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  • El enigma sobre los asesinos y las sospechas sobre el encubrimiento: las preguntas abiertas del crimen de Candela Rodríguez

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/09/2025 07:53

    Candela Rodríguez tenía once años cuando fue asesinada Desde su origen, el feroz crimen de Candela Sol Rodríguez, de tan solo once años, ocurrido en 2011 en Hurlingham estuvo impregnado de sospechas que vinculaban su muerte con la narcocriminalidad, la corrupción policial, siempre tan presente en casos de este tipo, el poder, la política. Y hasta se especuló, y luego se plasmó en el fallo que terminó condenando a los culpables, con un ajuste de cuentas contra el padre, Alfredo “Juancho” Rodríguez, quien por entonces purgaba una condena por piratería del asfalto. Su muerte provocó una conmoción en el país, en especial en la provincia de Buenos Aires, gobernada entonces por Daniel Scioli. La investigación del caso siempre estuvo teñida por sospechas de improvisación, desmanejo y corrupción a todo nivel. Lo cierto es que hoy, transcurridos ya catorce años de su aparición sin vida, las dudas e intrigas persisten respecto a que no se llegó a saber toda la verdad. Principalmente continúan en la mente y el corazón de su madre, Carola Labrador, quien así lo hizo saber siempre, en especial un par de meses antes de que saliera el fallo del segundo juicio realizado en la Justicia de Morón. En marzo de 2024, en pleno desarrollo del debate oral, la mamá de Candela no aguantó más y redactó una carta muy sentida en la que decidió renunciar a la querella, que fue acompañada y firmada al pie por sus abogados, Fernando Burlando y Fabián Améndola. Carola Labrador, madre de Candela, nunca dejó de manifestar sus dudas respecto a la veracidad de la investigación (Claudio Perin) El texto describía la situación que la atormentaba: “Durante todo este calvario hemos tenido que soportar, como si fuera un peso extra a la cruz que cargamos, la actitud de los fiscales, que lejos de darnos esperanzas de hallar justicia, lo único que han hecho es sumirnos en la oscuridad y producirnos todavía aún más dolor, dirigiendo sus embates contra nuestra familia. Su actitud inquisidora, sus elucubraciones, su voluntad para echar sospechas sobre una familia desgarrada y devastada por el dolor, han sido en todo este proceso actos verdaderamente canallescos que solo hemos soportado para no demorar el proceso de Justicia y castigo con los asesinos de Candela. Este accionar denigrante se repite nuevamente en este debate, tal como en el anterior, donde del mismo modo que aquí, han ensuciado a mi familia. No encontramos razones valederas para sostener esta conducta. Por más que busquemos entre los sentimientos más viles que puedan inspirar este accionar, no hay forma de hallarlos”. Su crítica y su profundo y angustiante dolor estaba apuntado a los fiscales intervinientes en el curso del expediente, Marcelo Tavolaro y Mario Ferrario: “Presentaron pruebas contaminadas. Militaron la causa de la sospecha sobre nuestra familia para encubrir su accionar negligente, plagado de irregularidades e ilegalidades durante todo el proceso que llevaron al fatal desenlace por haber desviado la investigación. El resultado fue no haber podido hallar a tiempo y con vida a mi hija”. Así Carola Labrador renunciaba a la querella en el segundo juicio que se estaba sustanciando para determinar más culpables del salvaje asesinato de Candela. Los hechos, incontrastables, le daban la razón en lo que respecta a la demora en encontrar a la niña. Es que Candela fue secuestrada el 22 de agosto de 2011 a metros de la casa donde vivía, en la calle Coraceros, en Hurlingham. Y recién apareció, asesinada, nueve días más tarde, el 31 de dicho mes, en una bolsa negra. Fue hallada por una mujer que recolectaba cartones en la colectora de la Autopista del Oeste, junto a un vehículo, a unas treinta cuadras del hogar familiar. La investigación continuó siempre plagada de sospechas, mientras la madre de la niña no se cansaba de repetir: “La Justicia argentina es una vergüenza”. Recién en 2017 el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 sentenció a prisión perpetua a Hugo Bermúdez y a Leonardo Jara por los delitos de “privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte”, y a cuatro años a Fabián Gómez como “partícipe secundario”. Carola Labrador y "Juancho" Rodríguez, los padres de Candela (Telam) En 2024, mientras se sustanciaba el segundo juicio fue citado a declarar como testigo Miguel Ángel “Mameluco” Villalba, archiconocido capo narco de San Martín que llegó a ser candidato a intendente de dicho partido, y que curiosamente había sido detenido once días antes del secuestro de Candela. Mameluco aseguró que el crimen de la niña fue un