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  • Memoria Frágil: El crimen del ingeniero Raúl Alberto Ramat

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 07/09/2025 00:43

    En el programa de televisión “Memoria Frágil” que se emite todos los sábados a las 20:30 por Canal 9 Litoral, y también disponible en YouTube (http://www.youtube.com / @memoriafragiltv16), se abordó el asesinato del ingeniero Raúl Ramat, perpetrado por la dictadura cívico militar. A través de los testimonios de Manuel Ramat (hermano), Fernando De la Rosa, Víctor Centurión, Eduardo Muani, Maximino Asensio y Julio Mernes se lo recuerda como un acto de memoria, verdad y justicia. La historia del ingeniero Raúl Alberto Ramat se inscribe en esas páginas donde la memoria fue más fuerte que todo intento de ocultamiento y donde la Justicia, aunque tardía, llegó para acompañar a las víctimas. En el programa “Memoria Frágil” se llevó a la pantalla el caso de este joven entrerriano asesinado por la dictadura cívico-militar, un crimen cometido en 1976 y condenado recién casi 50 años después. Ramat tenía apenas 27 años cuando lo mataron. Un ingeniero electromecánico formado en Paraná, lector ávido, militante del aula y de la ciencia, más cercano a la poesía de los motores que a la retórica de la política. Había simpatizado con la Juventud Peronista, pero no integraba ninguna estructura. Era, sobre todo, un trabajador joven, un hombre con proyectos, un esposo, un hijo de Nogoyá que había heredado el esfuerzo de los suyos y lo transformaba en conocimiento. La noche del 11 de junio de 1976, en Campana, la tragedia se vistió de uniforme. La puerta de calle Moreno 217 se convirtió en un paredón de fusilamiento: más de veinte disparos atravesaron la madera y los muros, marcando la violencia irracional de un operativo que no buscaba detener, sino exterminar. Ramat abrió la puerta y en ese gesto cotidiano encontró la muerte. Cayó herido de gravedad, desangrándose, mientras su esposa embarazada de seis meses presenciaba la escena. Nadie lo auxilió. Nadie quiso escuchar el pedido desesperado. La versión oficial hablaría luego de un “enfrentamiento”, un clásico eufemismo del terrorismo de Estado para maquillar los fusilamientos. Su cuerpo quedó como testimonio de una verdad incómoda: la dictadura no necesitaba razones para matar. Bastaba el prejuicio, la delación, la sospecha. Bastaba que un jefe de seguridad de la empresa señalara un nombre, para que la maquinaria represiva operara con precisión letal. La constancia policial, firmada por el comisario Franklin Leonetti, fue apenas otra pieza de un engranaje de impunidad que se repetiría miles de veces en todo el país. El programa “Memoria Frágil” recupera, con voces de familiares y amigos, el perfil humano de Ramat. Su hermano Manuel, sus compañeros de estudio y de trabajo recuerdan al joven apasionado por la enseñanza, al ingeniero que soñaba con electrificar campos y llevar progreso a los pueblos rurales. En sus recuerdos no hay mártires, hay hombres concretos, de carne y hueso, arrancados por la violencia de un Estado que confundió el poder con la muerte. Durante décadas, la impunidad se erigió como segunda lápida. La justicia prefirió el olvido, mientras las familias cargaban con la doble condena: la pérdida irreparable y el ninguneo institucional. La democracia trajo juicios, pero el caso de Ramat recién alcanzó sentencia a fines de agosto pasado, cuando el Tribunal Oral Federal N° 1 dictó condena en la cuarta etapa de la megacausa Campo de Mayo–Área 400. Allí, el ex general Pacífico Luis Britos fue sentenciado a prisión perpetua por homicidios, secuestros y torturas, entre ellos, el crimen de Ramat. Cincuenta años para que la verdad judicial coincidiera con la verdad histórica. Medio siglo para que la palabra “enfrentamiento” fuera sustituida por lo que siempre fue: un asesinato planificado, ejecutado por Fuerzas conjuntas, protegido por la complicidad empresarial y bendecido por el silencio de los diarios de la época. La muerte de Raúl Ramat no fue un hecho aislado: forma parte del entramado de un plan sistemático de represión, donde la ingeniería del terror buscaba disciplinar no sólo a militantes, sino también a trabajadores, profesionales, a cualquiera que pudiera representar una voz autónoma. La bala no se dirigía sólo al cuerpo, sino al tejido social entero. Hoy, la memoria se convierte en resorte contra el olvido. El documental de “Memoria Frágil” devuelve la historia a su dimensión humana y política. Porque contar quién fue Ramat es también contar qué país quisieron acallar y qué país se resistió a ser silenciado. Su vida truncada es un espejo donde se reflejan la juventud arrebatada, los sueños interrumpidos y la justicia tardía que llega cuando ya no hay tiempo, pero sigue siendo necesaria. La memoria, verdad y justicia no son apenas consignas: son, en historias como la de Raúl Ramat, la posibilidad de devolverle nombre y rostro a aquello que el terrorismo de Estado intentó convertir en cifra. Y son también, todavía hoy, la advertencia de que las puertas no deben volver a abrirse a la violencia de la intolerancia y del poder armado. El crimen del ingeniero Raúl Ramat El ingeniero Raúl Alberto Ramat tenía 27 años cuando fue asesinado el 11 de junio de 1976, en la ciudad de Campana, en la provincia de Buenos Aires. Había comenzado a trabajar en la empresa Techint y no tenía militancia, más allá de simpatizar con la JP. Ramat fue acribillado a balazos