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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/09/2025 05:03
Persiste la percepción errónea de que el presidente Javier Milei no está aplicando en Argentina los principios de la Escuela Austríaca en materia económica (Foto: Reuters) Persiste la percepción errónea de que el presidente Javier Milei no está aplicando en Argentina los principios de la Escuela Austríaca en materia económica; incluso algunos lo califican con ironía de practicar un “keynesianismo austríaco”. Más allá de debates estériles, es notorio el escaso conocimiento tanto de la obra de John Maynard Keynes como de los economistas austríacos más influyentes -Menger, Böhm-Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Murray Rothbard-. A ello se suma la diferencia entre teorizar desde un escritorio y tomar decisiones en tiempo real en un país cuyo Parlamento y sistema judicial están signados por el populismo y el deseo de perpetuar privilegios, como lo ilustran los recientes sucesos en la provincia de Buenos Aires. Acercamiento a Keynes y los austríacos Para comprender las ideas de Keynes, es fundamental haber leído su obra principal, “La Teoría del Empleo, el Interés y el Dinero” (1936). En el prólogo a su edición estadounidense, Paul Sweezy sostuvo que todas sus tesis estaban destinadas a refutar la teoría de Jean-Baptiste Say, algo que nunca logró completamente. Además, en el prólogo a la edición alemana, el propio Keynes manifestó que sus recomendaciones resultarían más simples de implementar en regímenes autoritarios, un aspecto que se evidenció reiteradamente en la Argentina desde 2002 hasta 2023. La propuesta clave de Keynes radica en estimular la demanda agregada, sugiriendo que los gobiernos incurran en déficit fiscal -financiado con deuda o emisión La propuesta clave de Keynes radica en estimular la demanda agregada, sugiriendo que los gobiernos incurran en déficit fiscal -financiado con deuda o emisión-, es decir, gastar más allá de sus ingresos para alentar la actividad. Consideraba, además, que el ahorro perjudicaba la economía durante momentos recesivos. Incluso llegó a afirmar de forma casi literal: “hacer que la gente cave pozos para luego taparlos y pagarles por esa tarea”. La “ley de las salidas” o “ley de Say” establece que la economía implica el intercambio de bienes y servicios, o derechos de propiedad, y que el dinero es solo un vehículo para facilitar ese intercambio (Imagen ilustrativa Infobae) Por su parte, la “ley de las salidas” o “ley de Say” establece que la economía implica el intercambio de bienes y servicios, o derechos de propiedad, y que el dinero es solo un vehículo para facilitar ese intercambio. Sin embargo, Keynes interpretó de manera reduccionista ese principio en su libro, resumiéndolo como “toda oferta crea su propia demanda”, concepto fundamental para los austríacos. La interpretación de Milei Una noción central de la tradición austríaca es que la intervención estatal perturba el sistema de precios relativos -el verdadero sistema de información económico-, sobre todo cuando se introduce emisión monetaria. Para la Escuela Austríaca y escasas corrientes afines, el dinero nunca es neutral: incluso para Milton Friedman o Robert Lucas Jr., la clave reside en las expectativas, pero consideran los precios como una variable homogénea, al contrario de los austríacos, que destacan la complejidad del “sistema de precios”, no su “nivel”. Una noción central de la tradición austríaca es que la intervención estatal perturba el sistema de precios relativos -el verdadero sistema de información económico- El denominado “efecto Cantillon-Hume” explica por qué la expansión de la base monetaria siempre altera los comportamientos. Si el Gobierno decide realizar una emisión única -como los 13 puntos del PBI liberados por Sergio Massa durante su campaña-, el dinero ingresado modifica los patrones de consumo, ahorro e inversión. Quienes reciben primero los nuevos fondos se ven beneficiados respecto a los que los reciben al final, ya que pueden anticipar decisiones, lo que altera la estructura del equilibrio, aunque en el largo plazo el nivel general de precios termine siendo similar. La política del equipo económico actual busca mitigar ese impacto residual. La intención es que el “stock” de dinero ya generado deje de distorsionar el sistema de precios relativos y la dinámica de consumo, ahorro e inversión, restaurando un equilibrio lo más parecido posible al anterior a la emisión excesiva. La política del equipo económico actual busca mitigar ese impacto residual. La intención es que el “stock” de dinero ya generado deje de distorsionar el sistema de precios De aquí derivan la eliminación de los principales canales de emisión monetaria primaria -falta culminar el cierre de la emisión secundaria derivada del sistema fraccionario de encajes bancarios, un “esquema Ponzi legal” que avanza hacia la denominada “banca Simons”- y la transferencia de la deuda cuasifiscal del Banco Central de la República Argentina (BCRA) al Tesoro. El objetivo, entonces, es lograr que la demanda de dinero equilibre dinámicamente la oferta monetaria heredada. La habilitación del uso de cualquier moneda y la posibilidad de ahorro en la moneda elegida no implica estimular la demanda agregada -como asumía Keynes-, sino avanzar hacia una competencia de monedas, requisito previo para la reforma bancaria profunda y el eventual cierre del BCRA, distanciándose así del modelo original de Simons. La habilitación del uso de cualquier moneda y la posibilidad de ahorro en la moneda elegida no implica estimular la demanda agregada -como asumía Keynes-, sino avanzar hacia una competencia de monedas En síntesis, el camino es transitar -en la medida y a la velocidad que lo permita el actual entramado político- hacia los postulados de Say, Mises, Hayek, Rothbard, Menger y, agregando, Huerta de Soto; siempre dentro de las limitaciones que impone un Parlamento y una Justicia marcados por el populismo y la falta de experticia, que complejizan las reformas previsional, tributaria, laboral y financiera destinadas a liberar el mercado y reducir el gasto público, un objetivo contrario a los intereses de la clase política provincial, acostumbrada a vivir del Estado. El desafío político e institucional Este sistema de democracia indirecta, influenciado por el poder parlamentario y judicial, representa un límite a la velocidad de implementación de reformas en un país que acumula un siglo de populismo, desde 1916 hasta nuestros días, con la única excepción del período de Marcelo T. de Alvear. Resulta difícil exigir a quienes se beneficiaron del saqueo durante tanto tiempo que adopten la cultura del trabajo y la generación de valor. Sin embargo, esto no equivale a afirmar que la política actual tenga elementos keynesianos. En lo personal, solo la democracia directa, con voto nominal y opciones de salida (“out option”), puede garantizar la verdadera libertad: una lógica ya existente en el ecosistema blockchain, donde las criptomonedas permiten transacciones sin intermediarios y la tokenización de activos mediante smart contracts prescinde de políticos, jueces o escribanos, entre otras figuras tradicionales. El régimen actual incentiva el gasto y el “vivir del Estado”, es decir, de los recursos generados por otros. Tal como afirmaba Alberto Benegas Lynch (h): “Una cosa es ganarse el pan con el sudor de la frente, y otra muy distinta es ganarse el pan con el sudor del de enfrente”. La resistencia de numerosos economistas obedece, en muchos casos, al desconocimiento tanto en economía como en finanzas -acaso dominen la matemática financiera, pero no la disciplina financiera en sí-, o bien a intereses particulares. Acostumbrados a comercializar información privilegiada, ahora se enfrentan a la abstinencia y evidencian dificultades a la hora de analizar el nuevo escenario, optando por la crítica infundada ante la imposibilidad de comprender un cambio de paradigma. El autor es Founder & CEO Value International Group área Value Consulting
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