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» Voxpopuli
Fecha: 30/09/2025 09:44
La crisis económica que golpea al país, con sus coletazos en el transporte público, ha transformado la rutina de miles de argentinos. Lo que semanas atrás denunciábamos como una progresiva reducción de servicios de colectivos, hoy se ha agravado a niveles insostenibles. En el área metropolitana de Posadas, que abarca Garupá y Candelaria, el Movimiento de Acción Vecinal lanza una dura advertencia: los colectivos circulan «como un domingo» durante toda la semana, una situación que, según su referente Luis Gilardoni, pasó de ser una excepción a una regla, incluso con un aparente aval municipal. La movilidad, un lujo en barrios alejados Gilardoni sostiene que las modificaciones en los recorridos y la disminución de unidades están afectando de manera desproporcionada a los barrios más alejados, donde la presencia de colectivos se ha reducido drásticamente: de tres unidades habituales, ahora solo circulan dos. «El panorama que tenemos los ciudadanos, los que nos movilizamos en transporte público, cada vez es peor. Antes había una diferencia de 15 o 16 minutos entre un colectivo y otro; ahora puede llegar a 40 o 45 minutos», lamenta el dirigente, pintando un cuadro desolador de la movilidad urbana. El cuestionamiento a las empresas es contundente: aunque sostienen que los horarios picos no están alcanzados por la medida, la realidad de los usuarios es otra. «En esos momentos ponen una o dos unidades más, pero la realidad es que el resto del día se viaja como si fuese un domingo. La gente tiene turnos médicos, trámites, obligaciones laborales en distintos horarios, no solo en hora pico», afirma Gilardoni, exponiendo cómo esta falencia afecta directamente la vida productiva y social de la comunidad. El costo del tiempo perdido: uber y moto uber, la única salida La consecuencia directa de esta reducción de frecuencias es la migración forzada de usuarios hacia alternativas informales como Uber o moto Uber. Gilardoni subraya el sinsentido económico y social: «Vos en 10 minutos llegás al hospital desde Tacuarí, pagando $1.500, cuando el pasaje de colectivo está $1.300. Es más caro, pero te ahorrás dos horas entre ida y vuelta. Eso es lo que no se tiene en cuenta: el tiempo perdido en las paradas». Esta dinámica, generada por la ineficiencia del sistema formal, demuestra cómo los ciudadanos se ven obligados a pagar más caro para no perder tiempo, un bien invaluable en una economía precarizada. Este descalabro también pone en la mira el sistema de subsidios al transporte. El dirigente vecinal plantea la necesidad urgente de revisar su funcionamiento, ya que las empresas siguen recibiendo fondos por unidades que, simplemente, no están en circulación. «Si en vez de tres hay dos, la que no está en la calle, no debería cobrar subsidio», reclama Gilardoni, señalando una posible fuga de recursos públicos en un contexto de servicio deficiente. Descreimiento ciudadano y la necesidad de una solución estructural A pesar de la gravedad de la situación, el Movimiento de Acción Vecinal admite que las convocatorias a movilizaciones no encuentran una gran respuesta. «La gente está cansada, descreída. Se enoja en la parada, se queja, pero después no se moviliza. El termómetro del enojo se refleja en otras situaciones, pero el descreimiento pesa mucho», analiza Gilardoni. Esta apatía, nacida de la frustración crónica, es un síntoma preocupante de la falta de fe en la capacidad de las autoridades y los organismos para resolver problemas fundamentales. En este contexto, la alternativa de transporte informal, aunque con riesgos de inseguridad, se consolida como la única solución. «Muchos de los que hoy hacen moto Uber antes trabajaban en blanco, cobraron una liquidación, se compraron una moto y ahora son monotributistas. No se trata de trabajo totalmente en negro», explica Gilardoni, revelando una realidad de autoempleo precario que florece ante el colapso del sistema formal y la falta de oportunidades. Finalmente, el reclamo es claro: las autoridades deben avanzar en una solución estructural. «El camino no es bajar el precio del boleto, sino volver a la normalidad: que haya las unidades que corresponden y que la gente pueda viajar en el horario que necesita. Lo demás es seguir castigando al usuario», concluye el referente, poniendo en evidencia la negligencia y la falta de visión a largo plazo de una «política de cuarta» que sigue golpeando la calidad de vida de los ciudadanos. (Radio Red Ciudadana)
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