temas vinculados con la soja serán motivo de análisis en la próxima reunión entre Donald Trump y Javier Milei. REUTERS/Al Drago/File Photo El punto es que a pesar del fulminante final del tax holiday, el tema no ha pasado a un segundo plano. Es más, el respaldo estadounidense parece haber causado enojos en el círculo íntimo de Trump. La semana pasada, Associated Press capturó una imagen de Bessent leyendo un mensaje de texto que parecía ser de la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, quien calificó el acuerdo de desafortunado. “Rescatamos a la Argentina, y a cambio ellos eliminaron sus aranceles a la exportación de granos, reduciendo su precio y ubicando una gran cantidad de soja en China, en un momento en que normalmente estaríamos vendiendo nosotros“. Los negocios formalizados por exportadoras argentinas con el gigante asiático –serían unos 2.6 millones de toneladas- se consideran un duro golpe para los agricultores estadounidenses, que están perdiendo miles de millones de dólares en ventas a mitad de su temporada alta de comercialización por la falta de un acuerdo definido con Beijing. Por cierto, China sigue sin comprar una sola tonelada de soja originada en el país de las barras y las estrellas. La propia secretaria de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, criticó la asistencia de Trump a nuestro país en medio de la crisis de ventas de soja que soporta el suyo (Reuters) Un analista brasileño reconoció que sin los aranceles de castigo, las molturadoras chinas deberían apresurarse a comprar granos estadounidenses para el trimestre noviembre-diciembre-enero. Por esta razón, y por su impacto económico, la soja se ha convertido en un tema muy sensible para el productor estadounidense. El punto es que ya se ha tirado demasiado de la cuerda, y parece que Trump lo entendió. Newsweek coincide en que la oferta de la Casa Blanca para apuntalar la economía argentina ha provocado la ira de agricultores y legisladores, quienes la consideran un uso imprudente de los recursos estadounidenses. Los farmers ven a la Argentina como un competidor y creen que Estados Unidos debería priorizar a sus propios agricultores antes de ofrecer su colaboración a otros países. “¿Por qué Estados Unidos ayudaría a rescatar a la Argentina mientras esta se apodera del mayor mercado de nuestros productores de soja?“, exagera el senador de Iowa Chuck Grassley. “Deberíamos privilegiar la ayuda a nuestra debilitada economía agrícola”, enfatiza. Por su parte, Julie Fedorchak, asegura que “este es un trago amargo para los productores de soja de Dakota del Norte que represento”. Este estado sufre particularmente la ausencia de China como comprador; hay una cuestión logística que lo deja sin muchas otras chances. Hay mucho malestar entre los farmers estadounidenses por el apoyo de Trump a la Argentina y las ventas de esta a China (Reuters) En las áreas agrícolas de Estados Unidos creen que la movida argentina aumenta la presión negativa de China sobre la soja del país. Grassley explica que Beijing sigue golpeando a Estados Unidos con un arancel de represalia del 20 %. Si bien algunos aliados de Trump fuera de la administración respaldan la ayuda a la Argentina como parte de una estrategia geopolítica, a sus bases les parece incompatible con la idea de poner a Estados Unidos primero. Desde luego la oposición es mucho más dura. Una senadora demócrata dice entender por qué el presidente Milei quiere que el pueblo estadounidense financie su rescate, pero no comprende por qué a Estados Unidos le conviene ayudarlo. Otros creen que para el país del norte sería mucho mejor expresar su apoyo a la dolarización de la economía argentina. Pasado en limpio, parece difícil que nuestro país pueda mantener un elevado nivel de ventas de soja a China si pretende el préstamo del Tesoro estadounidense. Se supone que es uno de los temas que va debatirse fuertemente en la reunión de mediados de octubre. La historia de la soja en Estados Unidos tuvo otra noticia clave el último miércoles. El poroto seguía sin hacer pie en Chicago y dejaba en el camino otros USD 2 en la posición cercana, pero el final de la rueda lo sorprendió con una ganancia superior a USD 4. Es que Donald Trump puso por escrito las palabras mágicas y la mala onda se aplacó en el mercado de la Ciudad de los Vientos. No quiere decir que las tribulaciones de la oleaginosa hayan terminado, pero la sangría se detuvo, al menos por ahora. FOTO DE ARCHIVO. Trump prometió intentar el restablecimiento del flujo de soja estadounidense hacia China, en su próxima reunión con Xi Jimping . REUTERS/Kevin Lamarque Como suele suceder, el presidente de Estados Unidos apeló a un posteó en las redes para transmitir lo que exactamente querían escuchar los farmers. “La soja será el tema de conversación más importante cuando me reúna con Xi Jimping en cuatro semanas. Nuestros productores están siendo lastimados porque la nación asiática no compra soja estadounidense. Hemos hecho mucho dinero con las tarifas, y una parte de eso irá a ayudarlos. Jamás los dejaremos caer”. Por cierto, va en contra de lo que poco antes indicaron legisladores republicanos reunidos con el embajador de Estados Unidos en China, David Perdue. “China no comprará productos agrícolas estadounidenses en un futuro próximo, y lo hace intencionalmente. No esperamos que cambien esa postura porque es parte de una estrategia a largo plazo", declaró el senador Mike Rounds, republicano de Dakota del Sur, tras la sesión informativa de ayer. Para el país de las barras y las estrellas, la soja es el principal producto de exportación a China, que suele reservar cerca del 60 % de sus necesidades anuales de poroto estadounidense antes del 31 de octubre. Esta vez la cifra es cero, nada de nada. Los asiáticos tenían sus planes esperando la embestida de Trump, y el poroto es un arma magnífica de negociación. Y de presión, como está a la vista. China suele reservar cerca del 60 % de sus necesidades anuales de soja estadounidense antes del 31 de octubre, pero hasta ahora no ha anotado nada (Reuters) Hasta acá se habían enumerado muchas cuestiones comerciales en los diálogos que han mantenido ambos líderes de las dos primeras potencias mundiales, sin la más mínima mención a la oleaginosa, clave para sostener las cuentas del farmer. Parece que esta vez será distinto. En Estados Unidos se estila confiar en la palabra del presidente. Chicago acompañó ayer, pero ahora esperará ver para creer, Trump tiene por delante dos desafíos por enfrentar: arreglar con Xi Jinping compras importantes de soja estadounidense, y ver de qué forma ayuda a Milei sin que ventas importantes de soja argentina a China pongan en su contra a una parte clave del electorado. Nada sencillo por cierto.
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