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  • La niña que se conmueve al enterarse de la dura infancia que vivió su papá y el video que se viralizó: “Dé un paso al frente”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/09/2025 04:48

    El desafio viral que conmovió a todos Dé un paso al frente si probó su primera pizza antes de los 10 años. Dé un paso al frente si su papá lo buscaba todos los días en el colegio antes de los 10 años. Dé un paso al frente si tuvo un par de zapatillas o más, al mismo tiempo, antes de los 10 años... Esa es la premisa que lanza la voz, invitando a padre e hija a avanzar cada vez que la respuesta es sí. Zoe avanza, mientras Héctor Benítez, su papá, se queda inmóvil, en el mismo lugar. El desafío viral no se llegó a terminar porque Zoe, conmovida por lo que vivió su papá, retrocedió para abrazarlo. En ese abrazo, sanó el recuerdo de la dura infancia de Héctor, marcada por la ausencia de su padre y por el esfuerzo diario de su mamá para darles de comer y criar a sus tres hijos con lo esencial. “Mi hija es una nena muy agradecida. Cuando se dio vuelta y me abrazó, me dijo: ¡Gracias, papi! Ella siempre supo mi historia, porque nunca le oculté nada. Como hijo que nunca tuvo un padre presente, sé bien lo que hace falta. Y mi hija no va a pasar lo que yo pasé“, dice el hombre conocido en las redes sociales como El Rulo Man. El video lleva más de 18 millones de reproducciones y desató una avalancha de comentarios de miles de usuarios que se reconocen en esa infancia cruda, en esos recuerdos de carencias y superación. “Lloramos los dos. Porque mi hija entendió mi historia y la honró con un abrazo”, cuenta Héctor El abrazo viral Héctor Benítez jamás imaginó que una tarde cualquiera, en su casa de Villa Mercedes, San Luis, grabaría con su hija un video que conmovería al país. El disparador fue un challenge que circulaba en redes: una serie de preguntas simples sobre la infancia que invitan a dar un paso al frente si la respuesta es afirmativa. Zoe comenzó a avanzar sonriente, pero con cada uno de sus pasos notó la otra realidad: su papá permanecía inmóvil. Conmocionada por eso, la pequeña de 11 años no pudo seguir avanzando. Que Héctor siguiera en el mismo lugar desde que inició el desafío significaba que él no había comido una pizza antes de los 10 años; que no había tenido un par de zapatillas; que su padre nunca lo había ido a buscar a la escuela... Que había tenido que salir a trabajar. Todo eso, hizo que la pequeña —que vive la vida que Héctor no tuvo— se detuviera, se diera vuelta y volviera sobre sus pasos para abrazar a su papá. Ese momento, llenó de orgullo y pena al hombre de 38 años, acostumbrado a hacer contenido para las redes. “Cuando cortamos la grabación, lloramos abrazados los dos. Somos muy unidos”, cuenta orgulloso y con evidente nudo en la garganta al revivir lo que sintió mientras el reto se producía. Aunque el joven hombre está separado de la mamá de su única hija, pasan mucho tiempo juntos y comparten una vida extraordinaria. “Mi hija siempre supo lo que costó todo esto. Vive que yo trabajo para que no le falte nada”, dice Héctor Con el mismo tono, cuenta la confianza que hay entre ellos: “Ella vive el día a día conmigo. Sabe que yo nunca tuve un padre presente, que fuimos muy pobres, que mi mamá se partió el lomo para criarnos a mis hermanos y a mí. Y en ese momento, cuando se emociona y me abraza, sentí que se me cerraban muchas heridas porque mi hija no solo entendió mi historia, la honró con un abrazo”, dice Héctor al borde de las lágrimas. El video roza los 25 millones de reproducciones en las redes y trascendió fronteras. “Me llegaron desde México, de España, que me dicen: Vi tu video, me llegó al corazón...”