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  • Una mirada desde la alcantarilla. Julia Sabena, la labor de lxs agentes culturales

    Parana » Ahora

    Fecha: 10/09/2025 11:33

    Serapis, el sello editorial rosarino de la mano de Julia Sabena Por Belén Zavallo En la fundación de Serapis se encuentran los nombres y otra época, la emoción de hacer aparecer la amistad, lo fortuito del destino y la presente alegría de sostener un catálogo que crece. ¿Y si vamos hacia atrás? Es el año 2005, un compañero de Julia de la facultad deja la marca y tres amigas de Letras de la Universidad Nacional de Rosario toman Serapis. Luego una de ellas se va a España a formarse en una maestría sobre edición y otra se instala en México. En ese devenir de traslados, Serapis pasa a ser Julia con la historia de quienes se juntaron para dispersarse, ella no olvida la fusión del origen, el camino de Serapis como una posta. La llama que se sostiene en lo alto donde lo que importa es el fuego, acá lo que importa es la poesía como esa chispa que se instala en quienes aman leer y escribir y cuidan que jamás pierda el calor. La primera publicación es una antología de Héctor Piccoli, erudito poeta rosarino que tenía su obra desparramada en ediciones que ya no se conseguían. En esta integración de la antología como primera publicación de Serapis, germina el deseo de reunir la obra completa en el 2026. Pienso en puntas que se tocan, en círculos que hermanan inicios y trayectos. Remarco: es el año 2005 y en Rosario, sede del Festival internacional de poesía, los sellos editoriales independientes no son tantos como en nuestro tiempo. Beatriz Viterbo y Bajo la luna eran los sellos más salientes y Serapis aparece como una nueva línea de fuga del poema. Sobre la editora Juli dice que de chiquita sus vacaciones venían con una caja de libros yéndose con ella. Estudió Letras desde ese primer amor por la literatura, después hizo un Doctorado, dio clases en la UADER de Literatura Española I y en otras cátedras que, posteriormente, decide ir dejando a medida que la editorial le toma más la vida. Lucas —- se suma como un hueso más, aparece con su experiencia en Interzona y le da a Serapis una asesoría de la visión editorial en el sentido más amplia. En cuanto al catálogo de Serapis Héctor Piccola es además de poeta traductor y además de esto, fue profesor de Julia. Pienso en ella mientras me cuenta la historia, en el entusiasmo que mantiene mientras recupera los tramos que la tienen parada detrás del puesto de Serapis en la primera Feria Provincial del Libro en Entre Ríos. Nos conocimos en el otro río, en la Feria Paraná Lee cuando me emocioné al ver en la mesa la disposición de libros de poesía que solo había visto en Jacarandá, la librería que gestiona Washington Atencio desde el 2018. Un proyecto que fundamos juntos y que después con los embarazos abandoné por la crianza. Washington es también docente y poeta, pero sobre todo lector y en este cruce de nombres que me alegran, aparece Wallace Stevens, una antología alemana de poetas como Rilke, Dylan Thomas y la maravillosa Linda Pastan. Enhebro estas menciones porque cuando rememoramos qué nos hizo estar donde estamos, los ojos se ríen. Julia habla de sus amigas y de su profesor con ternura, de más personas que van uniendo su aporte especializado con el afecto. Julia tiene la mirada llena de luz y la sonrisa no se corre de lo que hace, trabaja de lo que ama, con seriedad, con entusiasmo, con preocupación por la situación del país que posterga la cultura, por la disminución de las ventas. Pero se permite el orgullo, no la jactancia arrogante, el íntimo orgullo que no se nombra pero se evidencia en el cuerpo. Es una mujer que está con su cuerpo, no digo que unx pudiera salir sin él, pero estar en el cuerpo, con la emoción en lo que hace, con el tiempo presente en la carne. Mientras espera clientes, lee manuscritos. Mientras comparte unos mates, habla sobre literatura, sobre editores, sobre los movimientos que la acarrean. Como tantos otros feriantes que igual que ella cuentan su historia con humor y sobresaltos, con nostalgia y con alivio. Dice: “encontramos una falta” y yo digo un agujero pero me doy cuenta que la palabra no le gusta, un hueco que llenaron con lo que en los otros catálogos de poesía no estaba. Quiero comunicarle mi alegría al verla. Esa primera vez que nos vimos le conté que pedí algunos títulos por Mercado Libre como una