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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 09/09/2025 20:38
El impacto de los fragmentos cósmicos astilló parabrisas de vehículos en los que viajaban docentes y estudiantes salteños Una salida de campo que parecía una jornada tranquila de observación geológica se convirtió, sin previo aviso, en el escenario de un fenómeno inesperado. El cielo estaba despejado, sin una nube a la vista, cuando un grupo de estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Salta, que recorría la Quebrada de Escoipe, en Chicoana, fue sorprendido por una lluvia de diminutas partículas que impactó directamente sobre sus vehículos. El episodio ocurrió el sábado a las 9.30 de la mañana, en una zona montañosa del departamento salteño. La comitiva académica transitaba la ruta en el marco de una actividad habitual del área de Geología cuando, de repente, escucharon un sonido seco, como si una ráfaga de piedritas invisibles se estrellara contra los parabrisas. En ese primer momento, pensaron que se trataba de una pedrada o de un desprendimiento de banquina, pero no había camiones, ni árboles, ni rastros de rocas sueltas en los alrededores. Solo el cielo azul y el ruido del vidrio astillado. La camioneta conducida por el guía de turismo y miembro del grupo, Walter San Juan, fue la más afectada. El impacto provocó que el parabrisas se astillara en cuestión de segundos. El mismo San Juan relató luego que sintió el golpe del lado del conductor y que, al detenerse, intercambió comentarios con el otro vehículo del grupo, donde viajaba el doctor en Geología Ricardo Alonso, quien también reportó un impacto similar y una rotura en su propio parabrisas. “En mi camioneta sentimos el impacto del lado del conductor. Cuando paramos poco más adelante comenté la situación con el otro vehículo que iba mucho más adelante, en el que viajaba Ricardo Alonso, quien también sintió un impacto similar y su parabrisas también resultó agrietado”, explicó el guía de turismo. Los estudiantes describieron el momento como una lluvia de piedritas invisibles que golpeó desde un cielo completamente despejado (Fotos: El Tribuno) El asombro inicial dio paso a una inspección minuciosa del material. No eran piedras comunes ni fragmentos arrastrados por el viento. Lo que había golpeado los vehículos era polvo cósmico: micrometeoritos, fragmentos diminutos que viajan por el espacio durante millones de kilómetros antes de alcanzar la superficie terrestre. Así lo confirmó Ricardo Alonso, quien sostuvo que se trataba del primer caso documentado de este tipo en Salta. “Es algo cotidiano que caigan partículas del espacio sobre la superficie del planeta. Lo que es extraordinario es poder ser testigos de un evento así”, afirmó el geólogo en diálogo con El Tribuno. La magnitud del hallazgo no pasó inadvertida para otros especialistas. Consultados por Alonso, algunos compararon el caso con el célebre episodio de Peekskill, en Estados Unidos, donde en 1992 un meteorito de varios kilos atravesó la parte trasera de un auto, convertido luego en una pieza de colección. Otro especialista sugirió extraer los restos de los micrometeoritos que pudieran haber quedado incrustados en los cristales para analizarlos en profundidad. “Fue todo muy rápido, como si nos tiraran una ráfaga de piedritas invisibles”, resumieron los estudiantes que formaban parte del grupo. El desconcierto fue compartido: no había factores visibles que explicaran el fenómeno. Solo los daños materiales y el registro de una experiencia singular. El grupo de geología fue sorprendido por una ráfaga de micrometeoritos que cayó sin previo aviso durante una salida en Chicoana (REUTERS/Esa Alexander/Archivo) Chicoana, además, no es ajena a episodios poco comunes. Años atrás, los trigales cercanos a la ruta de acceso al pueblo fueron escenario de los conocidos agroglifos, figuras geométricas en los cultivos que dieron pie a diversas interpretaciones, desde eventos atmosféricos hasta especulaciones vinculadas con presencias no identificadas. En este caso, sin embargo, la explicación provino directamente del campo científico, con observadores calificados que identificaron de inmediato la naturaleza del fenómeno. No se trata de un hecho completamente inédito en la provincia. El 17 de agosto de 1995, en Incamayo, una lluvia meteórica cayó sobre el noroeste argentino. En aquella ocasión, un fragmento del tamaño de una pelota se estrelló a solo 150 metros de la vivienda de la familia Lazarte, dejando un cráter visible durante varios días. La onda expansiva fue tan fuerte que los habitantes de la casa fueron arrojados de sus camas en plena madrugada. Los animales domésticos se refugiaron y los caballos aparecieron cinco kilómetros más lejos. La llegada de polvo interplanetario a la Tierra es un fenómeno constante. Se estima que cada año caen miles de toneladas de partículas microscópicas sobre la superficie del planeta. En su mayoría, terminan en los océanos, aunque también pueden encontrarse en lugares insólitos: sobre techos, plazas, prendas de vestir e incluso en el cabello humano. El grupo de geología que vivió el episodio en Chicoana no solo sumó una anécdota fuera de lo común, sino una vivencia directa de un proceso astronómico, generalmente invisible para la mayoría. “No es lo mismo leer en un libro que cada día caen partículas del espacio que ver cómo una de ellas rompe tu parabrisas”, expresó uno de los docentes.
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