. Y de una cantidad enorme de personas de nuestra época, cuarentones que nos tocó vivir momentos bravos, más allá de la economía. Yo viví el 2001, viví muchas crisis y con mi vieja pudimos salir adelante. Creo que nosotros, los que la pasamos mal, nos desvivimos para que a nuestros hijos no nos pase lo mismo, que tengan un par de zapatillas nuevas cada vez que las necesitan. O dos. Que a la noche tengan su cama calentita, que no pasen frío, que tengan un plato de comida", dice con la madurez que da la vida. Lo que comenzó como un video más con un “vení, hija, vamos a hacer un TikTok” después de que Zoe terminó de hacer la tarea, sigue generando una catarata de comentarios para ese padre y de otras miles de personas que cuentan su propia historia. “Hoy, que ese video se haya hecho viral me genera alegría, más que nada por el mensaje que está dando”, admite El Rulo Man, como se lo conoce en las redes sociales, describe a su persona favorita. Cuenta que Zoe tiene una madurez poco común para su edad y que es testigo del esfuerzo de su papá y de toda su familia, incluida su abuela Claudia, que vive con ellos y quedó con secuelas de un ACV. “Mi mamá no puede hablar. Mi hija la ve y sabe todo lo que luchó mi mamá. Y también sabe que yo vengo de no tener nada. Siento orgullo de que mi hija sea agradecida porque ella no exige ni pide las cosas. ‘Papi cuando puedas’, me dice. Por eso se emociona al darse cuenta de lo que fue mi realidad, y valora sola el esfuerzo detrás de cada una de sus zapatillas". Juntos hicieron un video que superó los 18 millones de reproducciones, pero lo que más emocionó fueron los mensajes recibidos El doloroso pasado detrás del presente que abraza Héctor sabe muy bien lo que es crecer con la ausencia paterna. Nunca tuvo ese alguien que le enseñara a afeitarse, que lo llevara al cine a ver Rambo o simplemente lo esperara con un fuerte abrazo en la puerta del colegio. “Nunca tuve un papá que me comprara un par de zapatillas. Nunca tuve un papá que me dijera: ‘Esto está bien, esto está mal’. Mis viejos son separados, y nosotros éramos muy pobres, muy, muy pobres”, cuenta. Su mamá, Claudia, fue todo para él y sus dos hermanos, Graciela y Joaquín. “Mi mamá se desvivía por nosotros. Trabajaba todo el día para que no nos faltara nada: era costurera, también peluquera. Laburaba de noche y de día. Hasta que un día el cuerpo dijo basta, no dio más… y le dio un ACV”, lamenta. Desde entonces, Claudia vive con secuelas severas y ya no puede hablar. Se hace entender con palabras sueltas, pero sigue siendo un pilar emocional en la vida de Héctor… y también en la de Zoe. “Mi hija la ve y sabe todo lo que luchó mi mamá por mí y sus tíos”, dice, con el orgullo mezclado con esa tristeza que nunca termina de irse. Héctor, sus hermanos y Claudia, la madre que lo dio todo por ellos La infancia de Héctor fue una sucesión de carencias: no tenía zapatillas y debía coser sus alpargatas rotas en pleno invierno; calentaba la comida a leña, comía polenta con cebolla para que tuviera “gusto a algo”, cuenta. “Uno cuando es chico y pasa hambre, tiene otras cosas en la cabeza… Había que conseguir un peso, dos pesos para una bolsa de pan y un mate cocido”. A los 14 años empezó a trabajar, y no paró más. Fue operador de radio, animador, productor y camarógrafo en televisión local. Hoy, a los 38, vive de las redes sociales y de eventos, y celebra haber podido equipar su casa, comprarse un auto, una moto, y ofrecerle a su hija todo aquello que a él le faltó. “Gracias a Dios, yo tengo para mí y le puedo dar a mi hija un plato de comida”, dice el hombre que se compró las primeras zapatillas con su propio dinero, en la adolescencia. “Y uno se da cuenta de que más allá de eso, también debe ser un papá presente, que eso es lo más importante”. Todo lo que hace, lo hace por ella. Y Zoe lo sabe. “Mi hija siempre supo todo sobre mi vida. Y sabe que yo vivo trabajando para que a ella no le falte nada. Pero, sobre todo, estoy a su lado en cada etapa de su vida. Hace unas semanas la llevé a su primera matiné...”, dice y se queda en silencio. “El tiempo pasa rápido, por eso hay que vivir tiempo de calidad con nuestros hijos y darles todos los abrazos que nos dieron y los que nos faltaron”, finaliza.

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