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» Diario Cordoba
Fecha: 21/09/2025 02:16
El pasado 12 de septiembre, dos colectivos ciudadanos coincidieron en el Puente Romano: el colectivo que denuncia el genocidio palestino y la cofradía del Huerto. El primero lleva dos años manifestándose contra miles de muertes que está ocasionando el gobierno de Israel en Gaza: cerca de 70.000 víctimas mortales (más del 80% de la población civil, de ellas en torno a 20.000 niños), además de la destrucción total de pueblos y ciudades. Una comisión independiente de las Naciones Unidas acaba de elaborar un informe en el que se reconoce explícitamente el término genocidio para definir lo que ocurre en Gaza. La Cofradía del Huerto, por su parte, realizaba su recorrido procesional con motivo de la participación, junto a otras cofradías, en la tercera misión diocesana que vuelve a celebrarse en la zona Sur de la ciudad. Las anteriores tuvieron lugar durante el régimen franquista nacionalcatólico: en 1945, bajo el episcopado de Adolfo Pérez Muñoz, y en 1954, en tiempos de fray Albino. Sin pretenderlo, ambos colectivos coincidieron. En un principio, el portavoz del gobierno municipal responsabilizó a la Subdelegación del Gobierno de lo ocurrido, indicando que «no hubiera pasado nada si se hubiera celebrado en otro sitio u otra hora». Además, valoró «el saber estar que tuvo esta cofradía, que mantuvo su cortejo y el ritmo que tenían previsto. Fue la que evitó, desde luego, que el incidente fuera a mayores». Temerarias resultan las palabras del portavoz al insinuar subliminalmente que el otro colectivo no mostró el mismo comportamiento. Sin embargo, el hermano mayor de la cofradía declaró a los medios de comunicación: «Vivimos con sorpresa lo sucedido al ver que coincidíamos en el mismo tiempo y espacio. Se solventó bien, no entramos a nada, cada uno fue a lo suyo. Aligeramos el paso y todo transcurrió sin problemas». Lamentando la «falta de previsión» y solicitando un mejor trabajo conjunto de las Administraciones. Por otro lado, la subdelegada del Gobierno en Córdoba explicó que la concentración por Palestina contaba con autorización de la Subdelegación, mientras que la autorización de la procesión competía «única y exclusivamente al Ayuntamiento (...), que en ningún momento nos indicó que se iba a producir esa procesión». Los manifestantes contra el genocidio «dejaron que transcurriera la procesión. No tuvieron que intervenir (la Policía Nacional), no hubo necesidad de hacerlo». Como ciudadano en contra de cualquier genocidio y seguidor de Jesús de Nazaret, me congratula la coincidencia: ver la imagen del profeta de Nazaret, cruzando el puente bimilenario entre manifestantes con banderas palestinas y proclamas como «¡Las tierras robadas serán recuperadas!» o «¡No es una guerra, es un genocidio!», mientras la imagen avanzaba en silencio, acompañada por decenas de fieles con velas encendidas. Conociendo a Jesús de Nazaret, un hombre de amor, justicia y paz en su tiempo, estoy convencido de que hubiera estado en el puente como un manifestante más, con la kufiya al cuello, ondeando la bandera palestina y proclamando al viento: «Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5, 9). La seña de identidad de cualquier actividad que se considere cristiana es el Evangelio. Y lo que necesitan muchas personas que habitan en el distrito Sur de la ciudad se llama solidaridad y justicia social, es decir, una política que solvente sus problemas. En palabras de Jesús: «Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». Así se transforma el mundo: luchando por la igualdad y la dignidad de todas las personas. Esa fue la misión de Jesús de Nazaret, el hombre que pasó haciendo el bien, denunciando a los poderosos de su tiempo, clamando el amor, la paz y la justicia social. *Profesor y escritor Suscríbete para seguir leyendo
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