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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/09/2025 04:45
El informe de la Comisión Warren, fuente de fuerte controversia social y política en Estados Unidos (Library of Congress) Se esperaba un trabajo serio, profundo, esclarecedor, pero terminó siendo un fiasco que despertó la indignación en amplios sectores de la sociedad estadounidense, todavía conmocionada por el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy. El 27 de septiembre de 1964, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Earl Warren, le entregó a Lyndon B. Johnson los resultados de la investigación de la comisión a su cargo sobre el magnicidio perpetrado diez meses y cinco días antes en Dallas, Texas. Eran veintiséis volúmenes y un informe final que el gobierno aceptó sin hacer ninguna objeción, aunque su contenido se caía a pedazos por inconsistente. La Comisión Warren – como se llamó por su presidente – había sido creada por Johnson siete días después de la muerte de Kennedy con la misión concreta de investigar el magnicidio hasta las últimas consecuencias. Encabezada por el presidente de la Corte, fueron convocados a integrarla el ex director de la CIA Allen Dulles, el senador republicano John Sherman Cooper, el senador demócrata Richard Russell, el congresista Hale Boggs, el ex presidente del Banco Mundial John McCloy y quien sería presidente de los Estados Unidos una década después, Gerald Ford. En sus diez meses de trabajo, los miembros de la comisión analizaron 3.154 pruebas – entre pericias, autopsias, informes de balística y documentos secretos - y revisaron las declaraciones de 552 testigos seleccionados entre 26.550 que ya habían sido interrogados por el FBI. Sin embargo, después de una investigación tan exhaustiva, para Warren y los suyos no había puntos oscuros, ni siquiera grises en el asesinato del presidente. El trabajo de investigación de la Comisión Warren dejó más dudas que certezas (Library of Congress) Las conclusiones, que trataban de aventar todas las dudas, fueron que ningún miembro del gobierno estuvo involucrado ni participó de una conspiración para asesinar el presidente y que Lee Harvey Oswald mató Kennedy en una acción solitaria, sin colaboradores ni autores intelectuales que le ordenaran hacerlo. El asesino había atacado al presidente en un estado de desequilibrio mental, sin ninguna motivación de tipo político. Para perpetrar el magnicidio había realizado tres disparos desde el sexto piso del depósito de libros, dos de los cuales impactaron en el cuerpo de Kennedy. Oswald también mató al policía Tippit cuando trataba de escapar. La custodia de Kennedy había actuado con métodos desactualizados, que debían ser revisados para mejorar la seguridad presidencial. Por último, la Comisión concluyó que Jack Ruby también había actuado solo al matar a Oswald dos días después del magnicidio, y que pudo hacerlo debido a la negligencia en la seguridad policial. La polémica sobre la autoría y conspiración en el crimen de Kennedy sigue viva tras más de seis décadas En otras palabras, para la Comisión Warren el asesinato de Kennedy era un caso cerrado, con un solo culpable y sin ningún conspirador. Eso hizo que el informe fuera recibido con una ola de críticas. Se lo calificó de maniobra de encubrimiento e incluso se señaló a sus principales responsables: Allen Dulles, quien estaba públicamente enfrentado con Kennedy por la fallida invasión a Cuba ocurrida en 1961, y Gerald Ford, un hombre muy cercano al director del FBI, Edgard Hoover, desembozado enemigo del presidente asesinado. Cronología de un magnicidio Las reacciones fueron de perplejidad, de enojo y de rechazo. Se creía que la Comisión revelaría los secretos del magnicidio, sus motivaciones y sus verdaderos culpables, pero no revelaba nada de eso. Los hechos eran los que ya conocía todo el mundo y se podían ordenar minuto a minuto del mediodía del viernes 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas: 11.40: John F. Kennedy llegó al aeropuerto Love Field, de Dallas, junto con su esposa, Jacqueline, en el marco de una gira para recaudar fondos destinados a su campaña de reelección. John F. Kennedy, el día de su asesinato en Dallas 11.44: El presidente y su comitiva abordaron un convertible Lincoln Continental descubierto para dirigirse al Trade Mart, donde JFK tenía previsto pronunciar un discurso. El chófer y su acompañante en el asiento delantero eran dos agentes secretos; en los asientos del medio se ubicaban el gobernador de Texas John Connally, en el de la derecha, y su esposa, a la izquierda; en los de atrás, se sentaron Kennedy a la derecha y Jacqueline a la izquierda. 12.29: En el centro de Dallas, el vehículo giró a la derecha en Houston Street, junto a la Plaza Dealy, y luego a la izquierda en Elm Street, frente al depósito de libros de la Texas School. 