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» tn24
Fecha: 23/09/2025 19:16
El pasado jueves 18 de septiembre, la localidad tucumana de Villa Carmela fue escenario de un hecho tan insólito como desconcertante. Un joven de 22 años, que había sido declarado muerto tras un accidente de tránsito, irrumpió en su propio velorio para gritar: “¡estoy vivo!”. La escena, que provocó gritos de sorpresa y un aluvión de emociones encontradas, dejó a todos los presentes en shock y abrió un sinfín de interrogantes sobre el manejo del caso por parte de las autoridades. El origen de esta historia comienza con un trágico accidente en el que el joven fue atropellado por un camión cerca del Puente Negro, en la localidad de Alderetes. Al día siguiente, una mujer de Villa Carmela se acercó a la comisaría para identificar el cuerpo, basándose en características físicas y en la ropa que llevaba el fallecido, que coincidían con las de su hijo desaparecido. Con esta información, y sin realizar pruebas de ADN o un cotejo de huellas dactilares, la Justicia autorizó la entrega del cuerpo para su velatorio. Sin embargo, todo cambió cuando, el día del funeral, el joven “muerto” apareció en la puerta de su casa, sano y salvo, y gritó con emoción: “¡estoy vivo!”. La confusión fue inmediata: mientras algunos familiares corrían aterrados, otros no podían creer lo que veían, y la madre, entre lágrimas, abrazaba a su hijo en un estado de shock. El joven, entrevistado por el fiscal Carlos Sale, explicó que había estado varios días en Alderetes, consumiendo drogas, y que jamás se enteró de la noticia de su propia muerte. En su testimonio, el joven resumió la experiencia como un “milagro” pero también una “pesadilla”. Mientras tanto, la investigación judicial continúa para esclarecer quién es la persona realmente fallecida. El cuerpo, aún sin identificar, fue trasladado nuevamente a la Morgue Judicial, donde se realizarán pericias para determinar su identidad. Un giro inexplicable en una historia que, hasta el momento, sigue sin respuestas claras.
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