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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 28/09/2025 15:34
Un grupo de investigación de la UNER desarrolla Interfaces Cerebro-Computadora (BCI) que permiten a personas con discapacidad recuperar funciones motoras y cognitivas sin necesidad de implantes. El Grupo de Ingeniería en Rehabilitación (GIR) es uno de los núcleos de investigación de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (FIUNER), creado en 1994 y pionero en el desarrollo de Interfaces Cerebro-Computadora (BCI) para rehabilitación motora o cognitiva. Su trabajo está dedicado a la aplicación de la ciencia y la ingeniería para el desarrollo de soluciones y dispositivos tecnológicos que asistan a personas con discapacidad en actividades de la vida diaria, como también en la recuperación de funciones físicas y cognitivas perdidas debido a una lesión o una enfermedad. Las tecnologías BCI aplicadas a la recuperación motora y cognitiva dieron que hablar cuando Elon Musk aseguró que Neuralink ya había implantado chips cerebrales (Telepathy) en personas con discapacidad tetrapléjica para controlar un ordenador con la mente. Con resultados comparables a los de Neuralink, pero sin implantes, este avance coloca a la universidad en la vanguardia científica y tecnológica del país. Carolina Tabernig es Doctora en Ingeniería, docente e investigadora de la Facultad de Ingeniería de la UNER y directora del GIR, el cual está integrado por seis docentes investigadores de la Facultad, becarios de CONICET y de universidades extranjeras que trabajan en sus tesis de posgrado y estudiantes de grados que realizan tesis, proyectos finales, adscripciones y pasantías. “Hace ya más de 30 años que los integrantes de este grupo de investigación trabajamos en el desarrollo y aplicación de tecnología relacionada a la neurología y, en particular, a la discapacidad”, comentó Tabernig. Estos últimos años, el GIR estuvo enfocado en el desarrollo y aplicaciones de las interfaces cerebro-computadoras para rehabilitación neurológica. Al respecto, la Doctora en Ingeniería explicó: “Una interfaz cerebro-computadora es un sistema que funciona a lazo cerrado. Si está basada en la señal de electroencefalografía, la registra a través de la colocación de pequeños electrodos sobre el cuero cabelludo. Luego, registra la actividad cerebral del usuario cuando intenta realizar un movimiento, concentrarse, imaginarse o recrearse”. Una vez detectada la intención del paciente, el sistema activa un dispositivo externo –que puede ser un hardware o software– para realizar una tarea específica. La elección de la señal cerebral o paradigma a decodificar y el tipo de dispositivo externo utilizado dependen de los objetivos terapéuticos o de rehabilitación que se busquen. “Hemos trabajado con estimuladores eléctricos funcionales que ayudan a la movilidad de los miembros paralizados de personas que tienen, por ejemplo, secuelas de accidentes cerebrovasculares. Entonces, la persona intenta mover un miembro, esa intención de movimiento es detectada por la interfaz cerebro-computadora y activa un estimulador eléctrico funcional que, aplicando a través de electrodos sobre el miembro paralizado, le ayuda a realizar el movimiento. Por ejemplo, si quiere abrir su mano, el estimulador eléctrico le abre la mano a través de la contracción de los músculos específicos”, agregó Tabernig. Dentro de esta investigación también se desarrolló un software que consiste en una animación computarizada donde un avatar se mueve siguiendo las intenciones del paciente. Estos estudios fueron posibles de evaluar en estudios clínicos: “Esta terapia de intentar y ver que su mano o el reflejo de su mano se mueve (su mano, su pie, etc.), ha demostrado ser eficaz para mejorar la función motora. También hemos desarrollado interfaces cerebro-computadoras para entrenar la atención de las personas con déficit de atención o con deterioro cognitivo. Tenemos en total unas cuatro interfaces cerebro-computadoras con distintos objetivos terapéuticos desarrolladas, y estamos haciendo distintos estudios clínicos. En este último caso, con jóvenes con déficit de atención por medicación o con hiperactividad, con adultos mayores, entre otros”. En la actualidad, el avance de estas investigaciones se encuentran frente a la falta de aportes económicos en medio de un contexto de desfinanciamiento del sistema científico argentino. En ese sentido, la docente de FIUNER manifestó: “Es difícil competir y avanzar a nivel internacional ya que para esto es imprescindible poder exponer tus trabajos con pares y recibir sus aportes. Esto se hace a través de publicaciones que muchas veces son pagas o a través de exposiciones en congresos internacionales a los que es muy difícil asistir por los grandes costos. No estamos teniendo aportes nacionales, sólo los que nos brinda la UNER con los que podemos seguir avanzando. Pero nos está faltando ese intercambio con pares científicos de otros países y que es fundamental para una ciencia de buena calidad”. Finalmente, Tabernig destacó el valor del trabajo científico que se viene realizando y que ha sido reconocido a nivel internacional: “Estamos haciendo ciencia de muy buen nivel, y no sólo por las publicaciones internacionales o las opiniones de los pares evaluadores extranjeros, sino porque esta ciencia la hacemos para nuestra sociedad. Hicimos estudios clínicos en Paraná, en la región litoral, en Buenos Aires. Realmente creo que eso es valioso, que la sociedad sepa que los investigadores estamos investigando para ellos, para ayudarles a mejorar la calidad de vida, a resolver sus problemas. La verdad que es un gusto haber sido apoyados por la UNER todos estos años y esperemos poder seguir creciendo”. Fuente: El Once
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