12.30: En el momento en que la limusina presidencial reducía la velocidad para hacer el giro se realizaron seis disparos, presumiblemente desde el sexto piso del depósito. El primer tiro falló, pero su impacto sobre el asfalto produjo una pequeña lluvia de piedras que hirió a James Tauge, que estaba entre la multitud que esperaba ver pasar al presidente. El segundo disparo – la famosa “bala mágica” – impactó en la espalda de Kennedy y salió por debajo de su garganta, luego siguió su trayectoria y entró en el pecho de Connaly para después salir, impactar en su muñeca y alojarse en su pierna izquierda. El tercer disparo, cinco segundos después, impactó en la cabeza del presidente y le produjo la muerte. La imagen muestra a Jackie Kennedy intentando alcanzar a un agente del Servicio Secreto que se sube al coche para proteger al presidente herido 12.33: Lee Harvey Oswald salió del depósito, donde dejó su fusil, por la puerta principal. Cuando lo encuentren estará armado con una pistola. 13.15: El policía T.D. Tippit se topó con Oswald y lo vio parecido a la descripción que le habían dado del presunto asesino de Kennedy. Cuando intentó detenerlo, Oswald le disparó cinco veces y lo mató. 13.22: La policía encontró, oculto entre una pila de cajas del depósito de libros, el rifle Carcano, modelo 38, de 6.5 milímetros comprado legalmente por Oswald en marzo de 1963. 13.50: Oswald fue detenido en las inmediaciones del Texas Theatre por el asesinato de Tippit. Recién después se lo identificaría como el asesino de Kennedy. 14.38: A bordo del Air Force One, el vicepresidente Lyndon B. Johnson juró como presidente de los Estados Unidos. Lo acompañaba Jacqueline Kennedy, que todavía llevaba puesto el vestido manchado con la sangre de su marido. 24 de noviembre: Jacob Leon Rubenstein, más conocido como Jack Ruby, mató a Oswald en el subsuelo de la Jefatura de Policía de Dallas, cuando iba a ser trasladado a la cárcel del condado. Oswald murió sin haber reconocido ser el asesino de Kennedy. El asesinato fue transmitido en directo por los canales de televisión que cubrían el traslado del presunto magnicida. Lee Harvey Oswald en el momento en que Jack Ruby, dueño de un club nocturno de Dallas, le dispara en la comisaría de policía de la ciudad el 24 de noviembre de 1963 (Foto AP/Dallas Times-Herald, Bob Jackson) Teorías y más teorías Al no poder despejar las dudas, el informe de la Comisión Warren provocó que cobraran mayor fuerza las decenas de teorías conspirativas que ya circulaban sobre el magnicidio y que se agregaran otras nuevas. Algunas eran coherentes, mientras que otras realmente delirantes. Unas y otras tenían protagonistas de toda estofa, que incluían al FBI, la CIA, la mafia y hasta a otros países como perpetradores o instigadores del magnicidio. Más de sesenta años después de los hechos, muchas de ellas siguen vigentes. Están las que apuntan a las agencias de seguridad gubernamental, no solo la CIA y el FBI, sino también el Servicio Secreto y el Pentágono. La más difundida asegura que la CIA quiso vengarse de Kennedy por la fracasada invasión a Cuba de Bahía de Cochinos, en la cual el presidente se negó a brindar un apoyo militar directo y con eso selló la derrota de los anticastristas. Otra teoría también apunta a la CIA como organizadora del atentado con la intención de acusar a Cuba. Estas dos teorías coinciden con la afirmación que el chofer de la limusina descubierta que trasladaba a Kennedy – un agente del FBI - sabía que le dispararían al presidente en Elm Street y que por eso disminuyó la marcha del auto. Otra versión señala como autores ideológicos a un grupo de banqueros descontentos con una medida reciente que habría tomado Kennedy. Meses antes de su asesinato, el presidente habría firmado una orden ejecutiva que le otorgaba al secretario del Tesoro la autoridad para emitir dólares respaldados con reservas de plata y no solo de oro. De esa manera Kennedy obtendría mayor poder que la Reserva Federal (Fed) lo que afectaría a los intereses de esos banqueros. Para evitarlo, habrían contratado a uno o más sicarios para acabar con la vida del presidente. Tratándose de los Estados Unidos, la mafia no podía quedar afuera. Para los que creen en esta versión el atentado fue una venganza organizada por un consejo de capos porque JFK le había ordenado al FBI actuar con más dureza contra el crimen organizado y sus intereses. Según esta hipótesis, tanto Oswald como Ruby fueron piezas utilizadas por la mafia: uno para matar al presidente y el otro para, al asesinar a Oswald, borrar los rastros. La primera dama, Jackie Kennedy, con el traje rosa manchado de sangre, tras el magnicidio (Associated Press) Lyndon B., Johnson tampoco escapó a las acusaciones. Se llegó a insinuar que el asesinato había sido encargado por él porque Kennedy quería que avanzaran cuatro causas que tenía pendientes con la justicia: violación de contratos gubernamentales, prevaricación, lavado de dinero y