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  • Pagni: “Otro paso en el camino a lo desconocido”

    Colon » El Entre Rios

    Fecha: 08/09/2025 06:31

    La derrota de LLA tuvo una dimensión que impide menospreciar el mensaje de las urnas y abre una discusión sobre el optimismo libertario frente al 26 de octubre, sostuvo el politólogo Carlos Pagni en una columna publicada este lunes por el diario La Nación: En agosto de 2023, durante las primarias de aquel año, un 30% del electorado impulsó a la sociedad argentina a caminar hacia lo desconocido. Las elecciones que se celebraron ayer en la provincia de Buenos Aires indican que esa marcha por terra incognita podría retomar su curso. En el pizarrón del aparato institucional esos comicios estaban destinados a ser un episodio anodino. Se elegirían candidatos locales de una provincia que carece de una agenda local. Sin embargo, varios factores nacionalizaron la encrucijada. El primero fue que este proceso electoral se convirtió en el escenario de un duelo estratégico: un desafío inesperado, por provenir de Axel Kicillof, al liderazgo de Cristina Kirchner dentro del peronismo. Kicillof fue el máximo vencedor de anoche. La segunda razón por la cual la confrontación de ayer adquirió un significado que va más allá de lo provincial fue que la Casa Rosada se sumergió por completo en la pelea. Además de Karina Milei, encargada de elaborar la oferta de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei terminó asociando su fortuna al destino bonaerense de su partido, poniendo el cuerpo en la campaña. Sin embargo, el motivo más relevante por el cual lo sucedido ayer desborda la peripecia provincial hasta afectar a todo el país, es el resultado. La derrota de LLA tuvo una dimensión que impide menospreciar el mensaje de las urnas como si se tratara de una anécdota regional. El escrutinio bonaerense obliga ahora a revaluar la configuración general de la vida pública y abre una discusión sobre el optimismo con el que el oficialismo vislumbraba las elecciones nacionales del 26 de octubre. El peronismo, que es la principal oposición al Gobierno nacional, retuvo su territorio principal, con una victoria arrolladora. Ganó en el recuento de votos por 47,28%, con una diferencia de más de 13 puntos porcentuales sobre LLA; en la cantidad de secciones electorales en las que se impuso: seis sobre ocho; y en el número de bancas conquistadas en la Legislatura: 34 contra 26. Los dirigentes de LLA, que imaginaban disimular una derrota en el caudal electoral enfocando los reflectores hacia el reparto de las secciones y las bancas, se quedaron anoche sin discurso. En el paisaje general de esa derrota se destaca, además, la que se verificó en la primera sección electoral, el conurbano norte, que siempre se inclina en contra del peronismo. No le fue bien a Diego Valenzuela. Allí ganó también Fuerza Patria, con Gabriel Katopodis a la cabeza, a pesar de que el tercero en discordia, Somos, estaba representado por el intendente de Tigre, Julio Zamora, que es un hijo pródigo del PJ. La participación popular fue baja: alrededor del 63%. Pero fue superior a la que se registró en las constituyentes santafesinas, 55%, o en las elecciones de mayo para la Legislatura porteña, 54%. Es un aspecto interesante porque impide pensar que la victoria del PJ se debió, ayer, sólo a la imposición del aparato partidario, que es como la presenta el oficialismo nacional. Por eso cabe suponer que en el pronunciamiento de ayer asoman ya las orejas del lobo que puede aparecer en octubre. Javier Milei se encargó de formular esa prevención en su discurso de anoche. Propuso trabajar para revertir la derrota asumiendo, más allá de lo que le conviene, que entre comicios bonaerenses y los nacionales hay una línea recta. En la interpretación de Milei hay otro trazo relevante: atribuyó el revés a errores políticos que no mencionó, pero en relación con los cuales prometió una profunda autocrítica. ¿Hablaba de escándalos de presunta corrupción, como el caso $LIBRA, el misterioso avión de Leonardo Scaturicce, o los audios de Diego Spagnuolo, hablando de coimas organizadas por Karina Milei, Martín y Eduardo “Lule” Menem? ¿O sólo se refería a los ­errores de ingeniería electoral que Santiago Caputo atribuyó a la hermana del Presidente y a su colaborador Sebastián