sin mediar palabra alguna de parte de los militares que llegaron a su casa y cuando abrió la puerta, mientras su esposa embarazada estaba en el living a escasos metros. En ese acceso quedaron marcados más de 20 disparos y otros boquetes en la pared, consecuencia de la irracional balacera. Varios de los impactos dieron en el cuerpo de Ramat, quedó tirado en el suelo, moribundo, y nadie permitió que fuera atendido. Murió horas después por “hemorragia interna por herida de arma de fuego, con destrucción de hígado”, según el parte médico. Manuel Ramat “A mí y a todos nos destrozó. Pero, a mi padre los hizo pedazos. Ellos… yo siempre tengo la idea que se dejaron morir. Mi padre, porque no pudo soportarlo, no pudo soportar esa idea porque fue un golpe terrible, o sea, una mañana aparece el suegro de mi hermano con la noticia de que a él lo habían asesinado y era algo absolutamente impensado para nosotros… y, bueno, después lo velaron en casa porque mi padre quiso que lo velaran ahí. Al poco tiempo me secuestran a mí. Pero, sobre todo, en el caso de mi hermano, ellos no se recuperaron. Fueron con el tiempo, digamos, anímicamente cayendo y… bueno… al final fallecieron. Lamentablemente, no llegaron a haber esta Justicia tardía que hubo, pero donde se pudo condenar al máximo responsable de su asesinato, que hubiera sido un pequeño consuelo frente a tanto dolor. Pero, fue un dolor inmenso… terrible, terrible. Nadie está preparado para perder un hijo, pero menos de la manera tan brutal, tan horrible, como lo mataron a él y cómo lo trataron a él, a su esposa Angelita. Es un milagro que no haya perdido el embarazo, porque le pegaron un culatazo cuando ella quiso subir al Jeep donde lo llevaban, porque lo arrastraron de los pies y lo tiraron como un saco, como una bolsa de papa, lo tiraron arriba del Jeep; y ella quiso subirse desesperada por lo que había pasado, uno de los de la patota le pegó un culatazo en la panza cuando era evidente que estaba embarazada. Y después la tuvieron una semana incomunicada y al final, un militar, yo no sé si este que jugaron ahora el general Luis Pacífico Brito, les dijo: ´Bueno, olvídese de lo que pasó´. Como si fuera una cuestión simple, como si fuera algo sin importancia. Pero, bueno, esa es la consideración que ellos tenían de la vida de los demás”. Fernando De la Rosa “Y… mirá… yo lo que recuerdo ahí… recuerdo claramente que estaba jugando a la figurita, creo que era justo era un día que andaba con suerte. Yo habré tenido 11 años, por ahí, 11 años… Y me llaman… me llaman, me parecía raro que me sacaran del lugar que yo estaba jugando ahí como a media cuadra. Y, bueno, cuando llego a casa era como que pareciera que había tallado una bomba, porque, bueno, mi madre, recuerdo llorando desconsoladamente, ¿no? Todo fue la imagen de la tristeza, te diría. Re fuerte… Bueno, eso… Mucho dolor, yo no entendía muy bien. Sabía que, por supuesto, me expresaban que se había muerto. Creo que mis padres tuvieron muchísimo cuidado conmigo y con Angelita también, porque, bueno, realmente era el horror, ¿no? Era el terror. Yo, digamos, como que fui ya más de grande, te diría capaz que tenía 16-17-18 años, entender qué era lo que había pasado o que me era como que me estaban explicando, ¿no? Bueno… creo que eso también marcó un poco el impacto de no sé si más que el respeto, era el miedo ´a la Gorra´, a la institución. En el caso particular de una familia que te toca eso, fue muy fuerte, muy fuerte (…) Angelita embarazada… sí… fue un tema lo de ella también. Mi padre salió raudamente hacia Campana para registrar. Mi papá era escribano, así que pudieron registrar qué era lo que había pasado, como dar fe, digamos, ¿no? Tenía… entiendo que era ese poder de dar fe de algo. Y bueno, sí fue tremendo eso, lo de Angelita… el tema de que por ahí en un principio ella contaba parte del horror que fue la situación; de eso… de la madrugada, que entraran, y ella escuchó como una explosión, recuerda… Y después, bueno, lo acompaña a Raúl, acribillado prácticamente, pero aún con vida. Sube a… no sé si a un Jeep o a una camioneta, llegan a la Comisaría y ella cuando va pasando por un pasillo de la Comisaría, con un culatazo o algo así, la dejan dentro de un calabozo… Bueno, también muy difícil la situación de ella, me imagino. Incluso uno de los médicos, aparentemente médicos de ahí, le decían que su hijo no estaba, que no se escuchaban los latidos. O sea, es tremendo, ¿no? Después, un médico de Techint, porque Raúl trabajaba y era ingeniero de Techint, que siempre destaca Angelita lo bien que siempre lo trató la empresa y en este momento también, digamos. A pesar de que yo tengo alguna otra idea también de Techint, pero… sí, ella siempre destacó eso. Bueno, dice que va a un médico de Techint y le brinda la asistencia y le dice que se quedara tranquila, que el hijo estaba perfectamente y no pasaba nada”. Víctor Centurión “A todos nos sorprendió… innecesaria muerte, porque ´Rulo´ nunca con nosotros habló de ni de política ni de nada… otra cosa que no fuera de la vida universitaria. Ahí teníamos problemas comunes por compartir el edificio, por compartir la vida universitaria. Y en ese momento ya se iniciaba lo que iba a ser el traspaso de la UCA a la UNER, es decir, que también eso nosotros nos unió en el trabajo para intentar que las facultades nuestras dejaran de ser UCA y pasaran a ser UNER, y eso nos costó. Tan es así que, en Ciencias Económica, nosotros lo logramos, y creo que Ingeniería no lo