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» Clarin
Fecha: 16/09/2025 20:40
El 29 de agosto, la celebración del Día del Árbol no podía haber asestado un golpe más demoledor al paisaje natural de El Jagüel: esa tarde destemplada de invierno, una topadora arrasó con un centenario ombú, el eje de la lucha por su preservación que habían emprendido desde marzo de 2017 los vecinos de esa localidad del partido de Esteban Echeverría. Como objetos irremediablemente destinados a descarte, los restos amontonados de ramas, raíces, hojas y tronco quedaron amontonados en un volquete. Ocho años atrás, el emblemático ejemplar había quedado a solas, en medio del alambrado perimetral de un terreno de 20 hectáreas cedido por la Comuna local a una empresa de logística -en el marco del programa de exención de pago de impuestos por diez años “Invierte en Echeverría”- para la construcción de veinte tinglados para depósitos de mercadería. No se trataba de un árbol más recortado en el paisaje semirrural sino la pieza esencial de un área descampada que recreaba los más gratos recuerdos de los pobladores de la zona, un lugar de paseo tradicional del barrio Siglo XX al que también se sumaban teros, lagartijas y otros ejemplares de fauna y flora nativas. El ombú histórico, en el terreno de 20 hectáreas alambrado por una empresa privada, antes de ser derribado. La voz de los vecinos se hizo escuchar con fuerza desde el primer momento. Alarmados ante los movimientos de tierra y el traslado del ombú a una esquina del predio, en el cruce de Pedro Palacios y Norberto López (a cinco cuadras de la estación del tren Roca), el 28 de marzo de 2017 presentaron una nota en la Mesa de Entradas de la Municipalidad, en la que manifiestan su aprobación a la iniciativa comunal de articular una línea de trabajo con la Facultad de Agronomía de la UBA para proteger el ejemplar autóctono “tan importante para nuestra población”. Sin embargo, el texto sostenido por centenares de firmas, lejos de quedar circunscripto en esa amable introducción, también solicita la sanción de un proyecto de ordenanza que apunta a la cesión del espacio que ocupaba el ombú por parte de la empresa privada para la creación de una plazoleta pública, la reforestación con un ejemplar de la misma especie y otras plantas nativas con el fin de “remediar el daño ambiental causado” y la disposición de los medios necesarios por parte de la Intendencia y la Subsecretaría Agencia para el Desarrollo Sostenible municipal para concretar esos reclamos. Clarín consultó a la Comuna sobre el futuro de ese espacio, pero hasta el momento no recibió respuestas. La primera señal de advertencia había aparecido hace unos treinta años, cuando fue vendida la abundante tierra negra que enmarcaba el ombú y el árbol se mantuvo apenas en pie en una suerte de islote, a más de 2,5 metros por encima del terreno. Años después, los tractores socavaron los bordes hasta rozar las gruesas raíces estiradas a los cuatro costados. El reclamo de la preservación del ombú original -a esta altura, una causa ya perdida- se fundamentaba en los alcances de la Ley de Patrimonio 25743. En su lugar, la comunidad no pierde la esperanza de acompañar la creación de un corredor verde de cuatro cuadras hasta la calle Güiraldes. El punto de partida de esa franja verde sería la plazoleta Telomian Condie, a erigirse en el lugar que ocupaba el árbol derribado. Así se concretaría un tardío homenaje al cacique querandí que defendió con sus súbditos la posesión de estas tierras prósperas frente al ataque de los conquistadores españoles, en el combate de Corpus Christi, en 1536. Decenas de vecinos del barrio Siglo XX, en El Jagüel, conservan gratos recuerdos de infancia vinculados con el ombú histórico. De prosperar la iniciativa de la comunidad, un grupo de ex alumnos del taller de Escultura de la Escuela Municipal de Artes y Oficios que dirigía la artista plástica Patricia Simek -nacida en la antigua Checoslovaquia y fallecida en 2019 en Monte Grande, a los 94 años- están dispuestos a crear “ad honorem” un monumento en relieve que relate la historia de ese legendario jefe tribal y pionero de El Jagüel. “Hasta ahora, tanto la Municipalidad como la empresa no nos dieron ninguna respuesta. Nuestro pedido es por un área de protección ambiental en una zona residencial que no es industrial y que antes era abierto al público. Por eso creemos que la recuperación del lugar tiene una función social muy importante”, plantea Alan Muñoz Percario, uno de los vecinos directamente afectados por el impacto del espacio recreativo desafectado del uso comunitario. A mediados del siglo XX, la llamativa silueta del ombú en esta postal de la pampa húmeda fue retratada en un óleo por Nicolás García Uriburu. Es probable que el renombrado pintor y arquitecto porteño haya seguido la pista de la “leyenda de siete duendes que viven en el ombú de Sotelo”, rescatada por la Junta de Estudios Históricos de Ezeiza. Ese relato de ficción que remite al pasado de El Jagüel refiere a siete payadores instalados en la copa del árbol que armaban guitarreadas sin bajar nunca de ese manto protector.
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