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  • Los Gauweloose, dos generaciones de combatientes: el padre belga peleó en la Primera Guerra Mundial, el hijo argentino en la Segunda

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 02/09/2025 05:01

    Jorge Felipe Gauweloose junto a su padre, Louis Gauweloose, en el Olivos Golf Club. El hijo combatió en la 2a Guerra Mundial, el padre lo había hecho en la Primera Una explosión irrumpió en la cena, destruyó todo y cambió la historia de una familia. Fue en Lovaina, Bélgica. Estaban reunidos en su casa compartiendo la mesa en los albores de la Primera Guerra Mundial, cuando un obús disparado por uno de los cañones pesados del imperio alemán los impactó de lleno. El estallido fue escuchado a mucha distancia, el fuego y los escombros levantaron una polvareda que dejó al lugar en las tinieblas. El disparo certero y traicionero mató a doce miembros de la familia; sólo sobrevivieron dos hermanos. Uno de ellos se llamaba Louis. Ese ataque lo dejó huérfano y lo impulsó a tomar la decisión de pelear por su país y por sus seres queridos asesinados. Fue soldado todo el tiempo que pudo hasta que una herida lo sacó de combate y tuvieron que darle la baja. Se fue de su tierra y se instaló en Argenteuil, al noroeste de Paris. Allí comenzó una vida tranquila para aquella época, se casó y tuvo una hija a la que llamó Leonor. La ocupación de Bélgica por los alemanes en la Primera Guerra Mundial Pero el destino le guardaba otro cambio inesperado. Fue contratado por una afamada casa francesa de decoración para trabajar en la sucursal de Buenos Aires atendiendo a una aristocracia argentina cada vez más adinerada y afrancesada. En 1917 se instaló en Olivos en una casa ubicada en la esquina de Rawson y Villate, frente a lo que hoy es la Quinta Presidencial, y en febrero de ese mismo año nació allí su segundo hijo al que llamó Jorge Felipe. Para esa época Louis ya se había independizado de Piqué de Paris y había fundado su propia casa de decoración, con representaciones de Tassinari & Chatel, y otras firmas francesas emblemáticas. La casa se llamó “Gauweloose” y prosperó rápidamente. Jorge Felipe Gauweloose, hijo de Louis, segunda generación de combatientes. Se enroló en las filas aliadas para pelear en la 2a Guerra Mundial. En la foto, haciendo guardia en Inglaterra Argentina comenzaba a ser admirada en el mundo por sus riquezas. Louis Gauweloose se trasformó en pocos años en un referente de la alta sociedad argentina. Llegó a hacer el telón principal del recientemente inaugurado Teatro Colón y también tapizó los palcos bajos. Un día, el presidente Marcelo T. de Alvear lo llamó a la Casa Rosada y en persona le pidió que se encargará de colgar en la pared de la escalera del acceso principal, donde aún hoy permanece, el gobelino que había regalado Francia a la Argentina en 1916 con motivo del primer centenario de la independencia. De dieciséis metros cuadrados, el tapiz fue realizado por el pintor Alfred Roll y lo nombró: “El General San Martín cruzando los Andes”. Fue bordado en la casa Manufacture des Gobelins de París. Para aquellos años 20 las dos más grandes y prestigiosas casas de decoración de Buenos Aires eran “Gauweloose”, con estilo francés, y “Maple” de pura estirpe inglesa, fundada en Londres a mediados del siglo XIX por el magnate Sir John Blundell Maple. El tapiz que Francia le obsequió a la Argentina en 1910, Centenario de la Revolución de Mayo El nazismo El acceso al poder absoluto del nazismo a fines de los años 30, perturbó la vida tranquila y acomodada que Louis tenía en Buenos Aires, muy lejos de aquella casa familiar bombardeada. Se vivía un clima de crispación y de violencia. La sociedad estaba dividida entre los que apoyaban a Hitler y quienes lo combatían. Era normal ver en las calles grupos de hombres peleándose a trompadas en defensa de su bando. Bajo otras formas, la guerra se había instalado aquí. “Mi abuelo estaba tan convencido de que los alemanes terminarían atacando Buenos Aires que construyó en el jardín de su casa un refugio antiaéreo”, cuenta Jorge “Yoyo” Gauweloose nieto de Louis e hijo menor de Jorge Felipe. Jorge "Yoyo" y Luis "Gigi" Gauweloose, nietos de Louis, mantienen viva la memoria de su padre, Jorge Felipe, ya fallecido Yoyo fue un importante jugador y entrenador de rugby en el Olivos Rugby, igual que su padre y su hermano Luis “Gigi” Gauweloose, y también de CUBA, y formó parte del seleccionado de Los Pumas convirtiendo en Cardiff en 1976 un histórico try ante Gales. Probablemente por honor y mandato familiar, un día de 1940, Jorge Felipe sorprendió a su padre con una decisión inesperada: se iba a la guerra, sumándose a las tropas aliadas belgas para pelear