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» Comercio y Justicia
Fecha: 02/09/2025 13:24
Por Luz Saint Phat / [email protected] Mauro Nahuel Gross publicó el libro “Voz y presencia en el análisis a distancia” , que indaga sobre el impacto de la tecnología y la virtualidad en la praxis clínica El mundo asiste actualmente a la transformación que impone la hiperconexión, donde la mediatización digital de las relaciones sociales son parte de la cotidianeidad. Esta realidad impacta en todos los ámbitos, incluso en el de la salud mental. Aunque ahora existe una mayor visibilización de las dolencias subjetivas a partir de la generación de contenidos específicos sobre estos temas en las plataformas digitales, la realidad es que el abordaje serio de estas problemáticas coexiste con contenidos de auto optimización del sujeto que muchas veces juegan en contra, justamente, de la salud. Qué lugar puede ocupar el psicoanálisis en este contexto, cuáles son las implicancias de la incorporación de sesiones a distancias mediadas por tecnología y cómo pensar la ética de una praxis que está lejos de los nuevos imperativos de extrema auto realización son temas que aborda el libro “Voz y presencia en el análisis a distancia”. La publicación tiene la autoría de Mauro Nahuel Gross (MP 9543), psicoanalista, coordinador clínico y presidente de Fundación Enjambre, Red de Psicólogos. En diálogo con Comercio y Justicia, el profesional comentó los puntos más significativos de esta publicación, que ya se encuentra disponible en el sitio web de la fundación – ¿Qué motivó la escritura de este libro? – La escritura nace de la experiencia abrupta de la pandemia, cuando los cuerpos quedaron confinados y el encuentro real fue reemplazado por su correlato virtual. Allí se instaló la pregunta: ¿qué significa “estar presente” en psicoanálisis cuando no hay co-presencia de cuerpos? La motivación inicial fue clínica: comprobar, en el trabajo cotidiano, que el pasaje forzado a la virtualidad no anulaba el análisis, pero sí obligaba a interrogar de otro modo la presencia. No era suficiente decir “funciona” o “no funciona”; había que precisar qué de la presencia se pierde, qué se transforma y qué permanece cuando el encuentro se apoya en la mediación técnica. El libro propone justamente eso: describir condiciones de posibilidad, límites y consecuencias de una práctica rigurosa cuando el cuerpo del analista no está en la sala, pero su posición a través de la voz, se sostiene. Desde una ética del acto, la pregunta no es si “Zoom reemplaza al consultorio”, sino cómo el analista hace operar su deseo y su escucha en una escena que altera soportes clásicos (el espacio, la puerta, la espera, el diván). El libro toma distancia de posiciones radicales, ni apología tecnofílica ni nostalgia anti-tecnológica, y se centra en criterios clínicos: transferencia, maniobras de la interpretación, lugar del silencio, temporalidad de la sesión, condiciones materiales de privacidad y encuadre. El resultado es una indagación sobre la presencia, sostenida por la voz, como función y no como mera co-presencia de cuerpos. – ¿Por qué la voz es el eje para pensar el análisis a distancia? Porque la voz, menciona Lacan, es el objeto pulsional más cercano al inconsciente. No es sólo sonido físico, sino resto no simbolizable que se despega de la palabra y que porta algo del goce. En la clínica virtual, cuando el cuerpo real del analista no está presente, la voz permite que algo del Otro se sostenga como presencia. Escuchar, que para los psicoanalistas sería leer el texto dicho, supone algo adicional, algo que está ubicado entre la palabra y la voz. La voz, en tanto resonancia, se convierte en soporte del decir inconsciente: transmite no sólo significantes, sino un resto que excede al sentido y que interpela el cuerpo del analizante aunque no comparta el mismo espacio. De ese modo, la voz puede mediar un goce no corporal inmediato, sino proveniente del Otro, habilitando la transferencia incluso sin el soporte visible del cuerpo real. – ¿Un análisis completo puede sostenerse por teleasistencia? La pregunta remite en última instancia. me parece, a la importancia y estatuto del cuerpo en el análisis. En ese sentido, la virtualidad ofrece un cuerpo “plano”, bidimensional, imagen y voz transmitidas por un dispositivo. ¿Son equivalentes a un cuerpo real? No, ahora bien, ¿eso impide todo análisis? No necesariamente. Si el analista puede sostener su posición y operar desde la transferencia, la virtualidad puede alojar un trabajo con el inconsciente. Lo decisivo es distinguir que el análisis no se apoya en la materia del cuerpo, sino en la función del cuerpo como lugar de Otro. Allí la voz cumple su papel: aun transmitida por una pantalla, puede hacer resonar el equívoco, abrir a la interpretación y permitir que se tramiten los efectos de goce. El análisis completo no depende del medio técnico, sino de que se pongan en juego otros elementos: transferencia, encuadre, deseo del analista, lectura significante, etc. – ¿Qué lugar tiene hoy el psicoanálisis en un mundo hiperconectado? La hiperconexión impone ritmos, exhibición y rendimiento; el psicoanálisis introduce tiempos y lógicas que no coinciden con ese mandato: tiempo de comprender y momento de concluir, cortes, silencios, trabajo con lo singular más allá de métricas de productividad o bienestar. En ese sentido, no se trata de “ponerse al día” con el mercado de apps de salud mental, sino de sostener una ética: hacer existir un espacio donde el sujeto pueda decir de otro modo, incluida la mediación virtual por qué no, si sirve a la dirección de la cura. El libro me parece argumenta que entrar en lo virtual no obliga a participar del espectáculo de la auto-optimización. La presencia del analista, como función, opera en la transferencia, en la voz y en la responsabilidad por el corte. Ese diferencial ético es también político: en un mundo que monetiza atención y datos, el secreto profesional, el límite del encuadre y la no captura del sujeto por algoritmos sostienen un lugar de excepción. Allí, el psicoanálisis conserva su pertinencia: no para adaptarnos mejor, sino para hacer existir lo singular. Justamente, a raíz de este libro y las investigaciones que venimos desarrollando en el tema, junto a Fundación Enjambre, estamos dictando un seminario electivo en la facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, titulado “Sujeto y subjetividad en tiempo de IA y algoritmos: una mirada psicoanalítica”. Es un espacio para continuar pensando y trabajando sobre estos aspectos tan importantes para nuestra clínica.
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