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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/09/2025 06:34
Xi Jinping, Vladimir Putin y Kim Jong-un La foto de Xi Jinping junto a Vladimir Putin y Kim Jong-un en ocasión del imponente desfile militar para celebrar el octogésimo aniversario de la rendición de Japón en la ciudad de Chengdu recorrió el mundo como una señal inequívoca de la alianza de estos tres países para forjar un nuevo orden mundial. El protocolo chino caracterizado por la ubicuidad situó a Putin y Kim junto a Xi en el centro del escenario para despejar cualquier duda sobre la trascendencia de la participación de ambos en la ceremonia oficial. El desfile formó parte del relato oficial de la victoria sobre el fascismo representado en este caso por Japón en espejo a la retórica utilizada por la Federación Rusa en la conmemoración el 9 de mayo de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania Nazi en la denominada Guerra Patria de 1941-45. China presenta su lucha contra la agresión japonesa como la “Guerra de la Resistencia del pueblo” bajo el liderazgo del Partido Comunista (PC). El presidente Putin en la misma sintonía con las expresiones de Xi se refirió a la defensa de la patria, a los mil años de historia, cultura e hizo referencia a los héroes que dieron su vida para preservar los intereses nacionales y sus valores tradicionales; expresó que “toda Rusia, la sociedad y todo el pueblo, apoyan la participación en las operaciones militares especiales” en mención especial a la invasión de Ucrania. Las dos versiones sobre el fin de la Segunda Guerra Mundial son parciales, pero tienen el mismo propósito de cohesionar la sociedad y revitalizar el patriotismo en torno a sus líderes. El relato de China omite que el país se encontraba sumido en una feroz guerra civil desde 1927 por el levantamiento del Partido Comunista liderado por Mao Zedong contra el ejército de la República conducido por Chiang Kai-shek. La pérdida de vidas humanas entre las hambrunas y guerras fueron estimadas en 30 millones. La narración rusa tampoco cita los antecedentes del pacto de no-agresión Ribbentrop-Molotov de 1939 que garantizó la retaguardia de Alemania y aseguró el abastecimiento de petróleo y alimentos facilitando el desplazamiento de sus ejércitos hacia el oeste. Las pérdidas rusas en batalla fueron 11 millones y otros 9 de la sociedad civil por hambruna y enfermedades. La reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebrada días antes en la ciudad de Tianjin también permitió un montaje escenográfico para resaltar el poder de convocatoria de China. La OCS tiene 10 miembros a los cuales se sumaron como invitados otros ocho países. En esta ocasión, la presencia de Pakistán e India después de los enfrentamientos militares en el mes de mayo con motivo de las acciones terroristas en Kashmir brindó una oportunidad para que los mandatarios de ambos países participaran en el mismo entorno. Pero la foto principal del evento mostró al Primer Ministro Modi compartiendo con el presidente Vladimir Putin un laxo viaje en automóvil. La grafica pareciera constituir una respuesta a las exigencias de los Estados Unidos de suspender las compras de petróleo ruso para cortar el financiamiento de su maquinaria bélica y forzar la aceptación de negociaciones de paz con Ucrania. Vladimir Putin y Narendra Modi El presidente Xi resaltó su presencia con una nueva iniciativa denominada “Gobernanza mundial” que se suma a la de “Desarrollo Global” presentada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2021 y la de “Seguridad Global” en la Conferencia del Foro de Boao para Asia en abril 2022. Esta serie de propuestas que destacan el dinamismo en política exterior incluye la Iniciativa de la Ruta de la Seda destinada al desarrollo de infraestructura y cooperación internacional. La Cumbre de Trump con Putin en Alaska el 15 de agosto también se vio reflejada en una serie de fotografías que sirvieron para resaltar el dramatismo del encuentro. Trump, quebrando el protocolo, se apersonó para recibir a Putin al pie del avión para marcar el fin del ostracismo del líder ruso como un preludio a las conversaciones entre ambos. Al finalizar la reunión, Trump llamó a los líderes europeos y al presidente Ucrania quienes luego viajaron a la Casa Blanca una semana más tarde reflejando las coincidencias respecto a la caracterización de la intransigencia del líder ruso. Putin hizo lo mismo con Brasil, India, Sudáfrica y China, todos miembros del BRICS, donde encuentra sustento para desafiar a occidente y continuar con su aventura militar. La conmemoración de la victoria sobre el “fascismo” fue el marco que Vladimir Putin y Xi Jinping eligieron para señalar su posicionamiento; escoltados por sus aliados se presentaron como los verdaderos vencedores en la Segunda Guerra Mundial cambiando la narrativa al desplazar a occidente a un papel secundario. Esta nueva versión no solo les sirve para enaltecer los sentimientos de superioridad sino también para justificar sus ambiciones de liderazgo del “sur global” en un mundo quebrado. Los imponentes desfiles militares exhibiendo armamento de última tecnología estuvieron lejos de constituir festejos populares. Por el contrario, recuerdan más las demostraciones de la Unión Soviética durante los tiempos de la guerra fría cuando existía el riesgo de una conflagración mundial. Tanta exhibición de poder, la verborrágica recurrencia al patriotismo y la reivindicación de liderazgos personales vuelven a traer a la memoria el fantasma de regímenes que alguna vez fueron considerados como historia.
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