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» Diario Cordoba
Fecha: 05/09/2025 09:55
Nos cuesta mucho digerir el tiempo astronómico y geológico, entre otros motivos porque se carga de un sopapo el narcisismo humano. Hablar de eones frente a nuestra esperanza de vida hace que Cronos nos mire con un compasivo desdén. Por eso nos sentimos más cómodos con esas miguitas que echamos sobre lo transcurrido. El ejemplo arquetípico es la construcción de las catedrales góticas, la voluntad generacional de luchar por un bien común, aunque muchos de los implicados no vieran la tierra prometida de la terminación. Hablamos del paradigma del gótico, pero la Sagrada Familia es el mejor ejemplo de su actualización, pues hace 99 años que Gaudí fue atropellado por un tranvía y los turistas japoneses siguen hormigueando entre los andamios de esa obra señera de la arquitectura. Por eso, para alivio de nuestros munícipes, dieciséis años nos es nada. Hasta le han sobrado cuatro años al tango de Gardel. Eso es lo que ha tardado en completarse la avenida de Trassierra, marcando otra muesca urbanística en la transformación de la ciudad. Atrás quedan los retranqueos del Pireo, y ese recoleto y rectilíneo vial que te llevaba al fin del mundo, pues el parque Figueroa era una isla de asfalto y alcanzar esa barriada suponía bachear un camino polvoriento o incluso vadear el mismo tramo encharcado. Estaremos de acuerdo con que la transformación de la ciudad no es obra de un genio de la lámpara, pero tampoco nos pongamos estupendos con eso de sestear con las implementaciones. Acabo de regresar de las Repúblicas bálticas, y es digno de admiración cómo en apenas tres décadas se han desprendido de la pátina soviética, con el magnífico ejemplo del barrio de Rotermanni de la ciudad de Tallin, donde se han fusionado antiguos edificios fabriles rusos con una arquitectura vanguardista. Y mucho más cerca, Málaga en ese tiempo ha dado un revolcón a su propio propósito de ciudad, disociada antes de connotaciones artísticas y convirtiéndose actualmente en un referente cultural. Tampoco es cuestión de lacerarse innecesariamente. Uno era muy escéptico en que pudiera consolidarse un anillo verde de la ciudad, pero parece que poquito a poco se va consiguiendo. Pero hasta aquí las indulgencias. La aparición de los restos de la basílica visigoda de santa Eulalia en las obras de la ronda Norte se muestra como una excusa perfecta para que sean los jaramagos los que gestionen el acontecer. El ansiado cinturón de Córdoba tiene su nudo gordiano en la zona norte, y los ediles se agarrarán a que las prisas no son buenas consejeras. Ahora no nos vale repetir los estragos del palacio de Maximiano Hercúleo en la estación de tren, y quizá la opción pase por recuperar el retranqueo para ese vial. Desde luego, contemplar el soterramiento por el camping de ese nudo de comunicación nos hace sentirnos como canteros de aquellas catedrales, sabedores de que va a ser muy difícil que asistamos a la misa de inauguración. Cosas más difíciles se han hecho. Es cuestión de voluntad política e implicación *Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor
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