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» Diario Cordoba
Fecha: 26/09/2025 03:18
Hay en el Piedra un cierto aroma a nosotros, un no-sé-cómo explicarlo, que lo convierte en parte de la vida misma, ordinaria en su abultada polisemia. Va uno al Piedra a meterse de lleno en esta ciudad vieja, a escuchar sus vocales abiertas, sus cadencias populares, sus ritmos vitales. Hay supermercados mejor dotados, supongo, pero no tienen tal grado de identificación con lo que efectivamente somos. Esos sitios que nos devuelven una imagen nítida de lo que es por encima de lo aspiracional. La forma en la que nos gustaría que nos viesen. Uno es cliente de diario de la familia Piedra y de sus trabajadores, a los que se le manda un saludo agradecido. Probablemente, no sea el sitio para comprar quinoa pero, seamos sensatos, ¿a quién coño le gusta la quinoa? El Piedra es sitio de fondo de armario, de la conserva olvidada, el lomo a la plancha. En plan normal, que dicen los chavales de ahora. Se tiene una sensación de caos organizado en la cola del Piedra, de abrupto cabezazo con la realidad. Es como cenar en el Bocadi o pedir en la barra del Correo, una experiencia para iniciados. Cosa nostra, o sea, donde te enteras de quién se ha muerto en el barrio, a quién le han puesto los cuernos o por dónde camina el menganito aquel al que se le perdió la pista. El impagable valor de la proximidad o, como se dice ahora, de la cercanía. Eso que nunca echamos de menos hasta que empezaron a poner tostadas de aguacate o le cambiaron el nombre a los filetes rusos. A todo esto: ¿por qué hay tantos sitios de empanadillas? La familia Piedra ha vendido la empresa, creada a partir del suministro de mollate a la hostelería, a El Jamón, que es como lo de aquí pero en Huelva. Y esto es como cuando se cerró Creusa, Simago, Colecor, la Caja Provincial, Los Sánchez, Fuentes Guerra. Esos sitios que forman parte de nuestro aparato celular, para bien o para mal, que se canta en el Victorious. Hasta Cajasur deja de ser Cajasur para convertirse en no sé qué cosa. Nos va a costar a los refractarios a la globalización dejar de bajar al Piedra como seguimos quedando en el semáforo de Galerías, no sé si me explico. Somos -los humanos, digo- puro rito, que no es sino la consagración institucionalizada de lo diario. Gente de orden que se cuela en la cola del Piedra cuando entra a por jamón de york y esquiva a las señoras agraces que solo llevan dos cosas para el cocido, que ya con el fresquete empieza a apetecer la olla. Entiende uno la lógica empresarial del asunto, las sinergias, las plusvalías, las economías de escala. Entiendan también esa suerte de orfandad que dejan los cambios del nombre de las cosas y los sitios habituales. Resistir es, al final, mantenerse firme. Y no quiero bolsa. *Periodista
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