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  • Día del Maestro

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 12/09/2025 00:12

    Cada 11 de septiembre se recuerda el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, ocurrido en el año 1888 en Asunción del Paraguay. En honor a su tarea como educador y propulsor de la educación pública, laica y gratuita en nuestro país durante el siglo XIX, se festeja el Día del Maestro como una manera de reconocer el trabajo de quienes diariamente asumen la responsabilidad social de educar en un mundo cada vez más complejo. Nacido en 1811 en la provincia de San Juan, Domingo Faustino Sarmiento fue docente, intelectual, escritor romántico, periodista, militar y político. Fue presidente de la Nación entre 1868 y 1874. La dialéctica civilización o barbarie, explicada en el libro Facundo (para muchas personas obra cumbre de la literatura argentina), condensa su mirada romántica sobre la realidad social de América Latina. En ella se contrapone el admirado mundo europeo: citadino, educado, reglado, comercial; con las expresiones culturales irregulares de un mundo americano, rural, salvaje, indígena y gauchesco. Con un talento literario prodigioso y a través de la figura de Facundo Quiroga, Sarmiento manifiesta su profundo rechazo por ciertos actores de la época. Con un ideario racista, distinguía a los indios (sobre quienes no pensaba en ningún tipo de inclusión) de los gauchos y mestizos, culturalmente inferiores pero posibles de civilizar. La presencia de Quiroga como un fantasma latente que amenaza el progreso de la nación fundamenta las ideas de Sarmiento para la construcción de las instituciones. En este contexto, la educación resulta la herramienta fundamental para la civilización de la barbarie. Junto con otros intelectuales y políticos de la época, agrupados en lo que se conoció como “Generación del ‘37”, Sarmiento sostenía una preocupación por las formas en que debía organizarse el país después del proceso independentista. Para Sarmiento, el problema principal que enfrentaba la Argentina era la inmensidad de su territorio (al que llamaba “desierto”) y la manera de enfrentarlo era a través de la expansión de las ciencias e industrias, donde la educación cumplía un rol clave. En su libro Educación Popular, sienta las bases sobre cómo deberían ser, según sus ideas, los sistemas educativos en América Latina: describe y explica los lineamientos curriculares, el rol que debía cumplir la disciplina, cómo organizar las rutinas escolares, la inspección, qué materias debían incluirse y cuáles eran los materiales necesarios. Su obsesión lo lleva a profundizar en cada detalle. Un largo viaje en el que estudia de cerca los sistemas educativos de Suiza, España, Prusia, Inglaterra, Francia y Estados Unidos, le da una mirada global y un conocimiento aun más amplio sobre el tema. Hacia fines del siglo XIX, a partir del triunfo de la escuela moderna y de la construcción de escuelas en todo el país, fue necesario formar un cuerpo de profesionales especialistas en la enseñanza. Fue el Estado quien asumió la responsabilidad de preparar a las maestras y los maestros y con este objetivo se organizó el sistema magisterial a través de la fundación de Escuelas Normales en varias provincias. Estas escuelas estuvieron inicialmente dirigidas por educadoras norteamericanas convocadas y contratadas por Sarmiento durante su presidencia. Si bien en un primer momento las Escuelas Normales fueron pensadas con una modalidad mixta, unos años después el acceso se restringió solo para mujeres, quienes a la vez estaban excluidas del ingreso a los Colegios Nacionales. Durante la década de 1870 y 1880 llegaron más de 60 maestras norteamericanas. Entre ellas podemos mencionar a Mary O’Graham, Jennie Howard, Jeannette Stevens. En la actualidad algunas de las escuelas normales llevan el nombre de estas mujeres, Por ejemplo, el Normal N° 1 de la ciudad de La Plata “Mary O’Graham”. Estas escuelas tienen una larga historia y se han ido transformando según el devenir de las distintas políticas públicas educativas. En la actualidad funcionan como unidades académicas que incluyen desde el nivel inicial al superior, muchas de ellas en los mismos edificios centenarios que las vieron nacer. El legado de Sarmiento en su constitución es muy importante, pero también lo es el de muchas mujeres anónimas que formaron parte de este proceso.

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