derrota desesperada por leer a sus autores. Ahora, en mi estante Serapis están casi todos los nombres del catálogo, y una nueva lectura de Mary Oliver en traducción de Diana Bellesi y Sonia Scarabelli, con la decisión acertada de traducir con poetas consagradas de nuestro país para hacernos llegar en nuestra lengua los aspectos formales y musicales de la norteamericana que se ha vuelto un hit. En diálogo ¿Cuál es el desafío de las editoriales independientes? El desafío de las editoriales independientes es, yo creo, el desafío de todo proyecto autogestivo que compite con los grandes grupos que producen la misma mercancía. Porque a nivel global, para la mayoría de la gente, un libro de Planeta es lo mismo que un libro de Serapis, incluso los libros de Planeta son equivalentes entre sí, no hay una distinción generalizada de qué es lo que ofrece un fondo u otro, o cuáles son las particularidades, o cómo funciona un sistema o el otro (porque yo creo que son sistemas diferentes, no editoriales diferentes). Más allá de las dificultades o ventajas, de los aciertos o desaciertos en ambos casos, no hay una reflexión al respecto. Hay grandes editoriales que sostienen un fondo coherente y sólido (Siglo XXI por ejemplo). Hay editoriales que forman parte de un grupo económico, como Planeta, y las publicaciones responden más a los criterios individuales de los editores (en los mejores casos), o a necesidades del mercado. El aparato de publicidad es enorme, abarca cartelería inmensa, radios, periódicos, etc. Es muy difícil que la gente (hablo de la mayoría de la gente, que tiene a la lectura como un hábito incluso) pueda sustraerse de eso para prestar atención a sellos prácticamente desconocidos, que además muchos surgen y se terminan en breve tiempo, y cuya calidad (en materia textual) no siempre es regular. Los lectores y lectoras que hacen el trabajo de seleccionar o de seguir a determinadas editoriales o conocer el mundo de la edición independiente es acotado (aun cuando Argentina es privilegiada en ese sentido, por la calidad y cantidad de lectores). Entonces se necesita muchísimo esfuerzo por parte del editor, con un trabajo hormiga, de ir a ferias, hacer la prensa a pulmón, armar presentaciones o talleres o colaboraciones para poder vender los libros, que compiten, en el circuito más “íntimo”, con muchísimas otras editoriales independientes con propuestas muy atractivas. Se suma a las dificultades de las librerías, agravado todo por las políticas culturales y educativas en vigencia. ¿Y por qué pensás que la necesidad de leer poesía permanece, que incluso crece a pesar de que es un género que ocupa menos espacio en las librerías? La lectura de poesía yo creo que suma por muchos flancos. La poesía no tiene la función de comunicación, sino que es una palabra que vuelve sobre sí misma, y así reflexiona. Como decía Góngora, sirve para trabajar el entendimiento y avivar el ingenio, lo que no me parece menor. La perspectiva con que se concibe o más bien se construye el mundo desde la poesía rompe con el modo unívoco al que nos vamos habituando, y nos abre posibilidades constructivas infinitas, nos abre mundos, y nos permite desarrollar nuestro costado simbólico y metafórico, de sonoridades y cantos, de sensualidad, todo lo que nos distingue como humanos. La sensibilidad se proyecta en solidaridad, me parece, y eso puede llegar a ser lo más disruptivo en relación a los mandatos actuales. O, como dice Eliseo Diego, sirve “nada menos que para vivir”. Sobre la editora y su trayectoria Julia Sabena es egresada en Letras por la Universidad de Rosario, donde también se doctoró en Humanidades con una investigación sobre el barroco hispanoamericano. Concursó y dio clases de Literatura española I en la UADER durante 9 años. Entretanto fundó y sostuvo editorial Serapis en Rosario desde 2006, participando en coloquios, cursos y ferias (de editoriales independientes como la FED, EDITA; INVIERNO, TILDE y otras ferias del país, y también fuera del país, como la de Guadalajara, San José de Mayo en Uruguay y la Furia del libro en Chile). Llevó adelante durante varios años el ciclo Lost in translation, que nucleaba a diferentes actores del proceso de traducción literaria para poner en diálogo cuestiones de políticas editoriales, políticas de traducción, talleres, etc. Codirige la colección Tatakuá de la editorial Vera Cartonera de la UNL.

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