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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/09/2025 10:49
Estudios recientes revelan que potenciar células sanas con mutaciones beneficiosas podría prevenir el desarrollo del cáncer - (Imagen Ilustrativa Infobae) En la imaginación popular, el cáncer comienza con una mutación en el ADN de una célula normal. Esta mutación permite que la célula se multiplique sin control, evadiendo los controles de calidad habituales del organismo. Finalmente, se forma un tumor y las células que se desprenden de él se propagan a otras partes del cuerpo. Pero en los últimos años, los científicos han descubierto algo sorprendente: las llamadas mutaciones promotoras de cáncer también son comunes en el tejido sano. Dichas mutaciones aparecen en aproximadamente una cuarta parte de las células cutáneas sanas. En la mediana edad, más de la mitad de la superficie del esófago y casi el 10 % del revestimiento del estómago están cubiertas por células con mutaciones promotoras de cáncer. Estas poblaciones celulares también se han confirmado en muchos otros tejidos, como el colon, los pulmones y los ovarios. Por qué estas células, predispuestas a convertirse en cancerosas, no se convierten en tumores es un misterio que los científicos están empezando a resolver. Parece que se puede evitar que las células con ADN defectuoso se conviertan en cánceres completos mediante la actividad de las células sanas circundantes con mutaciones beneficiosas en su ADN. Fomentar el crecimiento de estas células sanas podría convertirse en una estrategia eficaz para detener el cáncer. Esto proviene de una mejor comprensión del crecimiento tisular normal. A medida que las células se dividen, cada célula hija nace con un conjunto único de mutaciones genéticas aleatorias. En las capas más externas de órganos como el esófago, la piel y el estómago, las células mejor adaptadas a su entorno desplazan a las demás, que luego se desprenden del tejido. Las células cancerosas también pueden ser desplazadas. En ratones, se ha demostrado que células con mutaciones específicas desplazan a sus vecinas portadoras de mutaciones que aumentan el riesgo de cáncer, así como a tumores diminutos de menos de 100 células. Esta competencia por los recursos puede prolongarse durante años. Si bien las mutaciones que inducen cáncer suelen ocurrir en etapas tempranas de la vida, muestras de sangre tomadas a personas a medida que envejecen han demostrado que el número de células con estas mutaciones, incluidas las que progresan a cáncer, aumenta y disminuye con el tiempo. Por lo tanto, potenciar las células con mutaciones beneficiosas podría ser una forma de prevenir el cáncer. La mayoría de los carcinógenos ambientales no inducen mutaciones, sino que promueven el crecimiento tumoral a través de la inflamación crónica - (Imagen Ilustrativa Infobae) Guerra celular Una forma de lograrlo podría ser aprender de los adversarios de estas células. Una mutación común que induce cáncer se produce en PIK3CA, un gen que regula el crecimiento y la supervivencia celular y que, al mutar, puede causar un crecimiento excesivo de tejido. Phil Jones, investigador del Instituto Wellcome Sanger del Reino Unido, ha estado estudiando PIK3CA. Su grupo descubrió que las células con mutaciones que inducen cáncer en PIK3CA experimentan cambios metabólicos que les ayudan a superar a las células no mutadas. En ensayos con ratones, cuyos resultados se publicaron en agosto de 2024 en Nature Genetics, el Dr. Jones y su equipo descubrieron que un fármaco común para la diabetes, la metformina, introducía el mismo cambio metabólico en células no mutadas del esófago. Al equilibrar la competencia entre células sanas y enfermas, la metformina logró detener el crecimiento de células con mutaciones en PIK3CA. Por el contrario, cuando los ratones recibieron una dieta rica en grasas, las células con la mutación problemática prosperaron. También fueron más numerosas en personas con obesidad, lo que sugiere que las intervenciones dirigidas a esta afección podrían prevenir el cáncer de esófago. Estos resultados son prometedores. No obstante, elaborar una lista completa de mutaciones perjudiciales y beneficiosas es un desafío. El cuerpo humano (o murino) posee miles de tipos celulares diferentes, cada uno con una maquinaria molecular distinta, adaptada a su función. Por ejemplo, se ha demostrado en otros estudios que una mutación en un gen diferente, que reduce el riesgo de cáncer en el esófago humano, no tiene