logró porque después no fue más Electromecánica, y creo que a esa no la absorbió la UNER, sino que creo que la UTN… Pero, eran esas luchas universitarias, digamos, eran por la vida universitaria misma. Nada fuera de eso, nada… nada… en absoluto… en absoluto”. Eduardo Muani “A ´Rubíto´ lo asesinaron el 11 de junio de 1976, el mismo día que yo rendí mi última materia y me gradué. Tanto es así que muchos de mis compañeros sabían de la noticia y no me quisieron comentar… porque me emociono… tenía que rendir mi última materia, y nadie me dijo nada. Cuando salgo de rendir, me había recibido, la jefa de alumnado, una persona a quien también quiero mucho, ya está jubilada, pero en ese momento era jefa de alumnado: Elsa Acebal… Elsa viene y se acerca. Me separa, donde estábamos todos festejando y me dice: -Mira, Eduardo, lamentablemente, tengo que darte una mala noticia, pasó esto, esto y esto, lo asesinaron a ´Rubito´ en Campana. Yo sabía perfectamente que él estaba trabajando en Techint; que su esposa, quien también conocía, estaba embarazada. O sea, fue un golpe tremendo para mí. De manera que cada 11 de junio, en donde yo celebro mi graduación, también, por supuesto, hago un homenaje eterno para él… porque… qué cosa de la vida, ¿no? Tan amigos y justo pasa esto el día en que yo me recibo. O sea, que mi felicidad fue relativa ese día”. Recibido de ingeniero electromecánico en Paraná, comenzó a trabajar en una consultora, en electrificación rural y a la vez daba clases en la UTN. Nacido en Nogoyá el 7 de septiembre de 1949, en el ’63 su familia decidió trasladarse a Paraná. Estudió en el colegio La Salle, donde se recibió en 1966, y recibió el diploma de ingeniero mecánico electricista en 1974. Maximiano Blas Asensio “Un muy buen alumno, inteligente, despierto, perspicaz, íntegro también y muy firme, muy firme. Sus ojos celestes lo revelaban, diríamos, ¿no? Y hubo toda una camada de gente muy… muy buena en la Facultad; gente que, bueno, han podido desarrollar su vida profesional totalmente… A pesar de que éramos una Facultad en su inicio con mucha pobreza, la mayoría de los docentes trabajaban ad honorem. No había nada más que para pagar algunos sueldos administrativos, es decir, con mucha estrechez, diríamos; pero, en donde el docente se daba por entero, se daba por entero. Tengo un recuerdo muy grato en esto de un alumno, de apellido Tuma, que se fue a trabajar a Brasil, llegó a gerente o algo así de una planta grande de embotelladora de Coca Cola. Y un verano de enero, de esos de calores enormes, golpean la puerta y estaba Tuma, después de no sé cuántos años. Y me dice, mire vengo a agradecerle a usted y a todos los docentes que nos enseñaron, que no sentí ningún distingo ni ninguna diferencia entre las universidades de Brasil y la nuestra de Entre Ríos. Es decir, había una dedicación por el alumno muy intensa… muy intensa”. Fernando De la Rosa “Bueno, de Raúl, la primera imagen que tengo es una imagen de él estando en la pileta de una casa quinta que teníamos, y me pareció ver a Jesús realmente, ¿no? Porque era muy similar y cuando se le mojaba el cabello tenía esa imagen. Y creo que su personalidad era muy similar… y digo… no sé… no lo conocía a Jesús. Pero, digo, es muy raro eso, una persona muy íntegra. Me emociona recordarlo… Eso lo recuerdo de él. Y después, también recuerdo (que) tenía como una suerte de expresión afectiva. ¿Cómo te diría? Como muy contenedor, pero hasta justa te diría… Muy, muy ahí. Me parece que tenía que ver quizás con los orígenes de su venida de Nogoyá, de su familia, más de campo, te diría así, ¿no? Muy noble, muy noble, muy noble (…) Y él se vincula con mi hermana, Angelita. No te puedo decir el año, porque no lo sé. Y, bueno, la verdad que tiene una acogida tremenda en la familia, muy querido. Ya te digo, porque era un tipo muy especial, ¿no? Y, bueno, los recuerdos que tengo de él, casi todos son en este lugar que te digo, en la quinta, que era donde nos veíamos más extendidamente… por ahí quizás… yo tenía 10-11 años. Recuerdo eso. Recuerdo su austeridad, su prolijidad, pero su austeridad, su físico también, muy atlético. De hecho, yo tengo una tabla donde él se ejercitaba, la tengo yo todavía. Bueno, eso, para mí fue como un ejemplo… Siento que era chiquito yo, pero una persona adorable”. Julio Mernes “Mirá, fue una cosa media rara. Yo empecé la escuela La Salle, cuando yo entré en primer año, él ya estaba en segundo año. Hicimos todo el secundario, siempre un año más adelante que yo. Y la relación que teníamos era de conocernos del colegio nada más, ¿viste? Después él entra a la Facultad y yo al año siguiente entro a la Facultad también. Y ahí en ese momento empezamos un poquito más a tener más relaciones por el fútbol y por una serie de cosas, y a mí me gustaba correr, ¿viste? Y siempre iba al Parque Berduc a correr. Y a ´Rulo´ también le gustaba hacer deportes; entonces un día me dice: mirá, yo… y bueno, vamos, qué sé yo… vamos, vamos… vamos, se nos empezó a acumular un grupito de gente, ¿viste? Íbamos todos los días prácticamente a correr, y ahí empezó la amistad más en serio, ¿viste? Y después hicimos un viajecito a Colón, junto con gente de Ciencias Económicas y de Ingeniería, también tipo así campamento, una semanita capaz que más, y otra vez a compartir cosas y demás, ¿viste? Él siempre me llevaba un año adelante, ¿viste? Él se recibió primero que yo… pero, compartíamos en la Facultad también muchos mates, juegos de ajedrez y todas esas cosas. Hasta