secuestro extorsivo vinculado a dinero del narcotráfico, en el que a los captores “se les fue la mano” y la mataron. El fiscal Mario Ferrario lo acusó de haber formado parte del hecho delictivo como “partícipe necesario” junto al expolicía bonaerense Sergio Chazarreta, dueño de la camioneta negra que se dijo que se usó para trasladar a Candela, un presunto “informante o buche” de la policía llamado Héctor “El Topo” Moreyra, y un carpintero del barrio, Néstor Altamirano, a quien se señaló como responsable de haber cuidado a la niña en su cautiverio. En mayo de 2024 salió el fallo de dicho segundo juicio en el que la Justicia de Morón absolvió a los cuatro: Villalba, Chazarreta, Moreyra y Altamirano. Mameluco siguió el debate oral por zoom desde su lugar de detención porque había sido condenado en otra causa por narcotráfico a 22 años de prisión. Respecto a los dos que fueron condenados a prisión perpetua en 2017, Jara y Bermúdez, Carola Labrador fue contundente: “Faltaron más. Porque Jara la secuestró con otras dos personas que nunca fueron identificadas. Les pregunto todavía a los fiscales quiénes eran y dónde están. Ellos fueron los que se la entregaron a Bermúdez, que además de matarla la abusó. Sé que lo negaron y se proclamaron inocentes, pero no les creo nada. Por algo los condenaron”. En 2017, el Tribunal Oral en lo Criminal número 3 de Morón sentenció a prisión perpetua a Hugo Bermúdez y a Leonardo Jara por el secuestro y asesinato de Candela Rodríguez (Candelaria Lagos/Télam/lap) En mayo de 2019 entrevisté a Hugo Elbio Bermúdez en la Unidad 25 Lisandro Olmos, quien se encontraba en el pabellón para mayores de 60 años, y esto dijo: “Entiendo el dolor de la madre, pero la verdad es que no tuve nada que ver. Buscaron perejiles en el barrio y nos condenaron a mí, a Jara (Leonardo, sentenciado a prisión perpetua como coautor del secuestro y homicidio, en ese momento preso en la Unidad de General Alvear) y a Gómez (Gabriel, cuatro años de prisión como partícipe secundario). Ni siquiera encontraron cruces telefónicos entre nosotros. Sólo espero que se investigue a fondo: esto tiene tufillo narco. —¿Usted se dedicaba a vender drogas? —Para nada. Quisieron ensuciarme con cualquier cosa. No vendía, tampoco consumía. Yo tengo mi teoría: esto es algo mafioso. Sólo los narcos se meten con la familia. Cualquier delincuente que se dedica a otra cosa nunca involucra a los hijos en las diferencias, salvo cuando hay falopa de por medio. La charla continuó acerca de pormenores de la causa porque se lo sindicaba como pirata del asfalto, cosa que Bermúdez negó, aunque admitió que tenía su propio camión para transportar cargas. Nunca se hizo cargo del crimen, menos de la violación, pero hoy sigue preso, ya lleva catorce años tras las rejas. Carola Labrador jamás le creyó: “Siempre mintió, pero no fue el único. Lo peor es que muchos zafaron y tampoco se los buscó demasiado, la Justicia, mejor dicho, los fiscales miraron para otro lado, como ya mencioné —expresó indignada— Moreyra y Chazarreta fueron parte. Pero se perdió mucha prueba y aparte como ellos trabajaban para la policía en ese momento, la misma policía los protegió, digamos que los taparon. Como también lo hicieron con Juan Carlos Paggi, Hugo Matzkin y Roberto Castronuovo, los tres jefes principales de la Bonaerense cuando mataron a Cande. Un escándalo". —¿Mameluco Villalba no tuvo nada que ver en el secuestro? —Lo metieron para hacer ruido y prensa, si ya estaba preso por otra causa hacía como dos años y condenado por más de veinte. Aparte el tipo vendía droga, no secuestraba chicas. Lo incluyeron por su prontuario. Los fiscales no sabían qué hacer para que sus medidas tuvieran repercusión en los medios y aprovecharon sus antecedentes para simular que estaban activos tomando medidas. Insistían con que mi marido había marcado narcos para dejarlo expuesto y quedó comprobado que no fue así. Él estaba preso por otra causa que nada que ver (N del R: por piratería del asfalto, es decir, asaltar camiones). Además no pudieron comprobar nada, solo fueron teorías que crearon sin fundamento. Siempre que puedo lo digo, una vergüenza la Justicia de Morón y la Justicia argentina. Y decí que yo tenía atrás, cuidándome, al doctor Fernando Burlando y su equipo, si no hubiese sido peor. A los fiscales no les importó nada la vida de mi hija. Ellos no sintieron la angustia y el sufrimiento que yo padecí cuando tuve que reconocer su cuerpo. Nunca me voy a olvidar de que el fiscal Tavolaro quería meterme presa. Me dijo en la cara que mi hija era una atorranta y que yo la prostituía. Y en la difusión de los inventos que decían que yo vendía droga también tuvo que ver. Esa persona estuvo a cargo de la investigación, con eso está todo dicho".

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