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  • El Epicentro y cuatro más

    » Diario Cordoba

    Fecha: 03/09/2025 10:07

    Hay que empezar contando el viejo chiste, que ya conocerán. Hace mucho tiempo, cuando existían los telegramas (los más jóvenes, que pregunten), se recibió en el ayuntamiento de una localidad el siguiente mensaje desde el ministerio competente: «Movimiento sísmico inminente. Stop. Epicentro localizado en su población. Stop. Tomen las medidas pertinentes. Stop. Inmediata comunicación a Madrid». Pasan las horas y los días hasta que en el ministerio reciben la solicitada respuesta. «Movimiento sísmico desarticulado. Stop. ‘El Epicentro’ y cuatro más han sido ejecutados. Stop. Imposible anterior comunicación debido a un terremoto». El chascarrillo viene a cuento porque vivimos en un mundo con exceso de epicentros, haya o no terremotos, y los periodistas nos hemos sumado a la moda en los titulares. Está el epicentro de la ola de calor, el de unas obras, el de una polémica, el de un enfrentamiento político, el de un espectáculo, el de una fiesta... Y por supuestos los epicentros trágicos de la dana, de un incendio, de las tormentas, de la sequía... Las cosas ya no tienen un simple «centro», que evoca un cierto equilibrio, tienen convulsos «epicentros», incluso aquellos terremotos de la sociedad que, al contrario de los auténticos seísmos, son perfectamente previsibles y evitables. Pero recordemos dos cosas de sismología. Un epicentro no tiene por qué coincidir necesariamente con la zona en donde se registra más daño. Lo que importan son las ondas sísmicas: las que viajan por el interior de la tierra (ondas P, de compresión y dilatación, y ondas S), y las ondas Love y Rayleig, superficiales y que son las auténticamente dañinas, como los bulos por redes cuando hablamos de terremotos sociales, tan aparentemente ligeros como canallas y criminales. Y también influyen en la destrucción de un temblor la estructura del subsuelo, las características de los edificios, la distribución de la población en el entorno, las infraestructuras sensibles... Ya ven: en un sismo, como en los terremotos humanos, el epicentro no tiene por qué ser lo peor. Pero, sobre todo, los científicos saben que cuando hay un terremoto la clave está debajo, en el llamado «hipocentro»: subterráneo, oculto, a veces a kilómetros de distancia... Ahí es donde se quiebran las placas tectónicas tras acumular años de tensión, donde todo estalla, la causa última de la tragedia. Y aunque las víctimas de un terremoto se producen en la superficie, quizá en los temblores sociales, que sí se pueden prever, deberíamos reflexionar sobre el verdadero origen. Quizá nos falte mirar más debajo del problema, al hipocentro.

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