que por ahí a él se le ocurrió, creo que fue él el que organizó, un viaje a Brasil y me dijo a mí, ¿viste? Éramos 5… Y, bueno, y dice, vamos a ver qué pasa, ¿viste? Hicimos un viaje allá, estuvimos un mes prácticamente, y vos en un mes estando con 5 personas, compartís muchas cosas. Y lo que me sorprendió fue que cuando él se casa, que cuando volvemos de Brasil, al poco tiempo, no me acuerdo cuánto tiempo era, pero me pone de testigo de casamiento. Me dijo: ah, mirá qué bueno… Y bueno, y ahí seguimos juntos, compartiendo muchas cosas, hasta que llegó el tema”. Manuel Ramat “Y bueno, tengo infinidad de recuerdos. Compartimos la infancia, una infancia en el campo, en Colonia La Llave, donde mi madre era directora de una escuela rural. Y casi 26 años de vida juntos, digamos… bueno, después él se recibió; se casó; formó su familia. Pero, siempre estuvimos cerca. Siempre estuvimos afectivamente relacionados. Estudiábamos juntos en la Facultad. Después yo me dediqué a la militancia. Pero, en el último tiempo incluso yo estuve, cuando estaba perseguido acá, y en la provincia ya no podía estar…. estuve un tiempo en la casa de él, otro tiempo en la casa de otro pariente. Así que, hasta abril del ´76, por ahí vivimos juntos un tiempito, un mes, 2 meses, así que compartí mucho con él. Y nos quedó por compartir esta etapa que a él le hubiera gustado, que era… él esperaba mucho la llegada de su hijo. Estaba muy ilusionado con su familia. Era una persona muy familiar, muy amigo, muy compañero. Le gustaba ser un buen amigo. Era, además, como profesor… este… me he encontrado con quienes han sido alumnos de él y que lo recuerdan con mucho cariño, por la ayuda que siempre les dio, por la forma de enseñar, por la forma de ser. Tenía su carácter, pero era un tipo absolutamente honesto, franco, amigo… le gustaba el deporte. Tengo muchos recuerdos, muchos recuerdos (…) Era y estábamos muy cerca porque teníamos una diferencia muy chica de edad; compartimos muchas cosas y seguramente hubiéramos estado compartiendo también todo esto de los logros profesionales de él; la posibilidad que tuve yo después, si bien no de terminar la carrera, trabajar en una fábrica. A él le hubiera gustado todo lo que yo pude llegar a hacer en esa fábrica. Lo que él estaba haciendo en Campana, que era importante porque profesionalmente iba creciendo mucho… bueno… hubiéramos seguido compartiendo muy de cerca todo como lo hicimos en tantos años de nuestra vida”. Julio Mernes “Y otra cosa que compartimos fue el remo, una cosa media de loco era ¿viste? … Porque éramos 4 de la facultad, hicimos un bote, no sé cómo salió el tema, y bueno, empezamos ahí a remar e íbamos a las 10 de la noche en invierno … Íbamos a correr al parque, a salir en bote… De noche y vos remabas y llegaba la lloviznita… Un frío… después también en verano lo hacíamos, ¿viste? Y parece que anduvimos bastante bien porque nos querían hacer socios del Rowing, porque parece que teníamos un tiempo mejor que el bote oficial del Rowing… eso nunca nadie lo… No sé si lo supieron o no, pero éramos dos loquitos del deporte como yo y el ´Ruli´ y otros dos más. Que le dimos con todo a eso. Esa fue una experiencia tremenda porque estuvimos bastante tiempo con eso, ¿viste? Y compartir esas noches de frío y todas esas cosas era una cosa bastante linda, una cosa que me llenó mucho (…) Muy buen compañero. Yo nunca tuve una pelea con él. No sé si él se ha peleado con alguno o no. Pero, no sé si coincidíamos en las cosas o no, pero nunca tuvimos ningún encontronazo ni nada. Y siempre fue así. Muy dado. Lo que él tenía lo compartía y era cosas así… No te puedo decir nada en contra de él. Es una cosa que no… no sé… tengo varios amigos, pero él es uno de los principales amigos”. Tenía 26 años cuando se recibió de ingeniero en la Universidad Católica Argentina, que funcionaba en lo que hoy es la Facultad de Ciencias Económicas, en Paraná. Fue presidente del centro de estudiantes y durante la dictadura de la autodenominada Revolución Argentina encabezó una histórica toma de la casa de estudios. En la facultad también montó un banco de ensayo de motores y trabajó activamente hasta que se recibió. Se casó el 10 de mayo de 1975, con Ángela De la Rosa, y a la semana se fue a vivir a Campana, tras un ofrecimiento de la firma Techint. Eduardo Muani “A Raúl, a ´Rulo´ o a ´´Rubito´´, como le decíamos, nos conocimos en la Facultad de Ciencias Económicas, en donde yo cursaba mi carrera de Contador Público y ´Rubito´ cruzaba la carrera de Ingeniería en Electromecánica. Ambas Facultades dependían de la Pontificia Universidad Católica Argentina, que tenía su sede de rectorado en la ciudad de La Plata, en la Provincia de Buenos Aires. De manera que era éramos pocos estudiantes en ambas carreras, nos conocíamos todos. Era verdaderamente una gran familia y nos mezclábamos tanto los estudiantes de ingeniería como de económica en todas las actividades sociales. Compartíamos el mismo edificio de calle Urquiza 552, donde hoy funciona Económicas exclusivamente; y otras instituciones, otras organizaciones de la UNER (por la Universidad Nacional de Entre Ríos) y, bueno, recuerdo muchísimo haber compartido con él las peñas que organizábamos una o 2 veces al año entre ambas facultades. Era una persona encantadora. Nosotros… yo también era conocido y bastante allegado a Manuel, a su hermano, pero en realidad tenía más acercamiento con él, por esas cosas que se dan en la vida, ¿no? Por grupos de trabajo que