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  • La inquietante historia detrás del cartel de Hollywood: el suicidio de una actriz y el fantasma que ronda el lugar de su muerte

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/09/2025 04:56

    El letrero gigante con vistas a Hollywood, California, desde el que la acrtiz Millicent "Peg" Entwistle saltó para quitarse la vida tras no conseguir un papel estelar en un film. (Bettmann) Cuando Millicent “Peg” Entwistle llegó a Los Ángeles el cine sonoro estaba en sus albores y su carrera de actriz de cine, también en la alborada, se le presentaba gloriosamente promisora. Tenía 22 años, venía de triunfar en las tablas de Broadway con una obra de Ibsen y acababa de firmar un contrato para participar de la primera película “hablada” de uno de sus estudios más prestigiosos. Por eso, al llegar se sintió bienvenida por las brillantes luces que irradiaba el cartel que por entonces decía “Hollywoodland”. Las vio como un anticipo de su futuro brillo como estrella de cine, llena de fama y glamour. Para entonces Hollywood comenzaba a convertirse en lo que nunca dejaría de ser: la escalera al cielo para un número limitado de estrellas y la trituradora de sueños de muchísimos actores y actrices que pretendían llegar a serlo. Pero suele suceder que los sueños dorados se convierten en pesadilla y eso es lo que le había pasado a Peg dos años después, más precisamente la noche del 16 de septiembre de 1932, cuando caminó por el Parque Griffith y subió a la colina donde brillaba ese cartel que de tan buen augurio le había parecido. Al llegar al pie de las letras, dobló su abrigo y lo dejó en el suelo junto a su cartera. Como no hubo testigos de ese momento preciso, es imposible saber si se quedó contemplando durante unos momentos las luces del frente o si se encaminó directamente a la parte posterior para ascender por la escalera que subía hasta la parte superior de la letra “H”, el lugar más alto al que llegaría en el cielo estrellado de Hollywood. Desde esa altura quizás haya mirado unos instantes las otras luces, las de Los Ángeles, antes de saltar. La mañana siguiente, un caminante encontró la cartera y el abrigo y los llevó a la comisaría más cercana. Cuando una patrulla fue al lugar, encontró el cuerpo de Peg unos metros más abajo. Como entre las pertenencias no había ningún documento que identificara a la muerta, decidieron publicar una nota que encontraron en la cartera. Era, sin ninguna duda, la carta de despedida de una suicida. “Tengo miedo, soy una cobarde. Lo siento por todo. Si hubiera hecho esto hace tiempo me habría evitado mucho dolor”, decía y estaba firmada con dos iniciales: “P.E.”. Con su suicidio, logró la fama que le habían negado las cámaras y también se convirtió en una leyenda, la del primero de los muchos fantasmas que rondaron –y aún rondan– la meca del cine. Por eso, y solo por eso, la desgraciada historia de “Peg” Entwistle llegó a nuestros días. La actriz británica de teatro y cine Millicent "Peg" Entwistle solo apareció en la película "Trece mujeres", estrenada póstumamente. Cuando se arrojó desde lo alto de la letra "H" del letrero de Hollywoodland, en septiembre de 1932, tenía 24 años. (Archivo GBB) Sueños dorados Millicent Entwistle nació en Gales, Gran Bretaña, el 5 de febrero de 1908. Como nunca llegó a ser la estrella con que soñaba convertirse en Hollywood, no es mucho lo que se sabe de su infancia, salvo que la actuación le venía de familia. Una versión dice que su madre era actriz y que murió cuando Millicent —a quien todos llamaban Peg— era muy chica; otra asegura que en realidad abandonó a su esposo y a su hija. En cambio, es seguro que el padre, Robert, era director de teatro y que, ya sin su mujer, viajó a Nueva York con Peg en busca de nuevos horizontes para su carrera. Allí se volvió a casar y tuvo otros dos hijos, aunque pronto quedó de nuevo viudo. Su segunda mujer murió en 1921, cuando Peg tenía 13 años, y meses después Robert también perdió la vida en un accidente, cuando lo atropelló un auto en Park Avenue. Esa sucesión de desgracias hizo que Peg y sus dos hermanos quedaran a cargo de un hermano de Robert que también vivía en Nueva York, el tío Harold. Los contactos que Robert había tejido en el mundo del teatro le abrieron las puertas a Peg para que debutara como actriz en Broadway cuando tenía 17 años. La obra era El pato silvestre, de Henrik Ibsen, y —según el único biógrafo de Peg, James Zeruk Jr.