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Parana » NSA
Fecha: 19/09/2025 10:51
Albania y el ministro creado por la Inteligencia Artificial: ¿El vaciamiento de la democracia en manos de los tecnócratas? Cuando el primer ministro albanés, Edi Rama, anunció recientemente su nuevo gabinete, lo que más llamó la atención no fue su elección de ministro de Economía o de Asuntos Exteriores. La noticia más importante fue el nombramiento por parte de Rama de un robot alimentado a IA como nuevo ministro de Contratación Pública. “Diella” supervisará y adjudicará todos los concursos públicos que el gobierno asigne a empresas privadas. “Es el primer miembro del gobierno que no está físicamente presente, sino que ha sido creado virtualmente con inteligencia artificial”, declaró Rama. Ayudará a hacer de Albania “un país donde la contratación pública esté 100% libre de corrupción”. Evocador y provocador a la vez, el nombramiento nos recuerda que quienes más esperanzados están con la tecnología suelen ser los que menos confían en la naturaleza humana. Pero, sobre todo, el nombramiento de Diella demuestra que la supuesta cura para los males de la democracia adopta cada vez más la forma del autoritarismo digital. Estas intervenciones pueden resultar atractivas para los oligarcas de Silicon Valley, pero los demócratas de todo el mundo deberían estar alarmados. La base conceptual de un ministro de IA reside en cómo los tecnófilos imaginan la relación de la humanidad con el futuro. Los “tecno-solucionistas” tratan los problemas políticos que normalmente requieren de deliberación como si fueran retos de ingeniería que pudieran resolverse por medios puramente técnicos. Como vimos en Estados Unidos durante la breve etapa de Elon Musk al frente del DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), la tecnología se ofrece como sustituto de la política y de la toma de decisiones políticas. La implicancia de la gobernanza administrada por IA es que la democracia se volverá redundante. La tecnocracia digital consiste en que los desarrolladores de tecnología se arrogan la autoridad para decidir las reglas que debemos acatar y, por lo tanto, las condiciones en las que viviremos. Los pesos y contrapesos defendidos por Locke, Montesquieu y los fundadores de Estados Unidos se convierten en obstáculos para una toma de decisiones eficiente. ¿Para qué preocuparse por tales instituciones cuando podemos aprovechar el poder de las herramientas y los algoritmos digitales? Bajo la tecnocracia digital, el debate es una pérdida de tiempo, la regulación es un freno al progreso y la soberanía popular no es más que la consagración de la incompetencia. Sin duda, nadie en su sano juicio puede negar que la innovación tecnológica ha resuelto muchos problemas. Sin embargo, la gran promesa que ofrecen los amos tecnológicos actuales no es tanto resolver los problemas, sino más bien disolverlos. Niegan la idea misma de un futuro problemático, incierto e impredecible. No es casualidad que el presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin, fueran captados recientemente en directo discutiendo sobre la inmortalidad. Acabar con el envejecimiento es salvarnos del futuro; significa no solo evitar lo que está por venir, sino también eludir la carga de la elección. La actriz de teatro Anila Bisha hizo de modelo para la primera ‘ministra virtual’ de Obras Públicas de Albania, creada con inteligencia artificial y conocida como Diella, que inició sus funciones este jueves tras dirigirse a los diputados del Parlamento en Tirana. Foto EFE Al eliminar la indeterminación que nos define, nos convertiríamos en seres a los que nada les puede suceder realmente. Habitaríamos un presente eterno, sin otra fuente de significado que la optimización de nuestras condiciones de vida, sin la incertidumbre, la controversia ni los riesgos asociados a la toma de decisiones. Alcanzaríamos una humanidad sin humanidad. Tampoco es casualidad que el experimento de Albania se centre en las obras públicas y la corrupción. Estas son las áreas que atraen el escrutinio de la Unión Europea, que es donde la mayoría de los albaneses desean estar. Desde el fin del comunismo hace 35 años, el deseo de Albania de unirse a Europa, al menos en teoría, la ha llevado a adoptar la premisa tecnocrática articulada por el sociólogo alemán Max Weber: solo una burocracia autónoma puede estar libre de distorsiones políticas. La adhesión a la UE se rige por parámetros estrictos, condiciones neutrales y criterios rigurosos para medir el progreso. Sin embargo, Albania, como todos los demás países balcánicos que esperan en la antesala de Europa, ha aprendido que la tecnocracia a menudo es poco más que una hoja de parra que oculta la propia reticencia política de la UE. Incluso si Albania cumpliera con todos los requisitos dictados por los tecnócratas de la Comisión Europea, podrían introducirse nuevas condiciones, ofrecerse excusas y modificarse los criterios. El primer ministro de Albania, Edi Rama. Foto Reuters Al nombrar a un ministro de adquisiciones basado en IA, Rama le está dando a Europa una dosis de su propia medicina. También está preparando el terreno para un escenario surrealista y desalentador: altos funcionarios europeos celebrando cumbres con un chatbot para debatir la solicitud de adhesión de Albania. Diella será un espejo implacable, e inevitable, del vaciamiento de la democracia que nos estamos infligiendo a nosotros mismos. *Daniel Innerarity es director de IA y Democracia en la Escuela de Gobernanza Transnacional del Instituto Universitario Europeo y profesor de Filosofía Política y Social en la Universidad del País Vasco y de la Fundación Ikerbasque para la Ciencia. *Fabrizio Tassinari es director ejecutivo fundador de la Escuela de Gobernanza Transnacional del Instituto Universitario Europeo.
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