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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/09/2025 05:03
Pier Giorgio Frassati Tres lugares y un amor intenso Pier Giorgio nació en Turín en 1901 en una familia de buen nivel económico. Su padre, Alfredo Frassati, fue senador y periodista, dueño del reconocido periódico “La Stampa”. Su madre, Adelaida Ametis, fue una reconocida artista dedicada a la pintura que realizó algunos trabajos para el rey de Italia, Víctor Manuel III. Su única hermana, Luciana, un año menor que él, se convertiría en su amiga y confidente. Para los creyentes, Dios habita en la historia. Nos encuentra en espacios y tiempos concretos. Por esta razón, los lugares son muy importantes para nuestra fe. De hecho, la Sagrada Escritura no escatima en precisar lugares, porque el Señor siempre nos cruza y nos mira en algún lugar. Tres lugares serán especialmente significativos en la vida de Pier Giorgio. El primero que podemos mencionar es la casa de sus padres. Allí vivió su infancia, jugó y creció. Por sus cercanas calles y esquinas tuvo sus primeros encuentros con mendigos y descubrió aquello que expresó en una de sus cartas: visitar a los pobres es visitar a Jesús. Este afecto por los pobres lo llevó a las periferias de Turín, donde vivían muchos trabajadores indigentes y explotados. Allí gastaba todo el dinero que su familia le daba, llevando una vida cada vez más austera. El segundo lugar a destacar son los Alpes. Al escalar y estar en contacto con la naturaleza, Pier Giorgio experimentaba la cercana y envolvente belleza de Dios. “Verso l’alto” (hacia lo alto), escribió en una de las fotos en las que se lo puede ver ascendiendo por las rocas en busca de la cumbre. El alpinismo expresaba para el joven turinés una actitud de vida que movilizaba su corazón y que lo llevó a exclamar: ¡Montañas, cuánto las amo! Pier Giorgio Frassati Finalmente, como tercer lugar, reconocemos el Politécnico de Turín, su universidad, donde estudiaba ingeniería mecánica con el deseo de comprometer su vida con los obreros de la industria minera. Allí hizo algunos amigos que serían de gran importancia para su vida. Sobre la amistad, Pier Giorgio reflexionaba: En la vida terrena, después del afecto a los padres y hermanos, uno de los afectos más bellos es el de la amistad; y yo cada día debería agradecer a Dios porque me dio amigos tan buenos que son para mí una guía preciosa para toda mi vida. Todos estos amores de Pier Giorgio confluían en su máximo amor: la Eucaristía. El joven universitario comulgaba diariamente, hacía adoración al Santísimo por las noches y se confesaba regularmente. Organizaba toda su jornada en función de la celebración de la misa. Esta fascinación por Jesús en la Eucaristía lo llevó a escribir: Cuando estés totalmente consumido por el fuego eucarístico, entonces podrás agradecer más conscientemente a Dios, que te ha llamado a formar parte de su familia. Un santo del siglo XX para el siglo XXI Decía G. K. Chesterton: Dios da a cada generación un santo que la contradice. Esto vale para el momento histórico que el santo transita, pero también para el tiempo en que el santo es canonizado. Y aquí, Pier Giorgio nos ofrece particulares antídotos para algunos riesgos de nuestro tiempo. En el contexto del consumismo actual y la cultura de la indiferencia, no debemos olvidar a los que menos tienen y saber que la dignidad y felicidad personal no dependen de nuestra capacidad de consumo; de hecho, podemos ser felices con mucho menos de lo que creemos. Frente al exceso de pantallas y el mundo digital, Pier, nos invita a recuperar el contacto con la naturaleza. Ante el creciente protagonismo del individualismo, nos recuerda lo bueno de apostar por los amigos y comprometernos con el cambio social. Finalmente, debemos señalar que el próximo santo estuvo bastante lejos de lo que hoy podría considerarse un joven exitoso. Le costaba estudiar y no obtenía buenas calificaciones. Más allá de su carisma y buena presencia física, nunca pudo concretar una relación con Laura Hidalgo, la mujer que amaba en secreto. Sufrió mucho la indiferencia y el menosprecio de sus padres, en particular de Alfredo, su papá, quien más de una vez lo llamó inútil. A pesar de estas dificultades, en una carta se expresó diciendo: Me preguntas si estoy alegre. ¿Cómo podría no estarlo mientras la fe me dé fuerzas? La tristeza debe ser barrida del alma del católico. Pier Giorgio Frassati murió el 4 de julio de 1925 a los 24 años como resultado de una poliomielitis fulminante. Miles de personas asistieron a su funeral, entre ellas, una gran cantidad de pobres de Turín. Su padre, conmocionado por la repentina muerte del muchacho y por la inmensa multitud que acompañaba el velorio, lloraba sobre el ataúd repitiendo: ¡No conocí a mi hijo! Pier Giorgio fue beatificado el 20 de mayo de 1990 por Juan Pablo II y será canonizado por el Papa León XIV el 7 de septiembre de 2025.
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