28/09/2025 14:30
28/09/2025 14:30
28/09/2025 14:30
28/09/2025 14:30
28/09/2025 14:23
28/09/2025 14:22
28/09/2025 14:22
28/09/2025 14:17
28/09/2025 14:15
28/09/2025 14:14
» El litoral Corrientes
Fecha: 28/09/2025 12:36
Especial Carlos Lezcano y Hada Irastorza ¿“La guaina sale a caballo”?, le preguntaban los peones a Jorge Mallea en el campo de Mercedes. La pregunta, sobria y simple, del paisano recibía la respuesta acorde: sí, sale. Así, cada vez que la guaina estaba en la estancia, salía al campo. Al principio, por precaución, le daban caballos mansos. Pero no pasó mucho tiempo hasta que los paisanos se dieron cuenta de que montaba bien, y entonces le asignaban cualquier caballo disponible. Las mañanas comenzaban a las 4:30, cuando ensillaban a la luz del candil para salir antes del amanecer. La larga jornada de trabajo se interrumpía al mediodía para comer algo, y el regreso llegaba recién al atardecer. Loli, entonces y aún ahora, no podía creer que todo eso fuera real. Aquellas jornadas eran un constante descubrimiento, un ir de asombro en asombro en ese universo natural y criollo. A veces, todavía reaparece la imagen de aquella guaina en sus recuerdos: con poncho de lluvia y a caballo, cuando “negraba” en el campo, los truenos retumbaban y la lluvia caía. Entonces se escuchaba una sucesión de sapucay por todas partes, que ordenaba el reencuentro de los jinetes en ese espacio suspendido de los campos correntinos para volver al galope. Al galope. Ahora, mucho tiempo después la guiana es ebanista y su trabajo es sobrio y simple, distinguido como los paisanos. Loli Mallea es la creadora de la urna que contiene las cenizas de los granaderos y de Juan Bautista Cabral que murieron en el combate de San Lorenzo y ahora descansan en el museo de Saladas. ¿Vivís en Buenos Aires pero venías mucho a Corrientes? ¿Por qué? Nací y vivo en Buenos Aires, pero fui toda la vida a Mercedes, porque mi papá trabajó toda siempre allá. Desde chiquita todas las vacaciones acompañamos a mi papá al trabajo, así que me creció el amor por el campo en Corrientes desde muy chica, así que es una pasión fuerte. ¿Cómo crees que influye en lo que haces ahora lo vivido en tu infancia y adolescencia en esas vacaciones en Corrientes? Creo que influye de una manera muy sutil, porque aprendí a ver la tierra, nuestra tierra, de una manera que no se puede explicar, porque cuando tuve que pensar en la obra no me senté a pensar cosas desde una forma de diseñadora, a ver qué voy a comunicar, sino que fue mucho más sensorial. Tenía que ver con los olores de Corrientes. El olor más lindo, el que me gustaba era cuando aparecía el olor del humo y las maderas. Lo que creo, creo desde una sensibilidad que me dió la tierra misma, y por eso no tuve que ponerme un rol de diseñadora. Creo que lo que hago surge de mi experiencia. ¿Y por qué elegiste la madera para trabajar? Por eso, pude elegir el hierro pero no. Soy arquitecta y me di cuenta temprano en la carrera que podría estudiar mucho pero nunca llegaría a construir, y entonces pensaba ¿cómo puedo convertirme en una arquitecta que construye? Y encontré la madera que tiene esta cosa de haber sido viva, de haber sido parte del entorno y que en un momento deja de serlo pero continúa siendo. Y ahí es cuando uno puede transformarla. Y la verdad que es un material infinito para poder aprender y trabajar. Así que me enamoré de la madera. Para seguir metiéndonos en tu mirada sobre el entorno y cómo se traduce en obra. Llama la atención la simpleza de tu obra, las líneas son absolutamente despojadas y simples pero detrás de eso hay un saber hacer que remite a algo muy americanista. ¿Cómo llegaste a eso? Hay algo en diseño o arquitectura, que es siempre buscar la innovación, y la innovación suele confundirse con algo totalmente distinto y tampoco significa que haya que hacer algo que sea supersónico. En un momento empecé a juntar y coleccionar cosas, imágenes del día a día que todos reconocemos. Tienen que haber cosas en el territorio completo argentino que me sirvio y me inspiró. En cuanto a las formas americanas es porque siempre me gustó el barroco americano, formas que nosotros, los argentinos y los países vecinos compartimos por la historia común y permanece en el fondo de nuestras cabezas. Por ejemplo, ¿qué? Por ejemplo en los diseños