Pareja? En esa hermética explicación, el Presidente ratificó por completo la orientación de la economía. Esto quiere decir que no vincula el rechazo que LLA experimentó en las urnas con un ajuste económico que se hace sentir, sobre todo, en los grandes entramados urbanos. Milei prometió continuar con su enfoque. Pero desde anoche la pregunta más urgente no se refiere a qué es lo que hará sino a cómo va a hacerlo. Esa incógnita se alimenta de varias preocupaciones. La más obvia es que, si no se sostienen los pronósticos sobre una victoria en octubre, será muy difícil apostar a que ese programa económico que él defiende con toda pasión se pueda ejecutar. Para que el plan continúe hace falta una reducción de costos imposible de llevar adelante sin grandes reformas que requieren de aprobaciones legislativas. El otro fenómeno que corroe el optimismo oficialista está muy ligado al resultado cualitativo de ayer: en la provincia de Buenos Aires quedó claro que el kirchnerismo no ha perdido su vigencia. Dicho de otro modo, quedó claro que no es tan fácil “ponerle el último clavo a su ataúd”, como había prometido el Presidente. Esta evidencia está alimentada, además, por un detalle: quien discute el liderazgo de Cristina Kirchner defiende posiciones que son aún más estatistas que las de la expresidenta. Axel Kicillof explicitó esa lógica en su discurso: “Le pusimos un freno al gobierno de Milei”. Sin embargo, la variable a la que habrá que prestar más atención en los próximos días para atisbar cómo se garantiza el Gobierno una victoria en octubre es el modo en que procese la derrota de ayer. Es un aspecto muy inquietante del problema: el que debe rescatar a LLA del pantano bonaerense es ese equipo invertebrado y cruzado por disputas de facción que hizo grandes exhibiciones de torpeza en las últimas semanas. No habría que descartar que esas peleas domésticas recrudezcan. “El Mago del Kremlin”, Santiago Caputo, había adelantado en la intimidad del oficialismo que habría una derrota. Aun cuando sus números vaticinaban que sería por alrededor de 5 puntos, no por los 13,5 que hubo anoche. El pesimismo de Caputo se proyectaba sobre sus rivales internos, los Menem y Pareja, responsables de diseñar la oferta electoral. No llegaban, por prudencia, a rasguñar a Karina Milei. Las recriminaciones tenían que ver con la baja calidad de muchos candidatos y, sobre todo, con la impericia para contener a dirigentes como Pablo Petrecca, de Junín, o Manuel Passaglia, de San Nicolás, que armaron sus propias listas en detrimento de LLA. Ahora esas objeciones pierden toda su validez. Una caída del tamaño de la que se registró ayer no se puede explicar a partir de errores logísticos, por más llamativos que sean. Los altercados y zancadillas recientes, que fueron la coreografía de los escándalos oficiales, reforzaron el rol de Guillermo Francos en el gabinete. Y aconsejaron un cambio de equipo para después de las elecciones de octubre. El hundimiento bonaerense, que superó cualquier previsión, acaso precipite esos cambios para evitar una sangría más intensa antes de la próxima estación. Las primeras respuestas a estos interrogantes las ofrecerá el mercado en el curso de la semana. Es inútil dejarse llevar por la cotización del dólar que aparecía anoche en operaciones de poquísima liquidez. Pero, después de ver los resultados de las urnas, expertos en finanzas presumían que la divisa quizá comience a presionar sobre la banda superior del esquema cambiario. Sería inquietante con el actual nivel de la tasa de interés. Es el nuevo desafío para el objetivo sacralizado de Milei: asegurar que no haya el más mínimo reflujo inflacionario antes de octubre. Estos resquemores deberían haber aconsejado que en el escenario de ayer apareciera Luis “Toto” Caputo, a quien muchos hacían en los Estados Unidos. El vacío se hizo más notorio por la sonriente presencia de Federico Sturzenegger. La escala nacional de la política inauguró otra etapa ayer en la provincia de Buenos Aires. El triunfo del PJ es, sobre todo, un triunfo de Kicillof. Sobre Milei. Pero también sobre Cristina Kirchner. Es una novedad de primera magnitud. La expresidenta deberá convivir ahora con alguien que desafío su jefatura. Este éxito del gobernador es contundente porque quedó claro que se impuso una estrategia que había sido