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» Corrienteshoy
Fecha: 07/09/2025 01:21
El milagro de reconstruir el cuerpo y el alma de los heridos en las guerras de Oriente Próximo Las muletas repican contra el suelo, las ruedas de las sillas recorren los pasillos y los vendajes cubren brazos, piernas y rostros. Cada paciente carga una herida visible: quemaduras, amputaciones, cicatrices recientes. A primera vista, parece un hospital como cualquier otro. Pero no lo es. Estamos en el Hospital de Cirugía Reconstructiva de Amán, Jordania , gestionado por Médicos Sin Fronteras (MSF) . Aquí llegan los heridos de las guerras de Oriente Próximo: desde Gaza hasta Irak, Siria, Líbano, Yemen o Libia. Un refugio donde se reconstruyen no solo cuerpos, sino también vidas destrozadas por la violencia. «El objetivo aquí no es salvar vidas de forma inmediata, sino devolver calidad de vida», explica el director, Roshan Kumarasamy . El hospital nació como complemento a las cirugías de campo en Irak y, casi dos décadas después, combina disciplinas como la ortopedia, la cirugía plástica y la maxilofacial, incorporando innovaciones como la impresión 3D.Noticia Relacionada estandar Si Israel abre «las puertas del infierno» en Ciudad de Gaza Mikel Ayestaran Hamás reaccionó con un vídeo de propaganda en el que aparecían Alon Ohel y Guy Gilboa Dalal, dos de los rehenes que siguen vivos después de 700 días de cautiverioLos pacientes llegan desde seis países en conflicto o posconflicto . «Muchos son excombatientes, algunos han matado y cargan con culpa, dolor crónico, adicciones o infecciones mal tratadas», cuenta. La media de estancia es de entre cuatro y seis meses, tiempo durante el cual reciben un programa integral de salud Física y mental. En 19 años, el centro ha tratado a más de 5.600 pacientes y realizado más de 18.000 cirugías. Actualmente acoge a 127 personas, que conviven lejos de sus familias en un espacio diseñado como refugio temporal frente al trauma. Kumarasamy insiste en la esperanza: «Nuestros cirujanos llevan más de diez años trabajando juntos; el equipo de fisioterapia y 3D logra resultados increíbles. Lo que hacemos aquí puede parecer casi milagroso». La innovación traspasa sus muros. Junto con la Fundación MSF, crearon el sofware Antibiogo , adoptado por la OMS en contextos de bajos recursos. La herramienta, basada en IA, analiza imágenes de placas de Petri para identificar patógenos y recomendar tratamientos, gracias a la base de datos generada por casi 20.000 cirugías.Saja Belata, paciente de Gaza, durante una sesión de rehabilitación en el hospital de MSF Victoria RoviraDesde el inicio de la guerra, las cifras del Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, hablan de más de 63.000 muertos y 161.000 heridos. Las infraestructuras sanitarias colapsaron: hospitales saturados, escasez de medicamentos y largas esperas para recibir atención. Los niños son los más vulnerables, forzados a sobrevivir en condiciones extremas .Voces de GazaEn medio de este escenario, recorremos los pasillos del hospital en Amán y conocemos a los pacientes que provienen de Gaza: niños y jóvenes que la guerra convirtió en sobrevivientes antes de tiempo.Saja Belata , de 16 años, huyó de su hogar y vivió en una tienda de campaña en un campo de desplazados durante un año. La madrugada del 30 de octubre de 2024, un ataque aéreo impactó contra su refugio. «Sentí una explosión muy fuerte y me tapé los oídos. Me lanzó a otro terreno. Grité hasta no poder más», recuerda. Herida y entre escombros, tardó horas en ser rescatada. Al llegar al hospital de Gaza, no había camas ni medicamentos suficientes. Solo recibió antibióticos durante una semana, pero la herida se infectó y finalmente tuvo que someterse a dos amputaciones: primero por debajo de la rodilla, luego por encima. Tres de sus hermanas también resultaron heridas; su hermano y su padre murieron en el ataque.Regresar a casaTras el alto el fuego, Saja pudo regresar con su familia, pero meses después fue evacuada a Amán. Llegó con lo puesto, caminando largas distancias con una pierna amputada. Hoy recibe rehabilitación diaria, apoyo psicológico y ya cuenta con una prótesis. A pesar de todo, mantiene la esperanza: quiere regresar a Gaza para estar con los suyos. «Aunque no puedo caminar largas distancias, me siento feliz cuando dibujo. Quiero seguir estudiando, ir a la universidad y vivir como cualquier otra persona», asegura. Saja se muestra tranquila y constante, pero sus ojos reflejan la guerra que ha vivido. «Aquella experiencia marcó gravemente mi salud mental», confiesa. El psicólogo del hospital, el doctor Mahmoud Wreikat , subraya que su historia no es un caso aislado: «Actualmente, muchos pacientes de Gaza presentan TEPT (Trastorno de Estrés Post Traumático) severo, depresión y ansiedad, y viven con preocupación constante por sus familias debido a las noticias que reciben».Hossam Abdulrahman, paciente iraquí, muestra las secuelas de las quemaduras en su rostro Victoria RoviraEn la misma habitación donde Saja recibe rehabilitación, se encuentra Amir, también de Gaza. Acepta compartir su historia y pronto se une toda su familia para acompañarlo. «Me llamo Amir al-Daour , tengo 7 años. A mi padre lo mataron, me amputaron la pierna y mi hermano resultó herido», relata con una contundencia sobrecogedora para su edad.