el mismo efecto en la piel. Desentrañar estas complicaciones requiere extensas pruebas de laboratorio. Las técnicas para lograrlo mejoran constantemente. Hace solo cinco años, evaluar la función de una variante genética específica implicaba la cría de ratones cuyo ADN se había modificado artificialmente, un proceso que podía llevar años. Actualmente, los investigadores utilizan CRISPR, una herramienta de edición genética, para modificar sitios específicos en la secuencia de ADN de una sola célula. El Dr. Jones afirma: «Podemos analizar 15 000 genes en tres meses», de los cuales solo los 20 o 30 genes de interés se someten a estudios más profundos. Los científicos descubren que las mutaciones promotoras de cáncer son comunes en tejidos sanos y no siempre derivan en tumores (Imagen Ilustrativa Infobae) La raíz del problema Estos descubrimientos ayudan a esclarecer una pregunta más profunda: ¿qué causa que una célula inofensiva con ADN defectuoso se convierta en un tumor canceroso completo? Los factores externos son importantes. Se sabe que amenazas ambientales como la contaminación atmosférica urbana dañan las células y se han vinculado a una mayor incidencia de cáncer. Muchas sustancias químicas, incluyendo algunos contaminantes comunes del agua potable e ingredientes de cosméticos, también se consideran cancerígenas. Solo recientemente se ha comprendido con mayor profundidad cómo estos carcinógenos ejercen sus efectos nocivos. En un estudio publicado en 2020, Allan Balmain, de la Universidad de California en San Francisco, y sus colegas informaron que solo tres de las 20 sustancias químicas conocidas o sospechosas de ser carcinógenas para humanos indujeron mutaciones en ratones; la mayoría, en cambio, pareció promover el crecimiento tumoral de otras maneras. Esto, según el Dr. Balmain, sugiere que quizás entre el 80 % y el 90 % de las sustancias carcinógenas a las que las personas están expuestas no inducen mutaciones. Estos carcinógenos no mutagénicos parecen explotar el propio sistema inmunitario del cuerpo. La exposición frecuente puede provocar inflamación crónica, que favorece el desarrollo de células cancerosas que conducen a tumores. La inflamación es la forma en que el cuerpo se cura: al enviar células inmunitarias al lugar de una lesión, el cuerpo puede eliminar irritantes, combatir infecciones y estimular el crecimiento de tejido. Pero cuando se utiliza contra irritantes persistentes, como las partículas de contaminación atmosférica en los pulmones, la inflamación puede dañar el tejido y provocar la formación de tumores. Los tumores se han comparado con heridas que nunca cicatrizan. Un estudio publicado en Nature en 2023, realizado por un grupo de investigación dirigido por Charles Swanton, del Instituto Francis Crick de Londres, halló pruebas de que la contaminación atmosférica urbana causa cáncer de pulmón en no fumadores. En ratones, la contaminación atmosférica provocó inflamación pulmonar, lo que a su vez provocó que las células circundantes con una mutación característica de estos cánceres crecieran y formaran tumores. Los investigadores estimaron que vivir tres años en un lugar con mucha contaminación atmosférica (como cerca de carreteras concurridas en una ciudad como Londres) podría ser suficiente para que dichas células entren en fase de crecimiento tumoral. También se ha demostrado que la inflamación crónica favorece la proliferación de células con mutaciones dañinas en respuesta al reflujo ácido, la radiación solar ultravioleta y la infección intestinal persistente con ciertas bacterias, afirma Marnix Jansen, del University College de Londres. Estos descubrimientos han abierto la posibilidad de que nuevos fármacos para la prevención del cáncer ayuden al cuerpo a suprimir mejor las tendencias dañinas de su propio sistema inmunitario. Esto podría ser relevante para quienes tienen un alto riesgo de desarrollar cáncer, como personas con mutaciones genéticas preocupantes, genes BRCA defectuosos, exfumadores y quienes ya han recibido tratamiento contra el cáncer. Dichos fármacos también podrían ser útiles para algunas personas con tejidos precancerosos, como pólipos en el colon o lesiones aún no malignas en las mamas o los pulmones. A medida que aumenta la esperanza de vida y la proporción de personas que contraen cáncer continúa aumentando, también aumentará el número de posibles beneficiarios. The Economist: © 2025, The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.
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