soborno. Llamativamente, las investigaciones sobre esta hipótesis fueron cerradas cuando Johnson ascendió a la presidencia. Entre todas, quizás la teoría más conocida sea la que plantea Oliver Stone en su película “J.F.K.”, estrenada en 1992. Según el director, el magnicidio fue obra de la CIA y los servicios secretos estadounidenses, que utilizaron a la mafia y a Oswald como chivo expiatorio. Es decir, un cóctel con todos los ingredientes. Tiradores y disparos Casi todas las teorías sostienen que Lee Harvey Oswald no actuó solo y que hubo dos o más tiradores. Incluso la viuda del gobernador John Connally – herido en el atentado – llegó a sostener que su marido había recibido el impacto de una bala diferente a la que mató a Kennedy. El ex gobernador de Texas siempre apoyó públicamente las conclusiones de la Comisión Warren y calificó de descabelladas a las versiones conspirativas. Sin embargo, en privado decía el atentado había sido obra de más de un tirador y que era una operación organizada. Después de la muerte de Connally, uno de sus más estrechos colaboradores, Doug Thompson, contó que le había preguntado al gobernador si estaba convencido de que Oswald había disparado el arma que mató a Kennedy. “Absolutamente no. No creo ni por un segundo en las conclusiones de la Comisión Warren. Si no dije nada es porque amo a este país y necesitábamos cerrar ese episodio cuanto antes. Nunca voy a hablar públicamente acerca de lo que yo creo”, habría respondido Connally. Una X marca el lugar en Elm Street donde el presidente John F. Kennedy fue asesinado a tiros por Lee Harvey Oswald desde el Depósito de Libros Escolares de Texas, ahora conocido como el Edificio de Administración del Condado de Dallas, un edificio de siete pisos frente a la Plaza Dealey en Dallas, Texas ( Europa Press/Contacto/Bryan Smith) En los interrogatorios a los que fue sometido en la Jefatura de Policía de Dallas, Lee Harvey Oswald negó sistemáticamente haber matado a Kennedy. “Yo no lo maté. No sé nada sobre eso”, se cansó de repetir ante los agentes que lo entrevistaron. Lo seguía negando a las 11.20 de la mañana del 24 de noviembre de 1963, cuando lo iban a trasladar desde la Jefatura de Policía de Dallas a la cárcel del condado y Jack Ruby lo asesinó ante decenas de personas, entre policías, periodistas, curiosos y camarógrafos. El de Oswald fue el primer asesinato transmitido en vivo y en directo por televisión. Las cámaras, enfocadas en los ascensores, mostraron a Oswald esposado cuando bajaba de uno de ellos flanqueado por dos detectives de civil, uno con sombrero blanco y el otro con sombrero negro. Se llamaban James Laevelle y L. C. Graves y llevaban a Oswald agarrado de los brazos. Luego, los camarógrafos siguieron a los tres hombres caminando unos metros hacia el furgón que iba a trasladar a Oswald y captaron cómo fueron interceptados por Ruby, vestido con un traje oscuro y sombrero negro, que disparó contra el preso en el estómago. Se escuchó un solo disparo. Los policías se le tiraron encima y lo inmovilizaron, mientras que Oswald se retorcía en el suelo de dolor. Lo llevaron al Parkland Memorial – el mismo hospital en que se había anunciado la muerte de Kennedy dos días antes – donde murió poco después de la una de la tarde. “La verdad no se conocerá” Cuando en marzo de 1964 lo juzgaron por el asesinato de Lee Harvey Oswald, Jack Ruby se declaró inocente. Dijo que ni siquiera se acordaba del momento en el que disparó a Lee Harvey Oswald; aseguró también que sufrió una epilepsia psicomotora por el dolor que le provocó el asesinato de Kennedy. No le sirvió de nada. En una de las sentencias más rápidas de la historia judicial estadounidense, después de once días de juicio el jurado deliberó apenas dos horas y 19 minutos antes de declararlo culpable. Sus abogados apelaron y en octubre de 1966 un tribunal superior anuló el juicio y ordenó realizar otro. La decisión se basó en el uso de testimonios indebidos de los policías sobre sus conversaciones que Ruby luego de la detención. Fue condenado nuevamente. Para entonces ya estaba gravemente enfermo de cáncer. Lo trasladaron al Parkland Memorial Hospital de Dallas, donde murió el 2 de enero de 1967. En un último intento para que revelara la verdad sobre el asesinato de Oswald y, tal vez, algo de la trama del atentado contra Kennedy, su hermano Earl Rubenstein y su abogado, Elmer Gertz, lo entrevistaron con un grabador encendido. Fue en vano, con el cuerpo saturado de calmantes, el asesino de Oswald solo dijo incoherencias. Si guardaba algún secreto, se lo llevó a la tumba. Earl Warren, el presidente de la fallida comisión investigadora sobre el asesinato de John F. Kennedy, murió en Washington DC el 9 de julio de 1974. Antes de dejar este mundo deslizó una frase que alimentó el fuego de las teorías conspirativas: “La verdad no se conocerá mientras vivamos”, dijo.
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