teníamos. Y, bueno, así fue como lo conocí a él, cada uno cruzando sus carreras en el viejo edificio del Seminario de Paraná”. Maximiano Blas Asensio “A mí me llegó al alma. Estuve en el entierro. Era un muchacho de ideales, muy firme, muy, muy firme. Bueno, pero es un desenlace tremendo para la Argentina. Mirá, volví a recordarlo a Raúl sin que ustedes me invitaran, por lo siguiente. Lo conozco al chofer de (Estanislao Esteban) Karlic y entonces dice que cuando ahora último falleció, él lo iba a ver al centro de donde están los sacerdotes. Y Karlic le preguntaba, ¿cómo está el mundo? ¿Cómo está la Argentina? Dice, por lo menos dos pensamos que tiene que estar mejor. Y esta era la ilusión nuestra en aquella época, por lo menos dos estar en un sueño distinto, ¿no? Y Raúl era un soñador de una Argentina distinta (…) Todo era embrionario, todo era a desarrollar… todo era a desarrollar porque no había experiencia, no había, digamos, lo que se llama el hecho educativo anterior, ¿no? No había… no había una memoria. Esa memoria era lo que hacía cada grupo nuevo que ingresaba, ¿no? Y la primera camada fueron 7-8, y así sucesivamente… no eran muchos, no eran muchos”. Víctor Centurión “Rra época universitaria, eran los años ´70. Nosotros éramos estudiantes universitarios. Convivíamos en la Universidad. En esa época dependía de la UCA, Universidad Católica Argentina, en el edificio que era del Seminario en esa época, seminario viejo. Ahí cursaba Ingeniería Electromecánica y Ciencias Económicas. Entonces, ellos, ´Ruli´ inclusive, hacía vida universitaria por Ingeniería y nosotros por Ciencias Económicas… y convivíamos en el mismo edificio y nos llevábamos muy bien, y organizábamos cosas juntos. Por ejemplo, organizábamos fiestas, peñas, bailes, viajes, es decir, nos llevábamos muy bien… es decir, los centros de estudiantes, donde yo era referente de cuarto o quinto año de Ciencias Económicas en el centro de estudiantes, entonces… y con ellos trabajábamos en distintas actividades. Inclusive, teníamos muy buena relación con los decanos de ambas casas y manteníamos juntos, hacíamos cosas juntos. Es decir, muy buenos recuerdos de la vida universitaria entre los años ´70 en adelante, digamos”. Julio Mernes “Para colmo es una cosa rara, ¿viste? Porque como íbamos a distintos años, ¿viste? Por ahí vos compartís mucho con el que está con tu año, ¿viste? Y él tenía un grupito de muchachos… un grupito de estudiantes y que después fueron ingenieros, creo que trabajaron también juntos, y se llevaban muy bien entre ellos también. Por eso, me pareció muy muy raro la cuestión esta… Pero, lo acepté… Incluso cuando él se casa, la fiesta fue muy íntima. Fueron 2 o 3 familiares, fuimos los testigos y nada más. No sé si éramos más de 10 o 12 no habremos sido. Así que yo me sentía muy halagado por lo que había hecho ´Rulo´ conmigo”. Víctor Centurión “Con ´Rulo´, la última vez que lo que lo vi -digamos- que tengo un grato recuerdo, fue en un viaje que organizamos juntos: 4 muchachos de Ingeniería y de Ciencias Económicas y yo… íbamos un poco a celebrar esa convivencia y que habíamos organizado un reciente baile universitario que había tenido muy buena llegada acá. Entonces, como habíamos trabajado muy bien, dijimos, vamos a organizar las vacaciones de ese verano juntos. Y nos fuimos así de campamento… inclusive ´Rulo, que era el mayor y ya era ingeniero, nada más que hacía como una especie de trabajo de extensión universitaria en la Universidad, y viva todos los días a la Universidad. Entonces, teníamos un contacto. Entonces, nos fuimos y pasamos muy bien, convivimos, y al regreso, bueno, cada uno siguió su vida y al tiempo me enteré de esta muerte innecesaria de ´Rulo´, ¿no? Que hasta hoy uno lo recuerda como una gran incógnita, para qué y por qué, ¿no? No había razón de ser (…) ´Rulo´ era un tipo sencillo y muy alegre. Tal así que él siempre tocaba la guitarra cuando nos encontrábamos a compartir. En ese momento hacíamos muchos asados, entonces, en el lugar y en la misma Facultad. Y ´Rulo´ siempre iba con su guitarra y amenizaba los encuentros. Es decir, era un tipo muy ameno y muy dado, es decir, muy sencillo, importante. Era un joven profesional con todas las aspiraciones y con todas las cosas así, con mucha ilusión. Tan así que él había conseguido un trabajo en Techint, creo, y se había ido a Campana. Por eso, después de enero del ´75 yo medio que no lo pude ver más porque él se había trasladado a Campana, no sé exactamente en qué fecha. Y que fue donde lo encontró la muerte, digamos, ¿no?”. Esa noche del 11 de junio del ’76 fuerzas conjuntas llegaron a la casa del ingeniero Raúl Ramat, en calle Moreno 217 de la ciudad de Campana y comenzaron a golpear en forma violenta la amplia puerta de la casona. Eran las 22:30 aproximadamente. Ramat avanzó para ver quién golpeaba y pudo observar que detrás de la puerta había personal de civil con armas; más atrás se encontraba personal de Ejército. Apenas empezó a abrir la puerta, se escucharon numerosos disparos. Su esposa, que estaba embarazada de seis meses, y se encontraba en el living, se asustó con los sonidos y los gritos de su esposo; creyó que había estallado una bomba en la puerta. Los disparos atravesaron la puerta de entrada. Cuando abrió la puerta que daba al zaguán se encontró con su marido en el suelo, caído en un rincón, con su cara en uno de los escalones, moribundo, con una herida a la derecha del tórax, que era del tamaño de su mano. Su mujer pidió