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  • REVIEW | Dying Light: The Beast, el brutal regreso de Crane

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/09/2025 19:01

    Dying Light: The Beast - Desarrollador: Techland - Distribuidor: Techland Techland ha demostrado con los años que sabe mantener viva una saga exigente como Dying Light. Con Dying Light: The Beast la apuesta era arriesgada: traer de vuelta a Kyle Crane, un protagonista que para muchos ya había cerrado su arco, y enfrentarlo no solo a un nuevo villano, sino también a la oscuridad latente dentro de sí mismo. El resultado es un juego que se siente como un regreso a lo que enamoró en el título original, pero con un tono más visceral y una ambientación que explora territorios desconocidos. La historia nos sitúa en Castor Woods, una región boscosa, rural, llena de aldeas abandonadas, refugios improvisados y experimentos del Barón, un antagonista que juega con el límite entre lo humano y lo monstruoso. Tras trece años de cautiverio, Crane emerge marcado por mutaciones, con un nuevo poder que es tanto una bendición como una condena. Desde el primer momento, la narrativa pone el acento en el dilema interno: ¿hasta dónde puede llegar alguien para sobrevivir sin perder lo poco que le queda de humanidad? Dying Light: The Beast - Desarrollador: Techland - Distribuidor: Techland Un mundo abierto con nuevas texturas El cambio de escenario rompe con la estética usual de la saga. A diferencia de la densidad urbana de Harran o Villedor, Castor Woods plantea un diseño de mundo abierto más horizontal, con bosques espesos, montañas y espacios abiertos que obligan a replantear la movilidad. El parkour sigue siendo la esencia de la saga y aquí alcanza uno de sus mejores momentos: trepar por árboles, lanzarse entre rocas y utilizar la verticalidad natural del terreno aporta una frescura distinta: las persecuciones ya no son solo en techos y calles angostas. Además, tenemos que celebrar que Dying Light: The Beast trae lo mejor del primer Dying Light, más específicamente The Following: ¡vuelven los vehículos! Y se siente como una bocanada de aire fresco mientras atraviesas Castor Woods, sobre todo cuando las distancias entre puntos de interés se agrandan en ese entorno más rural. No hay viaje rápido, así que las camionetas del bosque son las mejores aliadas. Tener un vehículo disponible permite cubrir terreno más rápido, llevar materiales de misión pesados sin arrastrarlos a cuestas. No todos los tramos del mapa permiten conducir con soltura, no estamos ante un sandbox, pero se disfruta mucho sentir cómo los zombis se estampan contra el capot. Dying Light: The Beast - Desarrollador: Techland - Distribuidor: Techland El combate más salvaje de la saga Las noches vuelven a ser el eje del terror y son más violentas que nunca. Con la caída del sol, la tensión se dispara y el juego recupera esa sensación de vulnerabilidad que tanto marcó la identidad del primer Dying Light. Los infectados se vuelven más agresivos, la visibilidad disminuye y el sigilo se convierte en la mejor arma. En estas secuencias el juego brilla, porque consigue que cada salida nocturna sea un acto de valentía que premia con botín, experiencia y adrenalina en partes iguales. Si algo caracteriza a The Beast es la brutalidad de sus combates. El sistema sigue basándose en armas improvisadas, golpes contundentes y un sistema de progresión que recompensa la creatividad. Pero la gran novedad es el “Modo Bestia”, una transformación temporal en la que Crane libera todo el poder que corre por sus venas mutadas. Entrar en ese estado es un espectáculo de sangre y músculo que otorga ventajas claras en combate, aunque también conlleva el riesgo de perder el control. Lo interesante es que esta mecánica no trivializa el juego, ya que no basta con transformarse y arrasar. El uso del Modo Bestia está limitado, requiere estrategia y abre un abanico de decisiones tácticas. ¿Conviene reservarlo para un jefe? ¿O quizás usarlo en plena huida nocturna? Ese equilibrio hace que la novedad no sea una simple masacre sin cerebro. De hecho, hay todo un árbol de habilidades bestial que se enfoca específicamente en las habilidades del Crane bestia, y son verdaderamente muy creativas. Dying Light: The Beast - Desarrollador: Techland - Distribuidor: Techland Luces y sombras narrativas La historia de Dying Light: