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Basavilbaso » Riel FM
Fecha: 07/09/2025 12:36
Rosa Tarlovsky de Roisinblit falleció a los 106 años. Conocida como “Rosita”, fue una de las voces más firmes del movimiento de derechos humanos en la Argentina y un pilar de Abuelas de Plaza de Mayo, donde ejerció la vicepresidencia hasta 2021, cuando, por su edad, pasó a ser presidenta honoraria. Durante más de cuatro décadas, su compromiso estuvo centrado en la restitución de la identidad de las y los nietos apropiados por el terrorismo de Estado. En el año 2000, y tras más de dos décadas de búsqueda, pudo abrazar a su nieto Guillermo, nacido en cautiverio en la ESMA y apropiado por un integrante de la Fuerza Aérea. Aun así, Rosita dejó claro que su camino no concluía allí: “No estaba acá solo para encontrarlo a él, sino a todos los que faltan”, repetía. Nacida el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville (Santa Fe), en el seno de una familia de colonos judíos, se formó como obstetra en la Universidad Nacional del Litoral y llegó a ser jefa de parteras en la Maternidad Escuela de Obstetricia de Rosario. En 1949 se radicó en Buenos Aires y se casó con Benjamín Roisinblit. Tuvieron una hija, Patricia. Patricia militó primero en el PRT y luego en Montoneros, junto a su compañero José Manuel Pérez Rojo, en la columna Oeste. En 1977 nació Mariana, la primera hija de la pareja. El 6 de octubre de 1978, un grupo de tareas de la Fuerza Aérea irrumpió en la casa familiar: se llevaron a Patricia, Mariana y José. La niña fue devuelta luego a sus abuelos. Patricia y José pasaron por la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA); ella fue trasladada a la ESMA para parir. El bebé nacido allí fue apropiado por un oficial. Desde entonces, Rosa transformó el dolor en acción. Se sumó a Abuelas de Plaza de Mayo y se convirtió en una de sus referentes más perseverantes: “El amor por nuestros hijos y nietos está por encima del miedo”, solía decir. Aun después de recuperar a Guillermo, siguió asistiendo cotidianamente a la sede de la organización para impulsar nuevas restituciones. De presencia elegante —casi siempre en tacos—, en los últimos años se mudó a un hogar para personas mayores, sin abandonar su compromiso. Abuelas la distinguió como presidenta honoraria. “Nos faltan encontrar 300 nietos; los estamos buscando y los vamos a encontrar”, afirmaba con convicción. Sus compañeras y compañeros continuarán ese camino, sostenido por el legado de una vida dedicada a la memoria, la verdad y la justicia.
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