asistencia, pero nadie la quiso escuchar. Lo trasladaron y lo dejaron morir sin mover un dedo. Manuel Ramat “Él no era militante… él no era militante. Pero, tenía profundas convicciones católicas. Acá era amigo del ingeniero Asensio, por ejemplo. Le gustaba el deporte, le gustaba mucho el deporte. Ese día que lo asesinaron, él venía de jugar al fútbol con otras personas de la fábrica. Después yo me enteré de uno de ellos que estuvo jugando antes de que a él lo asesinaran y quise contactarme con él, que también era personal de la empresa Techint, y no pude porque la hija le manifestó a esta persona que me lo nombró que había quedado tremendamente afectado por lo que sucedió con mi hermano y no podía hablar de eso, no podía hablar. Era muy responsable, era muy capaz, él estaba creciendo mucho en la empresa. Y me hablaba también del jefe de Relaciones Industriales, que era un tal Nicolini, que era personal de los servicios, es decir, me hablaba de los siniestros que era este personal, que seguramente tuvo muchísimo que ver con todas las desapariciones. Y yo le adjudicó a él y sobre todo al dueño de la empresa, a Agostino Rocca, la responsabilidad mayor, porque si bien se ha podido juzgar la responsabilidad de los militares que llevaron adelante estos hechos tan sangrientos, la responsabilidad de los empresarios ha quedado al margen gracias a la tremenda red de protección que tiene por su poder económico. En la fábrica… en esa fábrica hubo muchas desapariciones de personal obrero, de personal que trabajaba en la empresa y que seguramente han sido denunciados por este siniestro jefe de Relaciones Industriales o jefe de personal, Nicolini, que hubiera tenido que ser juzgado también. Lamentablemente, esa Justicia no llegó hoy”. Eduardo Muani “Alguna información sí teníamos, por algunos otros amigos que viajaban. Pero, bueno… no es como ahora, en donde tenemos tantos medios de comunicación con redes sociales. No había nada en esa época, obviamente. Y al irse de la ciudad de Paraná a vivir a Campana, o sea, no teníamos asiduidad de contacto. Pero, siempre alguna información, por algún amigo que viajaba o cuando ellos venían para acá, alguna información yo tenía. Pero, en realidad sí, nos alejamos, pero simplemente por una cuestión geográfica, diría yo (…) Muchísimo. Yo lo apreciaba mucho. Y ya digo: no sé… a mí me marcó mucho ese hecho… mucho. Y con este plus de que fue ese día justamente, y me enteré… yo no podía creer… o sea, se me olvidó lo que estaba festejando en ese momento. Que obviamente para cualquier estudiante, el día en que se graduó es de enorme alegría. Bueno, yo no pude”. Fernando De la Rosa “Yo igualmente… o sea… no alcanzaba a entender la magnitud de lo que estaba pasando, de lo que era. Es más, yo creo que casi te diría que hice toda la secundaria, estuve en el Colegio Nacional, que también era bastante movilizador, a pesar de lo que estábamos en ese momento. Y te diría que quizás en el último año, se pudo entender medianamente, bueno, fue justo lo de Malvinas y todo eso. Ahí pude un poquito entender qué era lo que había pasado y lo que estaba pasando en el país, digamos. Este, sí, fue tremendo, sí (…) Y recuerdo… lo que sí recuerdo es la destrucción que hicieron de la familia de los padres. Sí… de los padres de él. Realmente es como quedaron fuera de servicio, te diría, ¿viste? Muy mal Benito y Azucena”. Julio Mernes “Fue tremendo. Una cosa que… porque él cuando se recibe, bueno, se casa y dice, se van a Campana… Y ahí en Campana fue donde, no sé si en Campana o por ahí cerca, no sé cómo nos viene la noticia de que lo habían matado… ¡Una cosa tremenda! En toda la Facultad, en todos los amigos que teníamos, amigos también de La Salle que tenía también… Una cosa que no lo podíamos comprender… Porque vos en esa época había gente que estaba metida en grupos guerrilleros, otras qué sé yo… por ahí vos políticamente yo te decía que no me meto en nada; pero vos no podías explicar por qué accionaron así sin saber quién era ´Rulo´, sin saber, porque con averiguar un poquito, te dabas cuenta que él no estaba metido en nada raro. Yo lo puedo decir porque compartí tanto tiempo con él que si hubiera estado metido me hubiera comentado algo, qué sé yo, pero no. Y eso me dolió mucho, porque una muerte que no tiene sentido (…) Fue un flor de tipo para mí, ´compañerazo´… y que lo extraño mucho”. Manuel Ramat “Yo sabía lo que él me comentaba cuando estuvimos ahí ese tiempo viviendo juntos, de que él veía las actitudes de este Nicolini y que era un personal que tenía estrecha relación con los servicios de informaciones, cómo se manejaba. Después se empezó a conocer todas las desapariciones que hubo, todo lo que pasaba en esa zona que fue terrible. Yo me acuerdo que en las primeras épocas, después del golpe del 24 de marzo había noticias de que aparecían cadáveres flotando en el río Luján, por ejemplo, en los primeros tiempos. Fue terrible. Pero, lo que sucedía en la zona concretamente y en la fábrica no lo supimos hasta que después con el tiempo, uno fue entendiendo qué es lo que sucedió en Campana, sobre todo (…) El papel de estas mujeres como Inés Cisneros, con la cual yo tengo una deuda de gratitud, porque lo hacen presente en esa Facultad para que quienes cursen sepan de la hombría que tiene, que tuvo alguien que lo desaparecieron, que lo mataron de una manera tan brutal y que pasó por esas aulas y que enseñaba y que con generosidad compartía y trataba a quienes eran sus alumnos. Yo acá he tenido muchos testimonios de quienes fueron alumnos de él, porque él también dio clase acá en Tecnológica, y que lo recuerdan especialmente por su dedicación, por su buen trato, por su preocupación por enseñar y porque ellos pudieran recibir lo mejor de una forma, con un trato adecuado para que hacer del hecho de educar, un hecho grato para todos. En una cuestión tan difícil como es la enseñanza de la ingeniería, ¿no?”