— su actuación despertó la admiración de una estrella ya consagrada, Bette Davis, que la recomendó para que ingresara al elenco del New York Theatre Guild. Las críticas favorecieron a Peg, a quien se señalaba ya como una actriz con gran futuro en el teatro. Por entonces el mundo del espectáculo empezaba a cambiar con la llegada del cine sonoro. Según el biógrafo Zeruk, Millicent Entwistle no buscó al cine sino que el cine la buscó a ella cuando, después de verla en una obra de Broadway donde también actuaba un casi imberbe Humphrey Bogart, un directivo de los estudios RKO le ofreció un papel en la primera película sonora que iba a producir la compañía, Trece mujeres, en cuyo reparto se contaban dos de las estrellas más famosas de la época Mirna Loy e Irene Dunne. La industria estaba dominada por unos pocos estudios, los “Big Five”: 20th Century Fox, Paramount Pictures, Warner Bros, Metro-Goldwyn-Mayer y, precisamente, RKO Pictures, la compañía que le ofreció el contrato. Peg no dudó y al llegar a Los Ángeles el monumental letrero de Hollywood la recibió con sus cuatro mil luces encendidas. Millicent "Peg" Entwistle había debutado como actriz de teatro en Broadway, a los 17 años. Su carrera era prometedora. (Bettmann) Un símbolo estelar Inaugurado el 13 de julio de 1923 sobre el Monte Lee, en Los Ángeles, California, el cartel de Hollywood es sin duda el más famoso del mundo. No sólo por los tres millones de turistas que lo visitan todos los años como uno de los atractivos de la meca del cine sino porque su imagen luminosa se ha repetido durante décadas en cientos de películas, fotografías, cortos publicitarios y propuestas de turismo. Aunque quien lo mandó a construir —con un costo de 21.000 dólares, sideral para la época— ni siquiera pensaba en las películas sino en promocionar la venta de sus tierras para la construcción de un barrio residencial, con la llegada de los estudios de cine se convirtió muy pronto en un símbolo luminoso, cargado con el brillo de las grandes producciones y de sus estrellas. El cartel no decía “Hollywood” sino “Hollywoodland”, el nombre que el promotor inmobiliario H.J. Withley ideó para los terrenos que quería vender. Las letras solo debían permanecer allí durante un año y medio, pero el auge del cine estadounidense hizo que se convirtieran en sinónimo de la industria y quedaran allí para siempre. Cada una medía 13.7 metros de altura y la palabra que formaban se extendía por más de cien metros. Brillaba con la luz de cuatro mil lamparitas, para cuyo mantenimiento cada letra tenía una escalera en la parte de atrás. Una de ellas sería la que Millicent Enwitsle utilizaría para subir hasta un cielo que ya no la contaría entre sus estrellas y saltar hacia la muerte. El cartel de Hollywood es el más famoso del mundo. Originalmente, en la parte posterior de cada letra había una escalera que permitía el mantenimiento de las lamparitas que lo hacían brillar. De eso se valió Millicent Enwitsle para subir en 1932. (AFP) La gloria y la caída Trece Mujeres parecía una película destinada al éxito. Era un thriller psicológico basado en la novela homónima de Tiffany Thayer, que había sido un éxito de ventas en 1930. Eso fue lo que impulsó al productor David Selznik a convocar a los guionistas Bartlett Cormack y Samuel Ornitz para adaptarla al cine y al franco estadounidense George Archainbaud para dirigirla. La filmación comenzó en 1931, casi al mismo tiempo que en los estudios de la Paramount se estaba generando un futuro éxito, con Marlene