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  • “No pienses que voy a dejarte”: la letra premonitoria de Gilda que reforzó la fe de los fans que la consideran milagrosa

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/09/2025 04:38

    Gilda, en la protada de Corazón Valiente “Quisiera no decir adiós, pero debo marcharme. No llores, por favor, no llores, porque vas a matarme. No pienses que voy a dejarte, no es mi despedida. Una pausa en nuestra vida. Un silencio entre tú y yo.”, cantaba Gilda en No es mi despedida, el último tema que se le escuchó entonar antes del trágico accidente del 7 de septiembre de 1996 que le costó la vida. ¿Si se trataba de una canción premonitoria? La artista la había compuesto junto a su tecladista, productor y por entonces pareja, Juan Carlos Toti Giménez, pero todavía no la había editado. Fue incluida en su álbum póstumo, llamado Entre el cielo y la tierra, gracias a que su voz había quedado grabada en un cassette que ella llevaba consigo el día de su muerte y pudo ser restaurada. Obviamente, en aquel momento, la publicación de ese material generó controversia. Pero los fanáticos de Gilda lo recibieron como un mensaje de aquella mujer a la que muchos ya consideraban “milagrosa”. Y a la que, inmediatamente después de su partida, le construyeron un santuario en el preciso lugar en el que había dado su paso hacia otro plano. Cabe recordar que, a raíz de ese choque ocurrido en el kilómetro 129 de la Ruta Nacional 12, cuando un camión proveniente de Brasil embistió al colectivo en el que se trasladaba la banda de Gilda en dirección a Entre Ríos, también fallecieron la madre de la artista, Isabel, su hija mayor, Mariel, otros tres músicos y el chofer que los trasladaba. Los únicos sobrevivientes de ese vehículo fueron Toti, quien se encargó de continuar su legado, y Fabricio, el hijo menor que la cantante había tenido como fruto de su matrimonio anterior con Raúl Cagnin, quien recién hace un par de años decidió lanzarse en el mundo de la música al igual que su madre. La cantante junto a sus dos hijos, Mariel y Fabricio Miriam Bianchi, la mujer detrás de la artista, tenía apenas 34 años y estaba en la cima del éxito cuando murió. Y se convirtió en leyenda. Pero algo entre místico y espiritual venía pasando con ella desde hacía tiempo. La maestra jardinera de Villa Devoto, que se había casado muy joven, había decidido patear el tablero cuando todos pensaban que ya era demasiado grande para cambiar de rumbo. ¿O acaso una mujer con dos hijos chicos podía darse el lujo de soñar con ser una estrella? ¡Pero qué locura! Además, en el género musical que ella adoraba, la cumbia, por esos tiempos prevalecían los hombres. De manera que, en su familia, nadie la apoyó. Sin embargo, un día leyó en el diario un aviso que le cambió la vida. Toti, que para entonces ya había trabajado con ídolos como Ricky Maravilla, estaba buscando cantantes para un grupo musical. Y ella se presentó a la audición. Tenía, para entonces, 28 años de edad y la convicción de que el destino tenía preparada para ella una vida mucho más apasionante que la que había conocido hasta ese momento. Así que se la jugó. Empezó cantando en grupos como La Barra y Crema americana. Hasta que el empresario peruano José Cholo Olaya, dueño del sello Clan Music, la re bautizó con el nombre de Gilda y la hizo debutar como solista. Su carrera fue muy corta, pero intensa. Y, como era de esperar, le costó el matrimonio, ya que su esposo no estuvo de acuerdo con su decisión y esto le causó un profundo dolor. Pero se dio el gusto de cumplir con su vocación a pesar de los obstáculos. Grabó De corazón a corazón en 1992, La única, en 1993, Pasito a pasito con... Gilda, en 1994 y Corazón valiente, en 1995. Éste último álbum, ya de la mano de Leader Music luego de algunas diferencias con su ex productor, marcó su consagración convirtiéndose disco de oro y doble platino en la Argentina y extendiendo su popularidad a distintos países de Latinoamérica como México, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Uruguay. Fue entonces cuando todo se terminó. O quizás no. Gilda junto a su última pareja, Toti Giménez, durante una gira que realizaron en Bolivia Convertida en uno de las mayores referentes de la cumbia, Gilda sigue vigente con su música hasta el día de hoy. Y no hay fiesta en la que no suene alguno de sus hits, como Fuiste o No me arrepiento de este amor. De hecho, su historia inspiró la película biográfica Gilda: No me arrepiento de este amor, protagonizada por Natalia Oreiro, y la obra de teatro musical Gilda, la obra, escrita y protagonizada por Florencia Berthold. En ambas se reflejó no solo su trabajo, sino también todo lo que generó a su alrededor. Es que, a principio con mucha sorpresa, la artista se encontró con fanáticos que creían que tenía poderes sanadores. Estaban convencidos de que ella era capaz de hacer milagros. Y hasta había quienes daban cuenta de ellos, frente a la perplejidad de la propia Gilda que no sabía cómo explicar que no tenía dones especiales de ningún tipo. Pero, tras la prematura muerte de la cantante, este mito se potenció. Y muchos llegaron, incluso, a ponerle el mote de “Santa” y a rogarle para que les concediera algunos favores. La realidad, sin embargo, es que Gilda -o mejor dicho Miriam- fue una mujer como tantas otras. Solo que no se resignó a una vida que la opacaba. Y, cuando nadie imaginaba que pudiera llegar a concretar aquello con lo que soñaba de niña, se animó a intentarlo. Y lo logró. Tuvo que luchar contra los prejuicios. Y, tal vez, no haya podido disfrutar tanto como se hubiera merecido. Pero si es verdad que el mayor objetivo de un artista es trascender, la verdad es que son muy pocos los que han podido dejar una huella tan indeleble como la que dejó ella en un rubro en el que sigue siendo considerada como la número uno indiscutida. Gilda cantando en Crónica TV “Recuérdame en cada momento, porque estaré contigo. No pienses que voy a dejarte, porque estarás conmigo. Me llevo tu sonrisa tibia, tu mirada errante. Desde ahora en adelante, vivirás dentro de mí. Yo, por ti, volveré. Tú, por mí, espérame. Te pido, yo, por ti, volveré. Tú, por mí, espérame. No me olvides”, rezaba Gilda en el tema en el que, inconscientemente, se adelantó a su partida.

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