. Nunca se supo por qué lo asesinaron, aunque algunos obreros de la empresa reconocieron que el jefe de seguridad que estaba allí era un personaje nefasto, que había marcado a varios de los empleados, pese a que no tenían relación con ninguna agrupación política. Al cadáver se los dieron al otro día. La constancia policial fue firmada por el comisario Franklin Leonetti, quien al poco tiempo de tal hecho fue derivado a la Comisaría de Luján. El policía escribió que la muerte de Ramat había sido “a raíz de un enfrentamiento con fuerzas militares”, que, claro está, nunca había existido. Tuvieron que pasar 50 años para que existiera una condena judicial por el crimen de Ramat. A fines de agosto pasado, el Tribunal Oral Federal N°1 dictó sentencia en el cuarto juicio de la Mega Causa Campo de Mayo-Área 400, que investigó crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. Entre los tres imputados, uno de ellos fue juzgado por delitos contra el entrerriano Raúl Ramat. El principal condenado fue Pacífico Luis Britos, ex general de División y jefe de la Sección Operaciones del Área 400 en 1976, quien recibió prisión perpetua por secuestros, torturas y homicidios contra 15 personas, de las cuales 12 eran ciudadanas de Zárate y Campana. Tuvieron que pasar cinco décadas dolorosas para llegar a estar sentencia Manuel Ramat “Se hizo Justicia cuando no pensábamos que iba a llegar… nunca tuve… yo en 49 años nunca tuve ninguna noticia, no tuvimos nosotros ninguna noticia sobre quiénes eran los responsables, qué había sucedido. Y a principios de este año cuando me llama, estábamos viajando y me llaman del Juzgado Federal número 1, el Tribunal Oral Federal en lo Criminal de San Martín, y me dicen que estaban juzgando a 3 represores de una de las derivaciones de la causa Campo de Mayo… Campo de Mayo fue uno de los campos de concentración más siniestros que hubo en el país, alrededor de 5.000 víctimas pasaron por ahí y sobrevivieron 2 o 3 nada más. Y que uno de ellos era Luis Pacífico Brito y que estaba, entre otros hechos, acusado por el asesinato de mi hermano. Después, con el tiempo más adelante, en marzo me llamaron a declarar por Zoom, porque no era un juicio presencial. Yo lo quería presenciar, pero me dijeron que no, que lo hacían todo virtual. Y ahora, el martes de la semana pasada (por el 12 de agosto de 2025) me avisaron de que era la sentencia y, bueno, estuvimos viendo la sentencia también por el del Tribunal Oral, donde por primera vez pude conocer a este hombre: Brito estaba en la oscuridad, no había prendido la luz de la cámara… y que además demostró toda la cobardía que puede tener un ser tan miserable como ese. Porque quiso desligarse. Ya es la segunda perpetua que tiene, por hechos aberrantes, montones de hechos aberrantes, y quiso desligarse diciendo que él no podía ser totalmente responsable de lo que hacían sus subordinados. O sea, además cobarde para no asumir su culpa y su responsabilidad. Era el jefe de operaciones de la zona Zárate Campana, donde desaparecieron cientos de personas, la mayoría obreros, trabajadores de esa zona, Y él fue el máximo responsable, ´el señor de la vida y de la muerte´ de todos ellos (…) Y no repara nada porque, sobre todo, nos falta nuestro mi hermano, el marido de mi cuñada… la vida que pudimos haber compartido… todos los momentos que pudimos haber compartido. Pero, es un alivio… es un alivio saber que algo de Justicia llegó cuando ya nosotros no la esperábamos, cuando creíamos que no iba a haber Justicia en eso. Y aquí quiero hacer un reconocimiento a los organismos de Derechos Humanos de Campana. En un principio, hace un tiempo me contactó Miguel Di Fino, que era un artista, periodista, investigador en Campana. Él escribió mucho. Me regaló dos libros inclusive e hizo una película que se llama ´A tres días del otoño´. También me la regaló. Yo no lo llegué a conocer porque cuando él pasó por acá, yo ya no estaba en ese momento y después falleció. Él investigó mucho sobre los desaparecidos en Campana, todos los obreros, todas las trabajadoras asesinadas y de mi hermano no tenía noticias. Claro, mi hermano no vivía ahí. Vivía en Campana ocasionalmente, pero no era de ahí. Y cuando se enteró sacó un artículo muy emotivo que me lo mandó en un periódico digital que tenía que se llama ´La auténtica defensa´, y el artículo se llama ´Rulo ya no vive aquí´. Muy lindo, sin conocerlo, hablando sobre lo que sentía cuando se enteró del hecho del asesinato”. Eduardo Muani “Siempre, siempre. En mi gestión como decano, cuando hubo un aniversario, hemos descubierto una placa o varias placas… no recuerdo… en homenaje a ´Rubito´ y a otras y otros compañeros desaparecidos que estudiaban en mi Facultad. Siempre ellos están presentes, todos… siempre. En la facultad y la Universidad los recuerda siempre, con mucho respeto, con mucho cariño y con mucha admiración. Porque fueron personas excelentes que defendieron sus ideales como debe ser. Y, bueno, lamentablemente, Argentina tiene historias negras como esta que no deberían repetirse nunca más”. Víctor