«Los niños lloraban constantemente. No sabía si era por el dolor, por la muerte de su padre o por el hambre. A veces me vi obligada a darles comida de animales para que sobrevivieran»Cuando comenzó el conflicto, su familia se refugió en una escuela. El 30 de diciembre de 2023, el edificio fue alcanzado: Amir perdió la pierna y su hermano Aser quedó gravemente herido. Su padre murió ese mismo día. Trasladados al hospital Al-Shifa, se encontraron con el caos: carencia de medicinas y recursos y charcos de sangre.Su madre recuerda aquellos días como insoportables: «Los niños lloraban constantemente. No sabía si era por el dolor, por la muerte de su padre o por el hambre. A veces me vi obligada a darles comida de animales para que sobrevivieran».Un lugar seguroTras más de un año de espera, Amir y su familia fueron evacuados a Amán. Hoy recibe atención y espera una prótesis que le devuelva movilidad, aunque ya va muy rápido con sus muletas de colores. A pesar de todo, Amir sonríe mucho: no quiere regresar a Gaza, desea un lugar seguro donde crecer. Sus hermanos también tienen aspiraciones: Adam quiere ser ingeniero, Amir sueña con ser piloto y Aser aspira a ser barbero, como su padre. En otra habitación está Rami , de 9 años –aunque él asegura tener 11–, vestido con una camiseta del Real Madrid. Es de pocas palabras, observa con atención y se desplaza en silla de ruedas porque acaba de ser operado.Amir Al-Daour, de Gaza, junto a sus hermanos Aser y Adam en su habitación del hospital Victoria RoviraEl 14 de agosto de 2024, un ataque aéreo en Gaza cambió su vida para siempre. Rami resultó gravemente herido en ambas piernas; su hermano pequeño, de 8 años, perdió las suyas y su hermano mayor, de 14, murió. Su madre, Islam, aún tiene dos hijos más en Gaza con su abuela. Desde enero de 2025, Rami ha soportado diez cirugías –la última de ocho horas, en la que le rompieron el hueso para intentar salvarla– y le queda al menos una más. Su madre recuerda que en Gaza pensó que perdería las dos piernas. «Estaba tan herido, tan inconsciente, que parecía imposible salvarlo. Cuando llegué aquí, con el tratamiento y el apoyo, día tras día empecé a sentir que había esperanza».Además de las operaciones, Rami hace fisioterapia, asiste a terapia psicológica, va a la escuela y participa en actividades con otros niños. Su madre describe la vida en Gaza como inhumana: casi no hay comida, los precios son desorbitados y a veces sus hijos solo tienen agua con sal para beber. «Salir fue casi un milagro. Nos tomó cinco meses conseguir la evacuación. Cuando salimos, solo llevábamos la ropa puesta». Aun así, insiste en que el apoyo del hospital ha sido vital: han logrado evitar la amputación y aliviar el sufrimiento emocional que arrastran.Más allá de la FranjaAunque la mayoría de los pacientes recientes provienen de Gaza, el hospital también atiende a víctimas de otros conflictos. Hossam Abdulrahman , de 22 años, procede de Irak. Su rostro y cuerpo muestran las secuelas de un pasado violento.Cuando tenía 10 años, su familia huyó del Estado Islámico (EI). Regresaron en 2014, y entonces ocurrió el accidente: mientras recogía escombros en su casa, prendió fuego a lo que no sabía que contenía un explosivo de EI. La explosión le provocó quemaduras en el 85% de su cuerpo. Desde entonces, Hossam ha pasado por un largo proceso en los hospitales: múltiples cirugías, rehabilitación y cuidados reconstructivos que le han permitido recuperar parte de su movilidad, aunque su vida diaria sigue marcada por las cicatrices. Su futuro es incierto; no se imagina su vida en Irak y sabe que quizá tendrá que buscar un nuevo hogar.Prótesis en 3DEn el hospital, la innovación acompaña la recuperación. Naim Haj Ali , ingeniero 3D, explica cómo diseñan prótesis personalizadas: «Primero escaneamos el muñón o el rostro, realizamos impresiones de prueba y ajustamos todo para que encaje perfectamente. Luego, se completa la prótesis y se entrega junto con sesiones de rehabilitación para que el paciente aprenda a usarla». Gracias a la impresión 3D, un paciente puede recibir una prótesis en un plazo de dos semanas a un mes, con un coste menor que el de las convencionales y la posibilidad de adaptarlas al crecimiento de los niños. La tecnología no solo devuelve movilidad, sino también autonomía. Como recuerda Naim, «un paciente yemení recibió hace dos años una prótesis parcial de mano. Al volver, nos contó que tenía problemas para conducir su motocicleta porque el pulgar se deslizaba. Diseñamos una simple cubierta de goma y, al regresar a Yemen, nos envió un vídeo mostrando que podía usarla. Estaba muy feliz de haber recuperado su independencia». Estas historias recuerdan que detrás de cada cifra hay vidas reales: sueños interrumpidos, familias desgarradas y cuerpos que llevan la memoria de la guerra, como la de Saja, Amir, Rami y Hossam. Pero también muestran la resiliencia humana y el impacto de la ayuda médica: cada prótesis, cada operación, cada sesión de rehabilitación es una oportunidad para recuperar algo de lo perdido y mirar hacia un futuro que, aunque incierto, puede ser vivido con dignidad. Fuente: https://www.abc.es/internacional/milagro-reconstruir-cuerpo-alma-heridos-guerras-oriente-20250907042731-nt.html
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