rechazada de manera explícita por su antigua jefa. La señora de Kirchner se opuso desde el primer momento al desdoblamiento electoral dispuesto por Kicillof. En un antiguo posteo de X, deseó estar equivocada en su pronóstico, que era el de una derrota. El electorado tuvo ayer otras ideas. El triunfo de ayer abre una esperanza entre los peronistas sobre la posibilidad de un batacazo en octubre. ¿Con este dato en la mano hubieran elegido un candidato neutral como Jorge Taiana? El calendario electoral les jugó una mala pasada a las organizaciones políticas. Mucho más a LLA: si hubiera conocido el desenlace de ayer, ¿Milei hubiera ratificado la postulación de José Luis Espert a la diputación nacional como lo hizo? En las próximas semanas será interesante observar cómo Kicillof procesa su éxito. Él está muy distanciado de los Kirchner, sobre todo de Máximo. Ha sido una divergencia gradual, que se volvió irreversible hace casi un año, en el club Atenas de La Plata. Allí, el diputado Kirchner se quejó de que haya “dirigentes que quieren construir autoridad frente a Cristina”. Los militantes de La Cámpora comenzaron a cantar: “Si querés otra canción, te presto la mía”. Un año antes, en septiembre de 2023, Kicillof había pedido que se empiecen a cantar canciones nuevas. ¿Se inició anoche esa renovación? Para contestar esa pregunta habrá que despejar otros enigmas. Uno de ellos es qué grado de cohesión mantendrá el peronismo, sobre todo el bonaerense, atravesado por este conflicto sucesorio. En los últimos días varios dirigentes le escucharon a Máximo Kirchner decir lo siguiente: “Si quiere ser candidato a presidente, Axel va a tener que hablar mucho con el PJ”. Inferencia provisional: los Kirchner estarían dispuestos a sostener a Kicillof como candidato, es decir, no irían a buscar a alguien que lo enfrente, tipo Gerardo Zamora, por citar a uno más o menos probable. Otro acertijo a resolver para conocer el porvenir de Kicillof tiene que ver con su plasticidad para representar a grupos con visiones del país, sobre todo de la economía, distintas de la suya. De la respuesta depende el grado de aproximación que pueda tener con dirigentes del interior del país, algunos de los cuales se inscribieron en Provincias Unidas, el club de gobernadores que enfrentan a Milei. Sobre este paisaje general que se va dibujando a partir de los datos de anoche se recortan algunas figuras que quedaron fuera de foco. Una es la de Sergio Massa. Su eterno sueño presidencial está expuesto ahora a un reto incómodo: la candidatura del vencedor Kicillof. A Massa el ascenso de Kicillof lo sorprende contrariado. Masculla resentimiento contra los Kirchner por la preferencia explícita hacia su peor enemigo interno: Juan Grabois. El otro rostro cuyas emociones será fascinante decodificar es el de Mauricio Macri. Es muy probable que, con los números de ayer en la pantalla, no se hubiera entregado a Milei como lo hizo. No es difícil imaginar los términos de una charla entre el expresidente y sus dos delegados frente al derrotado de anoche, Cristian Ritondo y Diego “Colo” Santilli. En contraste con esta orientación aparecerá, reprimida, la satisfacción de Jorge Macri, que fue el principal crítico del acercamiento a LLA. A pesar de que él habilitó esa estrategia en Vicente López, que ayer se sustrajo de la derrota. El duro revés de ayer encuentra a Milei en un trance dificultoso. Las encuestas registran que, sobre todo después de las filtraciones de los audios de Spagnuolo, su imagen cayó alrededor de 8 puntos porcentuales. Ese deterioro se verifica entre los simpatizantes que lo votaron en la segunda vuelta. Es gente que no lo venera. Pero que ha venido adhiriendo a él a pesar de las dificultades económicas y de las características más desagradables de su estilo. ¿Por qué lo sostienen? Por la expectativa de que puede resolver los principales problemas del país. Esa certeza comenzó a reblandecerse en el último mes, como demuestran los índices de confianza que elabora la Universidad Torcuato Di Tella: registraron una caída de 14 puntos porcentuales. Que el resultado de ayer agigante esas fisura en las expectativas debería ser el máximo propósito del Presidente para evitar que la marcha colectiva vuelva a adentrarse en lo desconocido. Fuente: La Nación

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