que siempre hago, son los que están en las estéticas de territorio nuestro. Por ejemplo en las formas de las chimeneas de la casa de un pueblo, o los detalles de la escalera de una iglesia en Molinos de Salta, o los monolitos que vemos en el campo. No son formas que me pertenecen sino que son estéticas de territorio nuestro. Están allí. Loly, y haciendo hincapié en ese saber hacer, contanos tu visión sobre la formación y cómo juega el rol del oficio más allá del estudio académico. Cómo juegan los oficios en tu producción y también darnos tu opinión sobre qué está pasando con los oficios actualmente en Argentina y en el mundo. A mí me pasó que el oficio no lo heredé, sino que tuve que salir a buscarlo. Nosotros sufrimos el gran vaciamiento de las escuelas de oficio durante los años noventa, las escuelas industriales por ejemplo. Entonces, al vaciar esas escuelas y cuando esos maestros y maestras ya no pudieron enseñar a la generación que sigue, que sería la mía (y las actuales, los interesados no tienen de dónde aprender el oficio. Y el oficio tiene la particularidad simple de que es algo que se aprende todos los días de su vida. Podés ir a una escuela 6 años pero tenés que seguir practicándolo siempre. Entonces, lo que está pasando es que faltan las escuelas. Supongamos que quisiera transferir oficio o lo que aprendí, puedo juntarme con alumnos, pero me falta la escuela. ¿Dónde los junto? ¿Dónde están las herramientas? Porque es complicado de verdad esa situación. Yo tuve que inventar mi propia escuela hasta que finalmente encontré un maestro hace como cinco o seis años. No debe ser fácil crecer sin maestros. Sí, la verdad que lo necesitás y también necesitas ver que es posible aprender, porque si vos no ves cómo trabaja un maestro o no ves cómo es un taller, es difícil que un niño o de joven sepa qué te podés dedicar a eso. Porque si no ves a alguien que te inspire o alguien que te enseñe las herramientas y para qué sirve, ¿cómo visualizas eso siendo niño?. Lamentablemente me tuve que ir a Estados Unidos, pasé una temporada allí, vi un taller y dije, ah esto es lo que yo estoy buscando! Acá no dije eso porque acá no lo había encontrado. Volví y hoy por hoy, por suerte, en la provincia, hay un montón de chicos y chicas que abren sus talleres. Hay chicos y chicas soldando, haciendo muebles, pero tenemos que verlo realmente, si no lo ves, no sabrás que es posible. Una vez que tomas la decisión de armar un taller y de aprender el oficio, contanos como es el mercado para el tipo de piezas que producís, que están en una delgada línea entre el arte y lo utilitario. ¿Es sostenible desde la ecuación económica? Para desmitificar la cosa, te digo que ahora, estoy vendiendo piezas que rozan entre el diseño y la obra de arte. Pero tengo cuarenta y cuatro años, y empecé hace como quince, por lo tanto, los primeros años vendía muebles, y era algo mucho más de servicio de interiorismo. Ahí con esos proyectos que eran un poco menos artísticos y más realistas, trabajaba con muebles de casas y empecé a comprar mis primeras herramientas. Es importante saber eso porque al principio hice trabajos más comerciales, eran para centros culturales, muebles para escuelas, proyectos súper lindos, pero con una estructura que me llevó a hacer las primeras herramientas. Cuando tuve el taller y herramientas más o menos en época de la pandemia, empecé a hacer diseños propios, pero me llevó un tiempo. En ese momento tenés que confiar en la sensibilidad de tus clientes, que entienden que las piezas que estás haciendo llevan un poco más de tiempo, que no son inmediatas y que hablan de una cosa un poco más lenta. Pero es complejo y hay que saber conocer a tu cliente. En general, las personas que más me ayudan son los que compran obra porque luego amplifican mi trabajo. Contanos la experiencia del Museo de Cabral. La experiencia fue increíble. Empezamos a hablar el año pasado con Hada que obviamente ya tenía su grupo de trabajo armado. Me emocionó mucho la convocatoria porque admiro y quiero mucho la figura de San Martín y Belgrano porque leo mucho historia argentina del siglo XIX. Entonces trabajar en el proyecto del Sargento Cabral fue una bendición que me cayó. Y en ese sentido, hice bastantes estudios, fui a los museos en Buenos Aires, me puse a buscar y la propuesta de