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Parana » AIM Digital
Fecha: 26/09/2025 08:00
El Gobierno nacional difundió con tono triunfalista la última medición del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), que ubicó la pobreza en el 31,6 por ciento durante el primer semestre de 2025. El dato implica una baja de 6,5 puntos respecto al período anterior y una reducción de más de 21 puntos frente al mismo semestre de 2024. Sin embargo, la magnitud del alivio social fue puesta en duda por la Universidad Católica Argentina (UCA) y por economistas independientes, que señalaron que los números oficiales están “sobrerrepresentados” y no reflejan de manera fidedigna la realidad de millones de hogares argentinos. El festejo oficial y la letra chica Desde la Casa Rosada, el Ejecutivo atribuyó la baja a las políticas de estabilización que, según sus voceros, “permitieron equilibrar la macroeconomía, desacelerar la canasta básica y mejorar los ingresos informales”. El mensaje buscó instalar la idea de que la Argentina transita un sendero de recuperación social tras años de crisis. No obstante, como supo AIM, en ámbitos académicos y parlamentarios la lectura es mucho más crítica. La pobreza sigue afectando a casi uno de cada tres argentinos, mientras que la indigencia se mantiene en niveles alarmantes: 6,9 de la población no logra cubrir una canasta básica alimentaria. “Hablar de éxito cuando hay millones de personas que no llegan a fin de mes es, como mínimo, irresponsable”, señalaron especialistas. La UCA pone en duda la magnitud de la caída En un comunicado, la UCA explicó que la baja es real, pero está amplificada. “En contextos de alta volatilidad, la medición de la pobreza por ingresos tiende a ser menos precisa”, remarcaron. El sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, precisó que “estadísticamente hubo una reducción, pero la pobreza efectiva habría quedado más cerca del 35 por ciento, no del 31,6 que difunde el Indec”. El investigador agregó que los números del Gobierno deben tomarse con cautela: “Se están comparando sistemas de precios distintos, previos y posteriores a la devaluación. Es evidente que los indicadores mejoraron, pero el relato oficial exagera los logros”. Problemas metodológicos: canastas viejas y encuestas modificadas La UCA advirtió que el Indec sigue utilizando canastas básicas construidas sobre la estructura de consumo de 2004-2005, en lugar de actualizarla a la información de 2017-2018. Esta desactualización distorsiona la medición en un contexto de recomposición de tarifas, aumentos en transporte y cambios en hábitos de consumo. Además, el organismo oficial introdujo cambios en la Encuesta Permanente de Hogares, logrando captar con mayor precisión ciertos ingresos laborales y no laborales. Si bien esto constituye una mejora técnica, también altera la comparabilidad con series anteriores, lo que sobredimensiona la caída de la pobreza. Economistas consultados por AIM subrayan que esta metodología convierte a los indicadores en un arma de doble filo: por un lado, muestran una foto coyuntural más favorable; por otro, oscurecen la persistencia de la precariedad estructural. Críticas desde la oposición En el Congreso, legisladores de distintos bloques remarcaron que los números “no se condicen con la realidad de la calle”. Una diputada opositora confió a AIM: “Los datos oficiales se usan como propaganda. El Gobierno quiere mostrar un país que no existe. Basta recorrer los comedores comunitarios para ver que la pobreza no bajó como dicen”. Otros dirigentes recordaron que el 55 por ciento de la población estaba en situación de pobreza hacia fines de 2023 y que la caída posterior responde, en gran medida, a ingresos atados a un tipo de cambio favorable y a transferencias excepcionales que no se sostendrán en el tiempo. “El riesgo es vender una ilusión de mejora cuando la estructura social sigue siendo frágil y dependiente de parches coyunturales”, alertaron. El trasfondo político La publicación del Indec llega en medio de un clima de fuerte tensión económica y social. Para analistas, la estrategia del Gobierno busca mostrar resultados rápidos antes de que se sienta con mayor fuerza el ajuste sobre jubilaciones, subsidios y gasto social. “Se utilizan los datos como un salvavidas político, pero no solucionan la pobreza estructural”, indicaron economistas consultados por AIM. Una mejora insuficiente y cuestionada La conclusión de la UCA es contundente: hay mejoras, pero el alivio social está inflado. Para corregir los sesgos, recomiendan que el Indec acelere la actualización de las canastas, transparente los cambios en las encuestas y publique las series corregidas. “Solo así se podrán construir indicadores consistentes que muestren logros, pero también reflejen la persistencia de los problemas de inclusión económica, laboral y social”, concluyó la universidad.
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