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» Elterritorio
Fecha: 18/09/2025 03:35
Otros signos frecuentes incluyen dolores de cabeza, contracturas, ansiedad, irritabilidad, desmotivación y baja autoestima. Consultar a tiempo con un profesional es fundamental para evitar que el cuadro se cronifique. miércoles 17 de septiembre de 2025 | 21:30hs. Licenciada en Psicología Nahir Britez (MP 1479) habló sobre esta temática. En una rutina cada vez más acelerada, donde las exigencias laborales forman parte de la vida diaria y las pausas se vuelven escasas, el cansancio y la presión se instalan de manera permanente. Cuando ese estrés deja de ser transitorio y se convierte en un desgaste sostenido, la salud física, emocional y los vínculos comienzan a resentirse. "El síndrome de Burnout es la cronificación del estrés laboral, cuando este se vuelve crónico. En español se lo conoce como el síndrome del quemado, como si la persona estuviera mentalmente desgastada a causa de las exigencias del trabajo", sostuvo la licenciada en Psicología Nahir Britez (MP 1479). De esta forma, explicó que cierto nivel de tensión puede ser funcional porque movilizar a cumplir con las tareas y luego ofrece la posibilidad de descansar. Sin embargo, cuando no se logra frenar ni identificar lo que ocurre, ese estado se transforma en un malestar sostenido que ya no cumple un rol positivo. “Las señales de alerta incluyen agotamiento físico, dificultades para dormir, variaciones en el peso y el apetito, junto con síntomas como dolores abdominales, dolores de cabeza y contracturas”, afirmó. A la vez, al profesional comentó que aparecen síntomas emocionales como ansiedad, irritabilidad, desmotivación y baja autoestima. La autoexigencia se vuelve excesiva, la persona siente que lo que hace nunca alcanza y esa presión repercute en su productividad y en sus vínculos cotidianos. "La diferencia con el estrés común es que este es temporal y disminuye cuando se resuelve la tarea. En cambio, el Burnout mantiene el agotamiento, el cansancio y las emociones negativas aún después de terminar la situación, porque es un estado crónico que se acumula en el tiempo", sostuvo el profesional. Por ello, la psicóloga subrayó que la consulta profesional resulta clave en cuanto aparecen las primeras señales, ya que permite trabajar estrategias para reducir el padecimiento y generar hábitos de vida más saludables y placenteros. "Las profesiones con mayor frecuencia de Burnout son las que implican contacto directo con personas, como la salud, la docencia, los servicios sociales o la atención al público. Este desgaste también puede derivar en malos tratos o conflictos con quienes requieren el servicio", remarcó. En paralelo, señaló que la mayor prevalencia se observa entre los 25 y 40 años, un rango atravesado por la exigencia social de ser productivos y progresar. A este contexto se suma la presión económica que obliga a muchas personas a trabajar más horas con menos descanso, lo que potencia la dificultad para tomar pausas de recreación y bienestar. "Si no se busca ayuda, el Burnout impacta en todas las áreas de la vida: la familia, las amistades, las actividades recreativas o deportivas. Surgen pensamientos de inutilidad, falta de motivación y desesperanza, además de la caída en la productividad", advirtió. De esa manera, el especialista destacó que la autoestima también se ve afectada. La persona comienza a sentir que nada de lo que hace es suficiente, que los esfuerzos no alcanzan y que no hay motivos de orgullo. Esa exigencia genera reproches internos, culpa, sensación de fracaso y miedo a equivocarse. "Es difícil aceptar que vamos a errar y que debemos tolerar la imperfección, pero reconocerlo permite volver a empezar. Muchas personas con Burnout sienten que no cuentan con apoyo, aunque en realidad se aíslan y les cuesta pedir ayuda a compañeros, familiares o amigos", comentó. En este sentido, insistió en que cuando aparecen los síntomas es fundamental poder hablar de lo que sucede, pedir apoyo y generar un espacio que permita separar el trabajo de la vida personal. Crear un “entre” entre ambos planos ayuda a bajar la presión ya recuperar el disfrute sin culpa. "Las preventivas pasan por identificar qué factores generan el estrés, ya sean internos o externos al ambiente laboral, y analizar si es posible modificarlos. También es necesario observar desde cuándo persisten las señales: si son semanas, meses o más de seis", señaló. Además, Britez hizo hincapié en la importancia de contar con apoyo social y familiar, generar espacios de descanso para recargar energías y diferenciar las expectativas propias de las que imponen otros, para evitar cargas innecesarias y desligarse de presiones que no corresponden. "Se puede superar el Burnout estableciendo límites, equilibrando la vida laboral y personal, ajustando hábitos de alimentación, actividad física y vínculos sanos. También es clave proponer cambios en el entorno de trabajo que favorezcan la flexibilidad y el bienestar", concluyó.
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