Centurión “Vuelvo a insistir, ojalá no se sucedan esos nuevos hechos y muertes innecesarias. Ahora estamos expuestos a otro tipo de peligros. En ese momento era ese… esos operativos, esas cosas. Hoy, la juventud encuentra la muerte de una forma también así sin sentido, pero por otros motivos, digamos. En ese momento, los jóvenes siempre estábamos en peligro. Ser universitario y ser joven era un problema allá y hoy también, digamos, es como que la historia se repite, con distintos adversarios, distintas circunstancias. Pero, bueno, un buen recuerdo de ´Rulo´, sabíamos que se había casado hacía poco, que estaba formando su familia. Es una muerte innecesaria, injustificada, ¿no? Pero ¿qué va a hacer? Le tocó a ´Rulo´. Lo encontró la muerte”. Manuel Ramat “Y después, hace un tiempo, no sé… 3-4 años será, me llamó una mujer, Inés Cisneros, que después estuve averiguando que era esposa de un desaparecido, que estaba queriendo organizar juicios y me preguntó si me interesaba que se juzgara el asesinato de mi hermano. En ese entonces yo no pude ir porque ella organizó inclusive la colocación de placas. Hay 3 placas… hay placas en la Universidad Tecnológica Nacional de Campana, donde él era profesor, y donde se lo recuerda como docente, es uno de los tres desaparecidos que pasaron por esa Facultad. Y no pude contactarme con ella. Pero, yo supongo que el esfuerzo de ellos, el trabajo de todos los organismos, además de abogados tan valiosos como Pablo Llonto, como todos los que han sido querellantes y colaboraron en el esclarecimiento de los hechos en los juicios por Memoria, Verdad y Justicia… pero, me parece que los organismos de Derechos Humanos y los familiares y todos los que impulsaron los juicios merecen un reconocimiento. Yo ahora estoy intentando contactarme con quienes la conozcan porque yo no he ido a Campana desde que lo asesinaron. Es decir, la última vez habremos estado en abril del ´76. Hasta ese momento estuvimos ahí. Y no volví, pero me queda la deuda pendiente de poder verlos, de poder agradecerles todo lo que hicieron, porque realmente que esto se haya llevado adelante también es el esfuerzo de muchos que han sentido tanto dolor como nosotros y que impulsaron esos juicios. Cuando nosotros no creíamos que iban a suceder, porque lo que está vigente ahora es el negacionismo y realmente cuando uno ve candidatos como el hijo de Bussi, que fue socio de Milei y que fue el empleador de Milei cuando era diputado, un asesino convicto y confeso como el general Bussi, cuando uno ve todos esos candidatos que niegan lo que sucedió, como Benedict, el que tenemos acá en Entre Ríos, que organizó la visita a los represores presos para trabajar por su liberación, cree que la época es muy difícil para que se lleve adelante esto. Entonces, fue una sorpresa muy grata que, en otros lugares, en forma silenciosa tal vez y muy esforzada porque, de acuerdo a lo que me contaron, cuando tuvimos la entrevista previa con los integrantes del Tribunal Oral Federal, la secretaria y el personal que me contactó muestran que están trabajando casi sin recursos, que desmantelaron la Secretaría de Derechos Humanos, todo el personal que ayudaba en los juicios ya no está, pero ellos siguieron adelante y, bueno, se hizo Justicia. Algo de Justicia se hizo y tiene que seguir haciendo, y todavía mucho, mucho por esclarecer”. Julio Mernes “Lo que me enteré después es que parece como que, no sé si Videla, quién fue, mandaron un telegrama a los padres, diciéndoles que, en la guerra, así como mueren las águilas también mueren las palomas, como diciendo que se equivocaron totalmente con él… Y, bueno, fue un dolor tremendo… ¡Qué sé yo! Hasta ahora lo tenemos presente… Me han dicho que la esposa estaba embarazada cuando pasó todo eso, bueno, y tuvo el hijo y todo. Y me decían que el hijo era muy parecido a él. Yo nunca lo conocí, nunca lo conocí, ojalá que lo podía conocer algún día. Bueno, eso es más o menos todo lo que compartimos con ´Rulo´, aparte de muchos partidos de fútbol y esas cosas, también reuniones y demás. El ´Rulo´ era un chico muy dado. Por ejemplo, él compartía; a mí, por lo menos, las cosas de la Facultad… libros, apuntes, todas esas cositas… ayudaba también si vos le pedías algún… porque como él iba un poquito más adelante que nosotros, entonces podías pedirle alguna información de materias y cosas así… Fue un compañero muy… lo tengo muy presente, y cada vez que pasa algo así como esto, me vuelven todos los recuerdos que estuvimos juntos”. Manuel Ramat “Los recuerdo siempre… los recuerdo con enorme cariño. Tenemos una relación a distancia, pero permanente con mi cuñada, con Angelita… y bueno, siempre aparece algún recuerdo de lo que vivimos, de lo que compartimos, de toda esa infancia que pasamos en el campo, y sobre todo… bueno… la tranquilidad de saber que fue una buena persona, que era querido, que era apreciado y respetado por su forma de ser. Dejó huellas por dónde pasó… dejó huellas en la Facultad cuando fue presidente del Centro de Estudiantes. Dejó huellas como docente y como profesional y además como padre y como amigo. Sus amigos pueden dar testimonio, los que fueron sus alumnos pueden dar testimonio de la buena persona que era. Y bueno… mi familia… yo a mi esposa y a la familia de mi esposa la conocí a través de él. Él era amigo de ellos y yo me relacioné con ellos a partir de ´Rulo´”. Memoria Frágil: El crimen del ingeniero Raúl Alberto Ramat

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