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  • Valentina Otero, de La Voz Argentina: “Sentía que mi forma de ser estaba mal”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 01/10/2025 02:46

    Valentina Otero no solo deslumbra por su versatilidad vocal, también conquista con una presencia escénica que combina sus dos grandes pasiones: la música y la actuación. Pero además, hizo historia en La Voz Argentina: se convirtió en “la mujer más robada” por los coaches. Su recorrido fue tan cambiante como emocionante: comenzó en el equipo de Miranda!, luego pasó al de Lali y finalmente fue elegida por La Sole. “Uno nunca se espera seguir pasando, menos que te salven o te ‘roben’ tantos coaches. Creo que eso es lo que hace tan única la experiencia; valoraron cosas distintas de mí en cada performance y eso me emocionaba mucho”, contó Valentina, actriz de teatro musical de apenas 23 años y una de las participantes más singulares del certamen. En cada gala, el público y los coaches asistieron al ir y venir de Valentina por los distintos equipos: “Entré a la audición pensando, bueno, si se da, se da y si no, está buenísimo igual. Toda esta experiencia para mí es bizarra y hermosa, nunca la esperé”. Para la joven artista, cada paso fue un vaivén emocional: “Siempre trato de cantar como si fuese la última vez. Porque puede ser la última. Cada performance fue un poco de despedida y de agradecimiento por estar ahí. Es un privilegio”. Sin embargo, detrás de los aplausos y la exposición televisiva, también apareció la otra cara de la fama: el hate en redes sociales. Los comentarios negativos de algunos usuarios no pasaron desapercibidos para Valentina y, en cierto modo, le hicieron revivir recuerdos de su época escolar, marcada por la soledad y la dificultad para conectar con sus compañeros. — ¿Cómo manejás las expectativas mientras avanzás en la competencia? — Las metas que me voy poniendo son siempre pasito a pasito. Uno sueña con romperla y seguir pasando, pero trato de avanzar a paso corto para no engolosinarme tanto, siendo bastante realista con todo lo que tenés que hacer. Fotógrafo: Gastón Taylor — ¿Qué sentías al estar al borde de la eliminación y al ser “robada” para seguir en el juego? — Es como estar casi en el medio de un precipicio emocional. Siempre trato de cantar como si fuese la última vez porque tal vez lo es. Las perfos ahí son como un poco de despedida y agradecimiento por el espacio. — ¿Cómo te impactó el hate y la exposición en redes sociales durante el certamen? — Encontrarme con este mundo de la exposición de las redes fue un golpe, tanto para bien como para mal. Está buenísimo el chute de adrenalina que te da, siento que me inspiró un montón. Pero el otro lado te apaga un poco; recibir tantos comentarios ajenos a veces te busca y te apaga. Me recuerdan a mi infancia cuando yo no me quería y cuando yo no quería ser como soy. Cuando no podía conectar y pensaba que mi forma de ser estaba mal. — ¿Te afectan los comentarios negativos sobre tu forma de ser o de actuar en el escenario? — Me estuvieron diciendo que “a La Voz se va a cantar y no a actuar”. Pienso que toda la música tiene un mensaje, y los artistas interpretamos mensajes, sea lo que sea. Creo que el trabajo de cada artista es interpretar mensajes para pasarlos a través del tapiz de vida que tenemos. La música emociona, y cuando uno la interpreta, la vive en serio, eso es lo que trato de hacer en cada performance. Hay que vivir y transitar las canciones, no solo cantarlas. Fotógrafo: Gastón Taylor — ¿El hate te hace sentir que tenés que demostrar más que el resto? — Uno tiende a tratar de demostrar, pero no creo que deba ser así. Deberíamos estar satisfechos con lo que hacemos. Aprendí a no estar tan pendiente de lo que dicen los demás y meterme más en mi mundo. — ¿Sentís que sos autoexigente con vos misma? — Sí, soy autoexigente. Muchas veces me han dicho que no a cosas muy importantes que quería hacer. Los tomo como un impulso, como un “ok, no quedé por tal o cual cosa, lo voy a trabajar y tratar de mejorar”. Pero creo que lo importante es sacarle el lado negativo al “no” y pensar que si esto no se da, es porque hay otra cosa mejor que me espera. — ¿Cómo enfrentás la presión de no ser elegida o de no cumplir las expectativas? — Estoy acostumbrada a que me digan que no, en teatro musical y en la vida. Es exponerte al no, al rechazo… y el trabajo es transformar eso en fortaleza. — ¿Creés que el rechazo puede convertirse en una herramienta para crecer? — Siempre trato de mejorar con cada “no”. Pienso que es una oportunidad de cambio y aprendizaje, de autoexigencia positiva para reinventarme. — ¿Creés que en algún punto “la Valentina chiquita” sigue sufriendo al ver los comentarios negativos? — No es que sigue sufriendo, sino que le despierta esos momentos de dudar de sí misma. Despierta la herida del rechazo y de querer ser aceptada. Pero ahora me doy cuenta de que no a todo el mundo le vas a caer bien, y está bien. — ¿Cómo lográs reconciliarte con esa parte de tu historia y tu identidad? — Lo más importante es poder permitirse estar mal. Para mí, mostrarme vulnerable delante de los demás es una fortaleza. Así se generan vínculos reales, con otros y conmigo misma.

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