20/09/2025 19:25
20/09/2025 19:24
20/09/2025 19:23
20/09/2025 19:21
20/09/2025 19:20
20/09/2025 19:19
20/09/2025 19:19
20/09/2025 19:19
20/09/2025 19:19
20/09/2025 19:18
» Diario Cordoba
Fecha: 20/09/2025 15:25
Vivimos en un mundo titubeante a causa de un contexto geopolítico extraño, cambiante, peligroso incluso, ya que la realidad planetaria está generando una incertidumbre que no pasa desapercibida para nadie. Los discursos, en general, están alimentando la polarización y ya se habla sin tapujos de violencia verbal, de guerra, de enfrentamiento, de genocidio como algo que forma parte de nuestro día a día. Esa tendencia nos está llevando a que se busque, supongo con intencionalidad, que la ciudadanía vea la realidad de su entorno a través de un solo prisma y de una única verdad, como si la discrepancia, la confrontación de ideas, el debate respetuoso y la tolerancia fueran cosa del pasado y de ilusos que están fuera de esa nueva forma de vida. El riesgo que conlleva esta deriva en la que estamos sumidos es que nos olvidemos de que en nuestro entorno suceden otras cosas, algunas ellas fuera del alegato que algunos quieren imponer, pero que también forman parte de nuestra sociedad. Así, es una realidad palpable que Córdoba está en la actualidad en un buen momento. Estamos viendo y leyendo estos días, desde el inicio del mal llamado curso político (también es social y económico), discursos diciendo que hay argumentos para decir que nuestra tierra tiene motivos suficientes para ser optimistas. En el ámbito empresarial, parece que hay avances significativos, con el desarrollo de nuevos proyectos que tienen como emblema la Base Logística del Ejército de Tierra. La provincia tiene una oportunidad para seguir creciendo y generar bienestar, aunque con la rémora que ya he defendido en este misma tribuna de que siempre hablamos de expectativas a las que nos cuesta llegar. Se transmiten mensajes de optimismo por doquier, muchos de ellos sustentados en datos y otros en sensaciones, pero se respira un alborozo que no siempre ha estado tan presente como ahora. La macroeconomía presenta cifras positivas, nos estamos situando en el mapa y se despejan algunas incertidumbres para un futuro mejor. Sin discutir la validez de esos mensajes, creo que esa percepción positiva no debe hacernos perder de vista que hay situaciones que todavía no hemos superado. Corremos el riesgo de que, como dice el refranero, los árboles no nos dejen ver el bosque y de que normalicemos y aceptemos determinados escenarios como algo que forma parte de nuestro paisaje vital, que aceptamos con naturalidad y que terminan generando una insensibilidad que nos retratan como sociedad. Sin salir de Córdoba, permítanme que ponga sobre la mesa algunos números. El Banco de Alimentos Medina Azahara, según hemos conocido hace unos días, ha atendido a 17.800 personas durante el primer semestre de este ejercicio. Cáritas Diocesana asistió el año pasado a casi 20.000 personas, de las que un millar carecían de un hogar, y alerta reiteradamente de que aumenta cada vez más la cifra de trabajadores pobres que acuden a la entidad para pedir auxilio. Nos encontramos con entidades sociales que llegan donde las instituciones públicas no son capaces de hacerlo, como Alzheimer Córdoba, que presta servicio a 540 familias que sufren esta patología y que precisamente este mes se está volcando con actividades con motivo del Día Mundial del Alzheimer. Pero hay más, porque en la provincia hay registradas más de 52.000 personas sin empleo y la tasa de paro en el territorio ronda el 17% en la actualidad, sin olvidar las dificultades a las que se encuentran en el día a día nuestros agricultores, ganaderos o comerciantes, por ejemplo. Esa es la otra Córdoba, a la que en ocasiones no queremos mirar porque nos resulta más plácido quedarnos con el mensaje grandilocuente, aunque cierto, de que estamos mejor y que avanzamos para lograr un futuro esperanzador. Hay realidades invisibles que nos negamos a aceptar, pero que están ahí y forman parte de nuestra vida. Cambiarlas es una tarea ardua, tal vez casi imposible, pero tenemos una responsabilidad como ciudadanos de, al menos, intentarlo y poner de nuestra parte la voluntad y las herramientas para hacerlo.
Ver noticia original