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  • Gritar, golpear una almohada o desahogarse no reduce la ira… la ciencia revela una actividad que sí lo hace :: Asdigitalnews

    Parana » Asdigitalnews

    Fecha: 04/09/2025 05:40

    Aunque estas ideas suenan intuitivas, un nuevo estudio sugiere que podrían estar alimentando el problema. La gestión de la ira no es un tema menor: afecta nuestras relaciones, decisiones y bienestar general. La ciencia ha comenzado a separar mitos de estrategias verdaderamente efectivas. Y los resultados podrían sorprenderte. Durante décadas, se pensó que liberar la ira de forma explosiva ayudaba a calmarse. Pero, ¿y si esas acciones solo aumentan la tensión interna? Según un estudio publicado en Clinical Psychology Review, gritar o desahogarse puede no ser la mejor estrategia. En cambio, actividades mucho más simples y tranquilas parecen ofrecer un camino más efectivo. En este artículo veremos cómo reducir la ira de forma saludable. Exploraremos por qué algunas técnicas, lejos de calmar, pueden intensificar el enojo, y qué estrategias respaldadas por la ciencia realmente ayudan a recuperar la calma. ¿Qué es la ira y cómo se manifiesta? La ira es una reacción emocional intensa frente a una amenaza real o percibida. Es una emoción universal, pero puede variar en intensidad: desde una molestia leve hasta un estallido de furia. A nivel fisiológico, la ira se caracteriza por una activación del sistema nervioso simpático: aumento del ritmo cardíaco, tensión muscular y liberación de adrenalina. Este estado de alta excitación prepara al cuerpo para una acción inmediata, ya sea confrontar o huir. El problema surge cuando esta activación se prolonga o se canaliza de forma inadecuada. Allí es cuando la ira puede convertirse en agresión o en daño a uno mismo y a los demás. Según Schachter y Singer (1962), la emoción no solo depende del nivel de activación fisiológica, sino también de la interpretación cognitiva que hacemos de esa activación. Esto abre la posibilidad de intervenir tanto en el cuerpo como en la mente para controlar la ira. Las estrategias tradicionales: ¿funcionan realmente? La creencia de que "desahogarse" reduce la ira está profundamente arraigada. Actividades como gritar, golpear un saco de boxeo o salir a correr suelen recomendarse como válvulas de escape. Sin embargo, el estudio de Kjærvik y Bushman (2024) desmiente esta idea con datos contundentes. Esta revisión meta-analítica analizó 154 estudios con más de 10,000 participantes y comparó los efectos de actividades que aumentan la activación (como golpear, correr o gritar) con las que la disminuyen (como meditar o respirar profundo). Los resultados fueron claros: las primeras no ayudan a calmarse; incluso pueden empeorar la situación. En promedio, las actividades que aumentaban la excitación fisiológica no mostraron mejoras en los niveles de ira, y algunas incluso los incrementaron. El venting o catarsis, lejos de aliviar, tiende a mantener viva la emoción negativa. Es como echarle leña al fuego esperando que se apague. Cómo reducir la ira de forma efectiva La evidencia muestra que la mejor forma de manejar la ira no es intensificarla, sino todo lo contrario: calmarse. Las actividades que reducen la activación fisiológica fueron significativamente más efectivas para disminuir la ira, la hostilidad y la agresión. Estas estrategias incluyen: Respiración profunda y controlada Meditación Atención plena (mindfulness) Relajación muscular progresiva Yoga suave El estudio reportó una reducción significativa de la ira con un efecto promedio en estas actividades, lo que indica un impacto robusto. Lo más interesante es que estos beneficios se observaron en personas de diferentes edades, culturas y condiciones, incluyendo estudiantes, personas con antecedentes delictivos y personas con discapacidad intelectual. Mente y cuerpo: la combinación más poderosa El análisis también revela que las actividades que ayudan a calmar el cuerpo y, al mismo tiempo, invitan a reflexionar o replantear los pensamientos, son aún más efectivas para reducir la ira de forma saludable. Por ejemplo, la meditación guiada y el mindfulness no solo ayudan al cuerpo a relajarse, sino que también modifican la forma en que interpretamos el evento que provocó la ira. Esta doble vía produce un efecto más profundo y duradero.

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