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» Diario Cordoba
Fecha: 01/09/2025 11:01
El turismo está llegando a cada vez más rincones del planeta, incluso los más inaccesibles, pero además lo está haciendo a gran escala. Destinos donde el hombre solo puso el pie por primera vez hace poco tiempo están siendo ahora invadidos por miles de personas. Es el caso de la Antártida, el continente helado que sufre una verdadera invasión turística, con graves daños a su equilibrio natural. Un estudio científico publicado en la revista ‘Nature Sustainability’ pone de manifiesto que el turismo, y también las bases de investigación existentes en la Antártida, están acelerando el deshielo que sufre esta parte del planeta y amenaza sus ecosistemas. El número de personas que visitan la Antártida ha pasado de 8.000 a 124.000 en el corto espacio de treinta años, desde los 90 hasta el año pasado, y la tendencia es creciente. Son datos de la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO), el organismo que canaliza la afluencia de visitantes en esta región. Turistas fotografiando pingüinos en la Antártida / Agencias Un equipo internacional de investigadores de Chile, Alemania y los Países Bajos recorrieron durante cuatro años 2.000 kilómetros de la Antártida para medir sus niveles de contaminación. Descubrieron que en las zonas donde la presencia humana es más intensa, las concentraciones de metales tóxicos como el níquel, el cobre y el plomo son han aumentado diez veces respecto a las de hace cuarenta años. "La creciente presencia humana en la Antártida suscita preocupación por los contaminantes procedentes de la combustión de combustibles fósiles, incluidos los procedentes de barcos, aviones, vehículos e infraestructuras auxiliares", explican los autores de la investigación. Casi medio millón de turistas para 2034 Ahora bien, el problema podría no haber hecho más que empezar. Las previsiones sugieren que esta cifra podría alcanzar los 450.000 turistas en 2034. En la actualidad, alrededor de dos tercios eran pasajeros de buques de expediciones científicas que permiten desembarcar en el continente. Hasta ahora, en la temporada 2024-25, un total de 118.491 turistas han viajado a la región. Más de 80.000 han pisado suelo antártico, y unos 36.000 lo han visto desde la cubierta de algún barco. La llegada de visitantes se está multiplicando en la Antártida / Agencias Si bien la IAATO impone ciertas restricciones en estos viajes, desde limitar los desembarcos en tierra hasta obligar a realizar controles de bioseguridad, la simple navegación de buques por la zona supone un grave problema. Investigaciones anteriores han demostrado que un viaje turístico medio genera 5,44 toneladas de emisiones de CO2 por pasajero. El impacto más preocupante podría venir del carbono negro, el hollín producido por los motores de los barcos, los aviones y los generadores diésel. Esto oscurece la nieve, reduciendo su reflectividad y haciendo que absorba más calor. De este modo, "la nieve se derrite más deprisa en la Antártida debido a la presencia de partículas contaminantes en zonas frecuentadas por turistas", explica Raúl Cordero, coautor del estudio en la Universidad de Groninga (Países Bajos). "Un solo turista puede contribuir a acelerar el deshielo de unas 100 toneladas de nieve", añade en declaraciones recogidas por Euronews Green. Los científicos contaminan más Ese impacto se ve agravado por las expediciones de investigación científica, que dependen de vehículos pesados y campamentos de larga duración. Según el estudio, una sola misión científica puede tener un impacto diez veces mayor que un turista. Base científica española Juan Carlos I / Agencias El Tratado Antártico actualmente en vigor prohíbe el uso de combustibles contaminantes como el fuel pesado. Por ello, muchas empresas turísticas han empezado a introducir barcos eléctricos híbridos. Pero los investigadores afirman que estas medidas no bastan: sólo una transición más rápida a las energías renovables y la reducción del uso de combustibles fósiles permitirán paliar los daños. "Nuestros resultados muestran que queda mucho por hacer para reducir la carga de las actividades humanas en la Antártida", afirman los autores del estudio.
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