Dietrich y Anna May Wong en los papeles protagónicos: El expreso de Shangai, la película que rompería la taquilla de 1932, con casi cuatro millones de espectadores. La filmación de Trece mujeres fue el principio y el fin de los sueños de Peg Entwistle. Si bien en el guion su papel, encarnando a Hazel, era relevante, en el transcurso del rodaje le fueron cortando escenas, hasta dejarlo reducido al mínimo, mientras su relación con el director George Archainbaud iba de mal en peor. Tanto que, después de filmar la última de las pocas escenas que le quedaron, el estudio le rescindió el contrato y la despidió. Eran tiempos en que los contratos de los actores y las actrices no eran para una sola película sino con el estudio, lo que les daba no solo un ingreso más o menos estable sino también la posibilidad de ser convocados para otras películas. Con la rescisión, Peg perdió esa posibilidad… y también las ganas de vivir. Faltaba un mes para el estreno de Trece mujeres cuando, la noche del 16 de septiembre de 1932, Millicent Entwistle caminó por el Parque Griffith y subió a la colina donde brillaba el cartel brillante de “Hollywoodland”. Demoraron en identificar el cadáver caído al pie de la letra “H”. Recién al día siguiente, cuando el tío Harold leyó la noticia de una suicida desconocida que había dejado una carta de despedida firmada con las iniciales P y E, sospechó que podía tratarse de su sobrina, a la que venía notando deprimida desde hacía tiempo. Sus temores se confirmaron cuando fue a la morgue y reconoció el cuerpo de Peg. Poco después del suicidio de la actriz comenzó a circular la leyenda de que su fantasma rondaba el cartel por las noches. Esta creencia ganó popularidad cuando, a principios de los ’40, la letra “H” se desprendió del letrero emblema al ser chocada por su cuidador, que conducía totalmente borracho La leyenda del fantasma Poco después del suicidio de Millicent Peg Entwistle, comenzó a circular la leyenda del fantasma de la mujer que rondaba el cartel por las noches. Una leyenda que se acrecentó a principios de la década de los ’40, cuando la letra “H” —la misma desde cuya altura Peg había saltado— cayó derrumbada al ser chocada por el Ford A que conducía totalmente borracho el cuidador del cartel, Albert Kothe. En 1949, la Cámara de Comercio de Hollywood firmó un contrato con el Departamento de Parques y Jardines de Los Ángeles para devolver la “H” y reconstruir el cartel. El contrato estipulaba que el sufijo “land” fuese retirado para que quedara “Hollywood”, la meca del cine. En las décadas siguientes, el letrero de Hollywood se deterioró, perdió la letra “O”, fue vandalizado y reconstruido, hasta quedar su versión final, con una nueva estructura, que fue inaugurada en noviembre de 1978. Lo único que el tiempo no cambió fue la leyenda del fantasma de Peg Entwistle. Cada tanto, alguien asegura haber visto a una mujer joven vestida con ropa de los años ’30 que ronda el cartel y desaparece si se le acercan. Si la leyenda tiene algo de verdad es algo imposible de comprobar, pero hay un dato cierto y documentado: los guardias que vigilan el letrero con cámaras de circuito cerrado de televisión y detectores de movimiento para evitar que lo vandalicen cada tanto deben ir al lugar porque suenan las alarmas que avisan sobre la presencia de un intruso. En las cámaras del circuito cerrado no aparece nada y los guardias nunca encuentran a nadie, pero cuentan que cada vez que van los recibe un penetrante perfume a gardenias, el mismo que usaba Peg. La historia del fantasma tiene, todavía, otra vuelta de tuerca. Según el único biógrafo de Millicent Entwistle, al volver desconsolado a su casa, el tío Harold encontró una carta dirigida a Peg y abrió el sobre. El papel tenía el membrete de la compañía Beverly Hills Playhouse y una oferta de trabajo: el papel principal en una película donde la protagonista era una joven actriz que enloquecía y acababa suicidándose.

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