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  • Últimos coletazos de la “sociedad política” que nadie quiere de regreso

    Parana » Analisis Litoral

    Fecha: 20/09/2025 19:43

    La política argentina vuelve a dar su show más previsible: los mismos actores de siempre, intentando acorralar al Gobierno con maniobras parlamentarias, mientras buscan reciclarse en cargos que ya demostraron no saber honrar. En la primera fila de este sainete aparecen rostros conocidos. La diputada Carolina Gaillard —impresentable aspirante de la lista 503— pretende volver a ocupar una banca en el Congreso tras su gris y olvidable paso. A su lado, Gustavo Bordet, ex gobernador que representa con precisión quirúrgica a esa Argentina decadente, corporativa y prebendaria que más de la mitad del país dijo no querer volver a ver. Sin embargo, allí están, aferrados a la silla, como si el voto popular fuese apenas un trámite administrativo. Mientras tanto, en el Congreso, la oposición busca avanzar sobre el último bastión que Milei conserva para mover la maquinaria del Estado: los decretos de necesidad y urgencia (DNU). No se trata de un debate técnico, sino de una jugada política: restringir al máximo la única herramienta que le permite al Ejecutivo gobernar frente a un Parlamento donde carece de mayoría. El bloque opositor, conformado por Unión por la Patria, Encuentro Federal, Democracia para Siempre y la Coalición Cívica, pretende instalar la reforma de la ley 26.122 y así restarle capacidad de maniobra al Presidente. Lo curioso es que la misma oposición que durante décadas abusó de los DNU —con récords en manos de Néstor Kirchner, Alberto Fernández y hasta Cristina Kirchner— hoy se viste de guardiana de la institucionalidad. Una contradicción tan evidente que raya en la hipocresía. El objetivo es claro: forzar la parálisis, trabar al Gobierno en la maraña parlamentaria y preparar el terreno electoral de octubre. La reforma que impulsan establece que basta con el rechazo de una sola cámara para anular un decreto presidencial, además de imponer un plazo máximo de 90 días para ratificarlos. Una pinza diseñada a medida de un peronismo que conserva mayoría en el Senado. La pregunta inevitable es si se trata de un genuino debate democrático o de un intento más de la vieja casta por recuperar espacios de poder. Porque, a diferencia de los discursos altisonantes, lo que la calle percibe es simple: los mismos que dejaron un país devastado ahora se organizan para trabar cualquier intento de cambio. El 26 de octubre será la oportunidad de ratificar si la sociedad argentina quiere volver a ver en escena a personajes como Gaillard o Bordet, o si decide cerrar definitivamente la puerta a esa sociedad política que tantos daños acumulados dejó. Los coletazos de la vieja Argentina están a la vista: gritos en el Congreso, oportunismo legislativo y candidatos reciclados. El resto lo dirá el voto.

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