Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La crueldad como método

    » Elterritorio

    Fecha: 07/09/2025 09:59

    En el devenir de la historia los gobiernos que creyeron que el sufrimiento de su pueblo era una simple estadística terminaron devorados por la misma realidad que despreciaron. domingo 07 de septiembre de 2025 | 6:00hs. Imagen referencial. AP. Este artículo podrá leerse hoy o en el futuro. No tendrá nombres propios ni fechas, porque lo que quiere poner en discusión es algo más profundo: la crueldad, la carencia de humanidad o la deshumanización -¿intermitente o persistente?- que sacude a la sociedad. La crueldad se presenta a veces en hechos mínimos, visibles, que despiertan indignación inmediata. Semanas atrás se viralizó en redes sociales la imagen de una camioneta atropellando a un perro que dormía en la calle de un barrio de Posadas. El repudio fue instantáneo, sin margen de apelación: la sociedad condenó ese accionar inhumano. Y es entendible. Pero hay otras formas de crueldad, más silenciosas, que no generan la misma reacción colectiva. Un jubilado que debe elegir entre comer o comprar sus remedios; un hospital infantil emblema nacional desfinanciado; el desvío de fondos para la compra de medicamentos destinados a discapacitados; los sobreprecios en insumos para cirugías (lentes para afiliados del Pami, de nuevo los jubilados). Esas escenas no logran la viralidad del cachorro atropellado, aunque implican sufrimientos infinitamente más profundos. En Misiones, por ejemplo, esta semana miles de personas con discapacidad fueron obligadas a validar sus datos en condiciones humillantes ante un grupo de gestores que invocaban la orden del gobierno nacional: largas filas bajo el sol, en sillas de ruedas, con muletas, cargados por sus familiares. “Esto da ganas de llorar”, reconoció un intendente que observaba la escena. Y contó lo que veía: “Son cuatro cuadras de gente en sillas de ruedas, en muletas, en andas de sus familiares, algunos apenas pueden estar bajo este calor y este sol”, dijo conmovido. No hacía falta. Había (hay) maneras más humanas de resolverlo. Cuando estas situaciones no son meros accidentes burocráticos, corresponde ponerlas en palabras, decirlas, denunciarlas: son el síntoma de un patrón. La crueldad como método. Un recurso que no aparece de manera aislada, y cuando es avalado desde arriba, se convierte en resorte político. El filósofo y poeta Friedrich Nietzsche la definió como la peor de las actitudes humanas, porque degrada al hombre incluso ante sí mismo. Nicolás Maquiavelo, en El Príncipe, la consideró útil en ciertos momentos, más eficaz que la clemencia para consolidar el poder. En el siglo XX, Stalin y Hitler hicieron de ella no un medio, sino un fin: engranaje sistemático de gobiernos que administraban la vida y la muerte. Pero la crueldad no sólo se ejerce desde arriba (y esta es la parte triste de todo esto, porque nos incluye como sociedad): se filtra en los gestos cotidianos, en la naturalización de la indiferencia. Una sociedad que tolera que sus ancianos mendiguen, que sus jóvenes vivan sin futuro o que sus enfermos deban peregrinar para ser atendidos, es una sociedad acostumbrada en el desprecio por el otro. Ese entrenamiento en la crueldad cotidiana prepara el terreno para que, cuando el poder la eleva a categoría de virtud, no haya resistencia masiva sino aceptación resignada. El peligro es que la insensibilidad se normalice al punto de parecer lógica, necesaria, inevitable. Y allí la crueldad deja de ser un accidente y se convierte en cultura. Rara vez en la historia un gobierno se enorgulleció de su crueldad como virtud. En este tiempo, sin embargo, asistimos a ese fenómeno: la crueldad se celebra en mitines públicos, se convierte en bandera, se la exhibe como coherencia, mientras la compasión es despreciada como debilidad. La historia enseña que ese camino es eficaz en lo inmediato, pero insostenible a largo plazo. El terror de Robespierre terminó guillotinando a su propio creador. Los pueblos soportan mucho, pero no eternamente. Elogiar la crueldad es también anunciar su límite. En el devenir de la historia los gobiernos que creyeron que el sufrimiento de su pueblo era una simple estadística terminaron devorados por la misma realidad que despreciaron.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por