contra el nazismo. Primero, fue enviado a Canadá para recibir seis meses de instrucción en el Campo de La Joliette. Luego, en mayo de 1941, cruzó el Atlántico en un barco cargado de tropas con destino a Gran Bretaña, sorteando ataques de los submarinos alemanes U-Boot, para continuar su entrenamiento. Jorge Felipe Gauweloose recibió el brevet de media ala como artillero aéreo. “Completó 35 operaciones aéreas para la R.A.F.”, contó su hijo mayor, Gigi. Por honor, y siguiendo el ejemplo de su padre, Jorge Felipe Gauweloose se enroló en las filas aliadas y fue incorporado a la R.A.F. Ese mismo año, intervino en un bombardero pesado cuatrimotor Avro Lancaster, en la histórica Operación Overlord conocida como el “Día D”, el ingreso de las tropas aliadas al territorio francés. Su escuadrón atacó los alrededores de las ciudades vecinas durante 3 días seguidos para neutralizar caminos, vías férreas y puentes, es decir, toda la infraestructura que pudiera utilizar la logística militar alemana. Junto a Ronnie Scott, otro argentino voluntario, conducían una audición radial para la BBC de Latinoamérica. Se llamaba “Adelante”, y estaba dirigida a los latinos para que se mantuvieran informados de lo que estaba sucediendo en la guerra. Jorge F. Gauweloose con Ronnie Scott en la BBC Combate aéreo En una de las batallas aéreas en las que participó, Jorge Felipe casi pierde la vida. Así lo cuenta el historiador Claudio Meunier en su libro “Volaron para vivir” en el que relata las experiencias de pilotos y tripulantes argentinos enrolados en las fuerzas aéreas de los países aliados. El libro de Claudio Meunier sobre los pilotos argentinos que combatieron en el bando aliado durante la Segunda Guerra Mundial Fue una noche de mayo de 1944 cuando Jorge F. Gauweloose, suboficial artillero de un escuadrón compuesto por 12 Lancaster, volaba con la misión de lanzar minas al mar de la bahía Kiel en Dinamarca. Ocupaba la torreta ubicada en la parte superior del fuselaje que era clave por su función defensiva. Desde la costa los alemanes los detectaron con las potentes luces que iluminaban la noche y les dispararon con fuego antiaéreo mientras sus aviones caza salían al combate directo. Un Lancaster del grupo fue alcanzado por el fuego enemigo y explotó en el aire. Así eran los bombarderos Lancaster En el avión todo era tensión y adrenalina, los 12 tripulantes esperaban un fatal desenlace. Un avión Junker 88 los alcanzó con su metralla, pero pudieron escapar. Enseguida otro Junker destruyó el motor número uno e inutilizo las torres de artillería, otra embestida terminó anulando el timón de cola y desde su torreta, “el viejo Gauweloose” (así lo llamaban porque era el mayor con 28 años), disparó todas las municiones que tenía, dejando el Junker seriamente dañado que luego de un giro evasivo se alejó para intentar un aterrizaje de emergencia. Enseguida otro Junker alemán intentó colisionarlo por el frente. Pero nuevamente Gauweloose lo neutralizó con su puntería hasta derribarlo. Jorge F. Gauweloose en la torreta del avión El Lancaster maltrecho, voló con tres motores, perdiendo altura. Estaba sin mando porque el piloto se había desmayado, hasta que sus compañeros lo reanimaron antes de que el aparato se estrellara en tierra. Finalmente, lograron aterrizar en una base militar inglesa. El avión había quedado destruido, uno de sus tripulantes murió y hubo varios heridos que lograron sobrevivir. El Lancaster de Gauweloose y todo el pesonal afectado Terminada la Segunda Guerra Mundial, Jorge Felipe regresó a la Argentina para rearmar su vida en una casa en Olivos, a diez cuadras de la de su padre, en la esquina de Acassuso y Rawson. En 1947 el gobierno de Perón, que había comprado aviones Lancaster como rezago de guerra, lo convocó para que entrenara a los nuevos aviadores de la Fuerza Aérea Argentina. En ese mismo año se casó y en 1952 y 1955 nacieron sus dos hijos. Mientras tanto trabajaba en la casa de decoraciones de la familia y el destino hizo que fuera quien terminó cerrándola en la década del 60 porque el negocio y el mercado habían cambiado. Eran los tiempos de post guerra con un boom de consumo y una nueva modernidad. Jorge Felipe con su hijo Gigi cuando éste jugaba para Olivos Rugby Tanto Louis y como su hijo Jorge Felipe Gauweloose fueron condecorados oficialmente por Bélgica. “Quienes vivieron una experiencia limite suelen no hablar del tema, y mi padre no lo hacía. Pero una vez le pregunté por lo que había vivido y solo me respondió que para él la guerra habían sido los aviones alemanes que se dirigían hacia su Lancaster para derribarlo”, concluye Gigi. La noticia de la condecoración a Jorge F. Gauweloose

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