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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/09/2025 02:56
Brasil parece ser uno de los objetivos preferidos de Washington (Imagen: EFE/Archivo) Se empieza a ejecutar la estrategia del gobierno de Donald Trump para América Latina, anunciada, en términos generales, por el secretario de Defensa como el “patio trasero” de EEUU, en la cual “los países deberán optar entre Estados Unidos y China”, como afirmó el presidente norteamericano. Al lado de la firme oposición de los gobiernos de izquierda en el hemisferio (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Chile y Brasil), el Departamento de Estado, dirigido por Marco Rubio -senador de Florida, ultraconservador, primera generación de cubanos que salieron de Cuba-, está tomando medidas concretas para fortalecer a los gobiernos de derecha (El Salvador, Paraguay, Argentina y ahora Bolivia). Asimismo, intenta revertir la tendencia pendular de gobiernos de izquierda en la región, para influir en las elecciones para elegir gobiernos alineados a las políticas de Washington, “para construir un hemisferio más seguro, más fuerte y más próspero”. Las medidas tomadas hasta ahora resucitan la Doctrina Monroe de 1823, para la cual “América era para los americanos”, alejando la influencia de Europa y el corolario Roosevelt (1904) autorizando la intervención militar para la defensa de las empresas norteamericanas. Actualizada, la nueva Doctrina Monroe busca alejar a los países de la región de la creciente presencia de China, hoy principal socio comercial de casi la totalidad de los países de la región, y defender a las empresas norteamericanas. Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU (Foto: Reuters/Kevin Lamarque) La primera intervención fue en Panamá, forzando al gobierno a terminar los contratos con empresas chinas, a los efectos de controlar el flujo de transporte por esa vía estratégica para EEUU. Más recientemente, el Departamento de Estado firmó acuerdos con Paraguay para crear una base en la frontera con Brasil contra Hezbollah, integrada por agentes del FBI. La semana pasada, junto con el canciller paraguayo se firmó en Washington un acuerdo para que Paraguay reciba asilados de otros países residentes en los Estados Unidos, en el contexto de la amplia asociación estratégica en seguridad, diplomacia y economía, en especial en el combate al crimen transnacional, estabilidad regional, energía, minería y tecnología. En ese contexto, llaman la atención las declaraciones de Marco Rubio sobre la posibilidad de intervención de Washington en la utilización de la energía de la binacional Itaipu, para la instalación de data centers, en función del excedente de energía y su bajo costo. En otra iniciativa, también la semana pasada, el comando del Sur, en Florida, envió 4.000 fusileros y fuerza naval para el combate al narcotráfico, que amenaza la seguridad nacional, para las costas de Venezuela, “gobernado por un presidente ilegítimo y un cartel de narcoterroristas”. La Casa Blanca afirmó que “Trump mantiene todas las opciones abiertas”, incluso la intervención armada en los países para atacar a los traficantes. Apoyo al eventual movimiento de parte del Ejército contra Nicolás Maduro y protección a Guyana, con elecciones el 1 de setiembre, pueden ser otros de los objetivos de la marina de Estados Unidos. El Comando Sur envió tropas para combatir al régimen narcoterrorista de Nicolás Maduro (Foto: Palacio de Miraflores vía Reuters) Brasil parece ser uno de los objetivos preferidos de Washington, desde la imposición de las tarifas más elevadas (50%), junto a India, para la exportación de productos hacia Estados Unidos. También con la escalada de sanciones políticas al ministro del Tribunal Superior Federal (STF) y de funcionarios del Ministerio de Salud por haber coordinado la llegada de médicos cubanos a Brasil y de un informe sobre derechos humanos crítico al país sudamericano. En una situación de impasse en las negociaciones comerciales, es posible prever nuevas acciones después del juicio a Jair Bolsonaro en septiembre, con una inaceptable injerencia en asuntos internos que atenta contra la soberanía nacional. La resistencia del gobierno brasileño a esas interferencias, contrarias a la evolución normal de las relaciones entre los dos países, y el intento de formación de un frente opositor a las medidas proteccionistas norteamericanas, podrían crear una situación de graves consecuencias diplomáticas entre los dos países. La posible intervención militar en Venezuela entró en la agenda de Lula en las conversaciones con el presidente de Ecuador y con los jefes de Estado en la reunión del Tratado de Cooperación Amazónica, realizada en Bogotá. Lula, en la reunión del Tratado de Cooperación Amazónica, realizada en Bogotá (Foto: Reuters/Nathalia Angarita) No se puede descartar la posibilidad de que Brasil esté siendo usado como ejemplo para los países que osen oponerse a la nueva versión de la Doctrina Monroe. Además de Itaipu, como base de colonización tecnológica, y tal vez el Amazonas, cuya desforestación está siendo objeto de investigación en el contexto de la sección 301 de la ley de comercio norteamericana, por los recursos minerales y por ser la mayor reserva de agua del planeta, podrán ser, en un futuro, los próximos objetivos de la agresiva política imperial de Washington. La decisión del STF sobre la aplicación de la Ley Magnitski en Brasil, con potencial fuerte impacto sobre los bancos y las señales de distanciamiento de los Estados Unidos en el área de Defensa, con la cancelación de la Conferencia Espacial de las Américas, organizado por la Fuerza Aérea, y de la Operación Formosa, el principal ejercicio de la Marina, son los últimos ejemplos de la escalada entre los dos países. El intervencionismo del gobierno norteamericano en América Latina comienza a someter a los países de la región con presiones que violan la soberanía o demandan subordinación, disfrazada de cooperación, y las amenazas de intervención militar, bajo pretexto de combate a los “narcoterroristas”. Esos movimientos de Washington se presentan como el mayor desafío de la política exterior brasileña en las últimas décadas.
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