The Beast engancha, en parte porque vuelve a poner a Crane en el centro, un personaje que supo ganarse el cariño de los fans por su carisma. El reencuentro con un personaje tan querido es un golpe de nostalgia bien calculado, y la relación con Olivia, la joven que lo ayuda a escapar del Barón, añade un contrapunto emocional interesante. Sin embargo, la trama principal no logra escapar de algunos lugares comunes del género, como el villano megalómano, los experimentos secretos, o la búsqueda de venganza. Pero a esta altura, es ya claro que Techland no quiere ir por algo más pretencioso o complejo con facciones y cuestiones políticas como la segunda entrega. Estamos hablando del género zombi y, entre todos los temas y estereotipos que hay, elegir los menos cerebrales le sienta mejor a esta saga. Hay un tono más oscuro, más de terror clase B de monstruos, que funciona. Hay una carga simbólica en el conflicto entre Crane y su bestia interior que da pie a momentos memorables. El dilema de usar o no sus poderes, la tensión de convertirse en aquello que más odia, aporta un nivel de introspección que rara vez habíamos visto en la saga. Dying Light: The Beast - Desarrollador: Techland - Distribuidor: Techland Un apartado técnico que cumple Visualmente, Dying Light: The Beast es un espectáculo en movimiento. El motor gráfico brilla en la recreación de Castor Woods, con una iluminación dinámica que transforma por completo la atmósfera entre el día y la noche. El detalle en las criaturas es grotesco y satisfactorio, y el gore se siente más trabajado que nunca. No todo es perfecto, claro. Los modelados de personajes no están a la altura de lo que esperaríamos de un juego de esta generación, pero tampoco es que nos sacan la inmersión. Hay algunos glitches menores o pequeñas caídas de rendimiento empañan la experiencia en ciertos momentos, pero nunca de forma que la arruine. El sonido merece mención aparte. Los gruñidos lejanos en la espesura, el crujido de ramas bajo tus pies y el silencio repentino antes de una emboscada logran una inmersión total. La banda sonora acompaña con un tono minimalista y oscuro que resalta la tensión, sin necesidad de abusar de grandes melodías. En conjunto, es un apartado audiovisual que potencia la inmersión y deja claro el cuidado con el que Techland construye sus mundos. Dying Light: The Beast - Desarrollador: Techland - Distribuidor: Techland Ritmo: entre la adrenalina y el desgaste El ritmo del juego oscila entre momentos de pura tensión y fases más relajadas que invitan a explorar. Esta estructura tiene virtudes, pero también puede jugar en contra, ya que hay misiones secundarias que se sienten como un relleno que corta la intensidad. La duración de la campaña principal, de unas veinte horas, es adecuada, pero se siente que no se le puso el mismo cariño al contenido opcional. Las misiones y objetivos secundarios no son nada que no hayamos visto en decenas de otros juegos. En lo personal, encontré que la curva de progresión es uno de los puntos mejor ajustados. El crecimiento de habilidades, tanto humanas como bestiales, da sensación real de avance. Sin embargo, la repetición de ciertos patrones de misión puede cansar y hacerse monótono, algo que ya pasaba en la primera entrega. En esta ecuación, el magnetismo del parkour y el combate visceral son lo que sostienen la experiencia completa. Dying Light: The Beast, de Techland. Dying Light: The Beast no es una revolución dentro de la saga, pero sí un regreso sólido que rescata lo mejor del ADN original y lo potencia con una dosis extra de brutalidad. La vuelta de Kyle Crane es un acierto que conecta emocionalmente con los fans de toda la vida, y la introducción del Modo Bestia refresca la jugabilidad sin romperla. Técnicamente cumple, la atmósfera nocturna sigue siendo insuperable y el terror se mezcla con la acción de forma magistral. A pesar de todos sus altos, la historia peca de predecible, el mundo rural resta algo de espectacularidad al parkour y los problemas técnicos menores recuerdan que estamos ante un juego que aún necesita ajustes. Pero más allá de esas sombras, el balance general es muy positivo. 8 Reviviendo la serie Dying Light The Beast no reinventa, pero sí revive la saga con sangre, tensión y un héroe inolvidable. Plataformas: PC PlayStation 5 Xbox Series S Xbox Series X

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