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» Diario Cordoba
Fecha: 06/09/2025 16:02
Lo que ya hemos perdido es el pudor. La sensibilidad íntima ante la vergüenza. La honestidad, el recato, la prudencia. La decencia, el decoro, el miramiento. Y también el respeto. Me refiero al mínimo pudor ante las evidencias de la vida, tu responsabilidad y tu peso en ellas. Pienso en Óscar Puente, ministro de Infraestructuras desde hace dos años. Después del aluvión de averías del nuevo Talgo Avril, tras los caos de nuevo tan habituales en las estaciones de Chamartín y Atocha, con todo el verano de retrasos ahora convertidos en costumbre, afectando a los planes de viaje de miles de viajeros, después de todo lo que llevamos acumulado, cuando cualquier viaje en tren genera más incertidumbre que dar la vuelta al mundo en avión, advierte el ministro Puente que nos esperan dos años críticos. No necesitamos a Óscar Puente para hablar de impudicia, porque el retablo es amplio. Pero el ejemplo del ministro es evidente: después de varios años con la excelencia de la alta velocidad como imagen de marca, ahora lo habitual es ver convoyes paralizados en mitad del vacío, como en una intemperie o una llanura a lo Cormac McCarthy, con los viajeros paseando junto al tren como en La carretera, esperando que algún vecino pueda lanzarles un botellín de agua, desde el otro lado de una tela metálica, o pasando la noche en polideportivos, en pensiones, en las estaciones o en los trenes. La última pedrada a lo que antes era un mapa de normalidad en el territorio ha sido la retirada de cinco trenes Avlo de Renfe, de apenas un año de rodaje, por el riesgo en la seguridad de los pasajeros. El mensaje es que España vive su mejor momento en la alta velocidad. Pero claro, si tienes la costumbre de coger el tren, y la has tenido en los últimos veinte años, sabes que no es verdad. Es más: que en cuanto a incidencias y trato del viajero, puntualidad y servicios, nunca hemos estado peor que ahora. El ministro responde que la puntualidad es «mejor que la de Francia, Alemania o Italia» y que las incidencias son «muchas de ellas ajenas a la infraestructura y las operadoras». Pero si reparamos en los 18 trenes parados el 12 de junio y los 16 del 30, o las consecuencias devastadoras del incendio de un tren en Ciudad Real, que paralizó todo el tráfico Madrid-Sur el 30 de agosto, sólo como ejemplos muy recientes, una cierta prudencia, modestia o humildad sería lo razonable. Pero ya hemos perdido hasta el más mínimo pudor, o la vergüenza, sólo pensamos en salvar el tipo y la culpa siempre es de los demás. Lo que jamás se podría justificar en ninguna empresa privada, es la norma en la gestión política. Lo exigible sería abandonar el uso hooligan de las redes sociales, trabajar y autocrítica. *Escritor Suscríbete para seguir leyendo
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