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Fecha: 11/09/2025 16:46
En el día del maestro, desde el programa Digamos Todo se convocó a María Cristina Gómez, maestra distinguida de la ciudad de Rosario y elegida como una de las 50 mejores docentes a nivel mundial en 2019 en el Global Teacher Prize, considerado como una especie de premio Nobel de la Educación. La maestra rosarina fue distinguida entre más de 10 mil docentes postulados de todo el mundo, “uno nunca espera que posen la mirada sobre el trabajo de uno entre tanta gente admirable”, recordó Gómez. Haber sido parte de ese grupo internacional, con docentes de África o zonas de guerra, fue para ella un acontecimiento “impactante e inolvidable” que marcó profundamente su vida profesional. Ser distinguida con este premio no solo visibilizó su trabajo, sino que le permitió transformarse en una referente para otros educadores. «Lógicamente esto dio mayor difusión a la tarea que yo hacía, y creo que uno se siente muy especial al representar a tantos maestros, a tantos profesores que hacen lo mismo que uno y que no tuvieron a lo mejor esos cinco minutos en que la luz se pose sobre uno, entonces uno se siente muy responsable de eso, y bueno, creo que eso dimensionó un poco mi labor, pero siempre me gusta hacerlo compartido hacia todos aquellos que hacen lo mismo y a lo mejor no tienen ese momento». Tras el reconocimiento, impulsó la Red de Educadores Innovadores, una iniciativa que continúa vigente y que convoca a docentes de todo el país a compartir experiencias de enseñanza creativas y disruptivas. «Hace más de 10 años que yo estaba haciendo eso y ahora, digamos, hablamos de tecnología, de las pantallas y todo eso, y realmente cuando yo empecé con eso, era rarísimo, rarísimo, y de hecho siempre cuento como anécdota que había una posición en el ministerio que prohibía el uso de los celulares, así que tuve que hacer toda una presentación para que, digamos, me permitieran justificar que era una herramienta didáctica y en realidad lo que yo armé fue una página web, un blog, en donde mis alumnos de contextos vulnerables pudieron acceder a todo un montón de experiencias, contenidos, bibliografía y luego a lo que hoy es lo que se conoce como trabajo por proyectos, ABP, yo siempre trabajé de esa manera a lo largo de toda mi carrera, aun cuando el ABP no se conocía de esa manera». Al ser consultada sobre su labora actual, Gómez dijo que actualmente se desempeña como funcionaria del Ministerio de Educación, en la Dirección de Innovación Pedagógica, «pero conservo, digamos, tengo unas horas también en nivel superior y siempre estoy cerca de los maestros porque, bueno, visitamos las escuelas y generamos, bueno, todo ese acompañamiento en este lugar desde la función que tengo ahora para justamente llevar esto, que yo digo que la innovación pedagógica no es nada más que buscar nuevas formas de enseñar y de aprender, para que los chicos aprendan nosotros tenemos que ir cambiando y generando espacios en donde justamente el maestro pueda desarrollar toda su creatividad pero también le abre el espacio a los chicos para que desarrollen sus talentos». Ante el pedido de marcar 3 pilares fundamentales que un maestro debe abordar en primero o segundo grado, la docente rosarino seleccionó: Alfabetización : aprender a leer y escribir en tiempo y forma como puerta de acceso a la libertad y a la independencia. Creatividad y artes : fomentar el desarrollo de la motricidad, la música, el juego y el deporte como apoyos al aprendizaje. Habilidades socioemocionales: enseñar con el ejemplo valores como empatía, tolerancia y solidaridad, para que los niños puedan aprender en un espacio seguro que funcione como “refugio”. Para Gómez, el futuro de la docencia combina tradición y modernidad: “El maestro que viene es un maestro de tiza y tecnología”. La “tiza” representa el legado histórico de la educación argentina, con sus valores y tradiciones; la “tecnología”, en cambio, simboliza la necesidad de actualización constante y la incorporación de nuevas herramientas para resolver problemas y estimular la creatividad. En ese sentido, advirtió que el debate sobre el uso de celulares en el aula debe pensarse en función de las etapas de desarrollo y los recursos disponibles. “Si todas las escuelas tuvieran monitores en las aulas, no sería necesario que cada chico use su celular. Pero también es clave educar en la responsabilidad, tanto en casa como en la escuela”, señaló. Además, remarcó que limitar el uso del celular en determinados momentos ha permitido recuperar la vida social en la escuela, con niños y adolescentes compartiendo juegos y conversaciones cara a cara, especialmente en los recreos.
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