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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/09/2025 03:00
Los huesos de más de 300 yacimientos revelan cómo los humanos hicieron crecer a los animales domésticos y reducir a los salvajes (Freepik) Saber cómo los seres humanos moldearon la evolución de los animales domésticos y salvajes durante los últimos 8.000 años fue el objetivo de un grupo de investigadores franceses que luego de mucho trabajo, arribaron a una conclusión. En el sur de Francia, un equipo de arqueólogos y científicos realizó un estudio sin precedentes que analiza a través del examen de 225.780 huesos provenientes de 311 yacimientos arqueológicos, los patrones de crecimiento y disminución de varias especies, y la influencia humana sobre la morfología animal. Según explican los autores, hasta la Edad Media, tanto animales salvajes como domesticados compartían ciclos evolutivos similares, en los que factores ambientales y climáticos dictaban cambios en su tamaño. Durante 7000 años los animales salvajes y domésticos evolucionaron de manera sincronizada antes de la Edad Media (Foto: Sven Hoppe/dpa) “Nuestros análisis revelaron una sincronía duradera entre especies salvajes y domésticas hasta el último milenio, ambas influenciadas por una interacción de factores ambientales y antropogénicos”, afirmaron los científicos en su artículo publicado en la revista PNAS. Este hallazgo indica que, desde el Neolítico hasta principios de la Edad Media, la evolución del tamaño corporal respondía principalmente a la presión combinada del entorno y la actividad humana, pero de manera equilibrada y sincronizada entre especies. Durante este período, los animales salvajes, como ciervos, zorros, liebres y conejos, y los domesticados, como ovejas, cabras, cerdos, vacas y pollos, experimentaron variaciones que se ajustaban a cambios ambientales naturales. Por ejemplo, tras siglos de condiciones climáticas fluctuantes, algunas especies se redujeron, mientras que sus descendientes recuperaron tamaño décadas o siglos después. El estudio muestra que la presión humana en la Edad Media modificó drásticamente el tamaño corporal de las especies animales. - (Imagen Ilustrativa Infobae) “La prevalencia profunda y duradera de las influencias ambientales en todas las especies y el impacto creciente de las actividades humanas durante el pasado milenio”, escriben los autores, refleja cómo la interacción entre naturaleza y humanidad fue constante pero equilibrada antes del año 1000 d. C. El estudio no se limitó a una exploración superficial. Los investigadores combinaron datos arqueológicos con marcadores paleoambientales, paleoclimáticos y arqueológicos, recopilados durante tres décadas. Esta integración interdisciplinaria permitió identificar los patrones más finos de evolución morfológica y comprender la manera en que la actividad humana comenzó a redefinir el tamaño corporal de ciertas especies. La Edad Media como punto de inflexión Los resultados del análisis de 225 780 huesos permiten vincular cambios morfológicos de los animales con la actividad humana - (Imagen Ilustrativa Infobae) Todo cambió alrededor del año 1000 d. C., cuando la presión humana se intensificó con la expansión de asentamientos, la caza sistemática y la domesticación más controlada de animales. “Las especies salvajes disminuyeron su tamaño corporal, mientras que las especies domésticas aumentaron”, explicó Allowen Evin, uno de los científicos responsables del estudio. El proceso fue evidente en zorros y conejos, que se encogieron, frente a ovejas y pollos, que crecieron significativamente. Los investigadores vinculan la reducción del tamaño de los animales silvestres con la fragmentación y disminución de sus hábitats forestales, provocada por el crecimiento de poblaciones humanas. La investigación interdisciplinaria combinó bioarqueología arqueología preventiva y modelado climático para comprender la evolución animal - (Imagen Ilustrativa Infobae) Además, la caza intensiva y la presión sobre los recursos naturales aceleraron esta tendencia. Por el contrario, el aumento del tamaño de los animales domésticos se relaciona con la adopción de prácticas de crianza más sistemáticas, herramientas de selección avanzadas y una búsqueda activa de mayor productividad en la ganadería. “Paralelamente, aumentó el control humano sobre las poblaciones domésticas, con una mayor especialización y una crianza selectiva más sistemática bajo prácticas de gestión controlada”, agregó Evin. Este fenómeno muestra que, mientras que la evolución natural continuaba influyendo en la morfología de los animales, la actividad humana comenzó a predominar, especialmente en el último milenio. Según los autores, el contraste entre el crecimiento de los animales domesticados y la reducción de los salvajes ilustra el