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  • Una vacía corrida de Cuvillo hunde las ilusiones del fin de fiesta en la Maestranza

    » Diario Cordoba

    Fecha: 28/09/2025 19:11

    Ficha del festejo Seis toros de Núñez del Cuvillo, el tercero como sobrero, tras ser devuelto el titular, que flojeó y salió con una cornada en el cuadril izquierdo, desiguales de cuajo y seriedad, y en general sin apenas juego, por una gran falta de celo y de casta. Morante de la Puebla, de azul noche y oro: pinchazo hondo (silencio); media estocada trasera desprendida y dos descabellos (ovación). Roca Rey, de gris y oro: tres pinchazos y estocada delantera (silencio tras aviso); estocada trasera atravesada (silencio). Javier Zulueta, de hueso y oro, que tomaba la alternativa: cuatro pinchazos y estocada (ovación); estocada caída trasera (silencio). Zulueta tomó la alternativa con el toro "Lanudo", nº 31, colorado, de 531 kilos de peso. Entre las cuadrillas, Juan Manuel Quinta destacó picando al quinto; Antonio Chacón, Paco Algaba y Viruta saludaron en banderillas. Tercer y último festejo de la feria de San Miguel, con cartel de "no hay billetes" (12.500 espectadores) en tarde nublada y con lluvia previa al paseíllo. Una muy vacía corrida de Núñez del Cuvillo, que mostró una acusada y generalizada falta de casta y de celo, hundió las ilusiones de los aficionados en el esperado fin de fiesta de la feria de San Miguel, con la presencia en el cartel de dos máximas figuras, como Morante y Roca Rey, y la alternativa de Javier Zulueta, nueva promesa del toreo local. Tanta era la ilusión del público que volvió a llenar los tendidos de la Maestranza que con una fuerte y expectante ovación obligó a la terna a salir a saludar una vez finalizado el paseíllo, sólo que los astados de la divisa gaditana, uno tras otro, fueron desmontando todo el bonito castillo de arena, hasta llevar la tarde al sumidero. El más esperado de los tres matadores era, sin duda, Morante de la Puebla, que volvía a Sevilla tras cuajar una de las mejores campañas de su carrera, pero que, ya para empezar, se encontró con un moruchón sin acometividad alguna que le obligó, sin reparos y tras media docena de infructuosos pases de tanteo, a usar pronto la espada de acero que tomó directamente cuando se cambió el tercio. Así que, ante tantas expectativas, el maestro salió decidido a satisfacerlas con el cuarto, al que saludó con el famoso cambio de rodillas de su admirado Joselito El Gallo, de cuya alternativa en este mismo escenario se cumplían hoy exactamente 113 años. Pero ni el genial de los Gallos hubiera podido hacer mucho más de lo que logró Morante con un anovillado ejemplar que apenas le aguantó seis o siete muletazos. Informal e indefinido el torillo en los primeros tercios, llegó a la muleta con unas cortas y desiguales arrancadas que el de la Puebla intentó ordenar con temple y paciencia, obteniendo, ya en el pases iniciales un sensacional cambio de mano, muy redondeado, que luego, mas allá de las rayas, tuvo una réplica aun más honda y templada en un natural monumental que provocó un inmenso rugido en los tendidos. Pero ya no hubo más: pese a los esfuerzos de Morante por evitarlo, el de Cuvillo logró su deseó instintivo de rajarse y todo quedó en ese dulce pero breve paladeo. También Roca Rey hizo un esfuerzo, solo que con menos resultados plausibles, ante otro lote de muy escaso juego, como el del bastote sobrero con el que la cuadrilla se lució más que el matador, ese que, aun con menos frescura que en otras ocasiones, puso al menos tesón para hacer seguir las telas a un toro que nunca se empleó tras ellas. Y menos aún lo quiso hacer un quinto que no paró de protestar cuando el peruano le impedía tomar su obsesiva querencia de tablas, una vez que, sin fijarlo previamente y contra la lógica, le abrió la faena con las dos rodillas en tierra para pasar así un breve momento de apuro, aunque sin mayores consecuencias. En el balance final, el "cuvillo" de mayores prestaciones de la corrida acabó siendo el primero, el de la alternativa de Zulueta, que brindó su muerte a su padre, uno de los alguaciillos de la Maestranza. Al menos, el fino colorado permitió antes al toricantano lucir con el capote su disposición, tanto en el saludo como en el galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo. Y, tras tomar espada y muleta de manos de Morante, todavía se encontró con un animal que, sin rematar del todo las sólo manejables arrancadas, le permitió armar una faena correcta en las formas pero sin un excesivo ajuste, antes de que cuatro pinchazos anularan cualquier posibilidad de un posible premio. Ya con el sexto, que no tuvo celo alguno, y con la tarde vencida y las ilusiones hundidas, el nuevo matador tampoco pudo sacar mucho de otro más de los seis vacíos ejemplares con que se cerró de manera tan opaca, en festejo mayor, la agitada temporada taurina de 2025 en la Real Maestranza de Sevilla.

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