la urna era bastante simple por una cuestión de honrar a la persona del sargento y dejé de lado el ego de ser yo la protagonista. Mi idea fue armar una urna con maderas de todo el país que tenía guardadas y coleccionadas, y entonces hicimos una urna en dos partes, una que es más de madera más blanda que iba a San Lorenzo a recibir los restos, y una activa corriente de madera súper dura de un un lote antiguo que encontré y tiene una base con varios niveles con maderas del sur y el este y el oeste de Argentina. Esa fue la propuesta. La simpleza de la que hablás se luce muchísimo en una casa muy sencilla cómo eran las casas coloniales en este territorio. ¿Qué maderas usaste y por qué? Hay un simbolismo del país abrazando los restos de estos granaderos caídos en el combate de San Lorenzo. El interior, las bases están hechas de cedro, incienso y lenga. La lenga es una madera que viene del sur y es una madera un poco rozadita. El incienso es madera super dura, todas estas vienen del norte, y este justo tenía unas manchas muy grandes y unas marcas. La caja exterior es de guayacán, es super dura, sería de las dos maderas maduras argentinas, que junto al itín, el guayacán, son bien, bien densas. Ese era un lote viejo que había encontrado, era para piso, pero nunca se había usado. Y el interior es una madera de kiri, que es una madera introducida, más blanda. Refleja la idea de país multinacional que tenemos. ¿Eso está encolado, está encastrado, tiene clavos? Tiene algunos que están colados, está encastrado y algunos remaches de bronce, como el único detalle que tiene para los encastres. Son como unas varillitas de bronce y el cierre también está con unas trabitas de bronce. ¿Está pintado? No, tiene unos aceites naturales que se usan para proteger la madera. No quería usar nada muy químico, nada porque hay algo sagrado en el interior. Estuviste presente en Saladas el día que llegó la urna. Contanos tu mirada de esa fiesta. Hubo una parte protocolar y hubo una parte de fiesta más popular. Y me encantaría que nos cuentes qué viste. Fue una fiesta muy larga, empezó después del mediodía, y fue una progresión, una concatenación de alegrías alrededor de la plaza. Desfilaban todas las escuelas, eso fue súper lindo porque cada una a su tiempo expresó su alegría. Todos salieron de sus casas, y sentí que extrañaba eso. Disfruté los desfiles, la comida, el baile, la verdad que estuvo increíble. Se sentía alegría y orgullo de tener al Sargento de vuelta. ¿Cuántos años tenías cuando venías a Corrientes? Tengo fotos gateando. Contame un episodio de esa niña que recordás en el paraje en Mercedes. ¿Hay un lugar que te siga emocionando, que una y otra vez regrese a vos? Tengo dos, uno de muy niña, así que no lo puedo describir, pero era cuando en vacaciones de invierno iba para la escuela rural del campo (porque venía de Buenos Aires) y tenía la experiencia de plurigrado rural y era un mundo infinito, que para una chica de ciudad como yo que vivía en un departamento, de repente el mundo era infinito, era gigante. Esa amplificación del mundo se multiplicaba por mí. Y el otro recuerdo que tengo, es cuando acompañaba a mi papá, él iba en la camioneta y yo iba a caballo con todas las personas que trabajaban en el campo. Ensillamos a las cuatro y media a la luz del candil, porque no había electricidad en esa parte del campo, y volvía a mi casa cuando se ponía el sol, y me acuerdo que no me quería bajar del caballo, volvíamos al galope, éramos como 14, 15, ¡ay, me emociono! Después de un día de trabajo, venían todos con sapucay pleno y no podía creer estar viendo eso. Cuando te escuchaba me vinieron a la mente una serie de pinceles que hiciste, que si no me equivoco estaban en la tienda del Malba, hechos con las crines de caballos correntinos. Sí, los pinceles estos ganaron un Premio Nacional de Artesanías del Fondo Nacional de las Artes. Un orgullo para mí recibir un premio no como diseñadora, sino como artesana, nombre que no me animaba a ponerme a mi misma. Estos pinceles están hechos con distintas técnicas en madera de incienso y con crin de caballos correntinos. ¿Cómo se llamaba el paraje de la escuela y cómo se llamaba o se llama tu papá? El paraje se llama Yuquerí, que es el campo de Santa Clara de Yuquerí, y mi papá se llama Jorge Mallea.
Ver noticia original