creciente impacto de la antropización en la fauna. Los hallazgos del estudio permiten afirmar que la influencia humana no se limitó únicamente a la domesticación, sino que se extendió a todas las especies del entorno, modulando su evolución. Durante milenios, los cambios en el tamaño corporal respondieron mayoritariamente a factores climáticos y ambientales, pero a partir de la Edad Media, la presión humana se convirtió en el motor principal. El estudio revela la transición de un equilibrio entre naturaleza y sociedad hacia un predominio de la influencia humana en la fauna. - (Imagen Ilustrativa Infobae) “Estamos convencidos de que comprender nuestro pasado —y cómo los humanos evolucionaron y coevolucionaron con otras especies y sus entornos— es esencial para comprender el origen y el desarrollo de nuestras sociedades modernas”, señaló Evin. El estudio ofrece un marco único para analizar la adaptación de los animales a presiones humanas pasadas y presentes. El aumento de tamaño en especies domesticadas no fue casual; reflejó un control sistemático y un interés por incrementar la eficiencia productiva. Por otro lado, la disminución de los animales salvajes alerta sobre la vulnerabilidad de estas poblaciones frente a la actividad humana, una tendencia que hoy persiste en muchos ecosistemas. Además, el análisis de los huesos permitió detectar ciclos alternos de crecimiento y disminución a lo largo de miles de años. Antes de la Edad Media, incluso la domesticación incipiente seguía patrones similares a los de la fauna silvestre, lo que demuestra que los humanos no alteraron inmediatamente la evolución de las especies, sino que su influencia se intensificó gradualmente con el tiempo y la expansión de prácticas agrícolas y ganaderas. Un bebé panda rojo descansa en su hábitat natural, mostrando su pelaje rojizo y cola anillada. - (Imagen Ilustrativa Infobae) Este enfoque a gran escala es único porque combina bioarqueología, modelado climático y arqueología preventiva. Más de 80.000 mediciones de huesos proporcionaron datos precisos sobre la envergadura de las especies, mientras que los marcadores ambientales permitieron correlacionar los cambios morfológicos con eventos climáticos, expansión de asentamientos y actividades humanas específicas. La combinación de estas metodologías aportó una visión detallada de cómo la evolución de los animales estuvo intrínsecamente ligada a la historia humana. Los resultados también destacan la importancia de la coevolución entre humanos y animales. La expansión de la ganadería y la domesticación no solo modificó el tamaño de los animales, sino que también transformó los paisajes y ecosistemas, generando un impacto duradero en la biodiversidad. Al analizar los patrones históricos, los investigadores subrayan cómo las actividades humanas moldean el mundo natural de manera constante, y cómo el control sobre los animales domesticados se traduce en una influencia directa sobre los procesos evolutivos. Comprender la evolución de animales en relación con la humanidad permite entender cómo se desarrollaron las sociedades modernas. (Freepik) Finalmente, el estudio refuerza la idea de que comprender la relación histórica entre humanos y animales ofrece claves para enfrentar desafíos actuales en conservación y manejo de especies. La evidencia demuestra que la actividad humana ha sido, desde hace siglos, un factor decisivo en la evolución de la fauna. Esta perspectiva no solo ilumina nuestro pasado, sino que también aporta enseñanzas sobre la manera en que las sociedades modernas pueden interactuar con el medio natural de forma responsable. A través de este exhaustivo análisis, los investigadores del sur de Francia lograron reconstruir ocho milenios de historia evolutiva y humana, mostrando que las prácticas humanas dejaron una huella clara y duradera en los cuerpos de los animales que nos rodean. Los hallazgos reflejan la transición de un equilibrio entre naturaleza y humanidad a un escenario donde la influencia humana se vuelve predominante, y destacan la necesidad de comprender cómo esta relación continúa moldeando el mundo natural. En síntesis, el estudio demuestra que el tamaño de los animales domésticos y salvajes fue un reflejo directo de la interacción entre factores ambientales y la actividad humana. Antes de la Edad Media, la naturaleza y la sociedad coexistieron en un equilibrio relativo; después, la acción humana se convirtió en el principal motor de cambio evolutivo. Este descubrimiento proporciona un marco fundamental para interpretar la historia de nuestras sociedades y sus impactos en los ecosistemas que habitan, revelando que los huesos que yacen en los yacimientos arqueológicos no solo narran la historia de los animales, sino también la historia de la humanidad misma.
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