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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/08/2025 06:34
Réplica de ‘La Biblia’ de Johannes Gutenberg. (Graylock/SCHROEWIG/picture-alliance) Para los creyentes, la Biblia es un texto sagrado y guía espiritual. Pero su influencia va mucho más allá de la fe: ha marcado la literatura, el arte, la música, el cine y hasta la política. Autores como Dante, Shakespeare, Tolstói o Borges se retomaron en sus obras imágenes y símbolos que provienen directamente de sus páginas. Según estimaciones de la UNESCO, se han impreso más de 5.000 millones de ejemplares, y está traducida, total o parcialmente, a más de 3.500 idiomas y dialectos. Ningún otro texto se acerca a ese nivel de difusión global. Y es que este texto, que narra la historia de los hombres y los propósitos de su Creador, contiene cientos de escenas que nos invitan a reflexionar sobre el por qué de la vida, las relaciones sociales y el destino del hombre. Es por esto que leer la Biblia completa es mucho más que un ejercicio espiritual. Es una experiencia cultural y humana que permite reconocer y comprender nuestras raíces y creencias que se reflejan en nuestras acciones y en nuestras expresiones. A lo largo de sus páginas, podemos encontrar una gran diversidad de géneros literarios: narraciones históricas, poesía, proverbios, parábolas y cartas personales. En cada línea y en cada relato, podemos reconocer todas las aristas de la condición humana y sentirnos identificados en historias de amor, de traición, de justicia, de perdón, de miedos y angustias pero también de esperanza, situaciones y sentimientos sin tiempo. Por eso, incluso para quienes no profesan una religión, leer la Biblia permite entender mejor las distintas culturas, los grandes debates éticos de la humanidad y muchos de los símbolos que siguen vigentes hasta nuestros días. La tablilla de piedra más antigua con los Diez Mandamientos de la Biblia Cómo se conservó hasta hoy Que este libro haya llegado a nuestras manos hoy es, sin dudas, una historia de perseverancia. Durante la Antigüedad, los textos fueron copiados a mano por escribas sobre papiros y pergaminos. En la Edad Media, muchos monjes dedicaron su vida a copiar e ilustrar manuscritos bíblicos. La invención de la imprenta de Gutenberg en el siglo XV permitió multiplicar las copias y asegurar su preservación. El manuscrito bíblico más antiguo que se conserva completo es el Códice Sinaítico, escrito en griego a mediados del siglo IV. Contiene gran parte del Antiguo Testamento y casi todo el Nuevo Testamento. Hoy se encuentra repartido entre la Biblioteca Británica en Londres, el Monasterio de Santa Catalina en el Sinaí (Egipto), la Universidad de Leipzig y la Biblioteca Nacional de Rusia en San Petersburgo. Muchas de sus páginas se pueden consultar digitalmente a través del proyecto Codex Sinaiticus. Thalía compartió una fotografía de una biblia abierta en el salmo 23, pasaje que leyó en memoria de su hermana Ernestina. (thalia / Instagram) Un legado compartido Por cercanía o por tomar distancia de la Biblia, muchos escritores, filósofos, escribieron sobre ella o expusieron sus ideas por contraposición. Sin dudas, se trata del libro más influyente de la historia. Sus páginas han atravesado imperios, guerras, culturas y generaciones, y han dejado huellas en el arte, la lengua, la filosofía, la política y en cada aspecto de nuestra vida cotidiana. Muchas de sus frases son parte de nuestro decir cotidiano y nuestro modo de comprender el mundo. Desde sentencias filosóficas sobre la moral o el sentido de la vida, tales como: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” (Juan 8:7), que invita a la reflexión sobre la necesidad de evitar juzgar a otros; “No hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1:9) , para describir el ciclo de la vida y la historia; “La verdad os hará libres” (Juan 8:32), para poner énfasis en la necesidad de alcanzar el conocimiento. Hasta expresiones que se han vuelto refranes populares como “Dime con quién andas y te diré quién eres”, (inspirada en Proverbios 13:20), para advertir de qué manera la elección de nuestro grupo de pertenencia puede impactar en nuestra reputación, o “Todo esfuerzo tiene su recompensa” (inspirada en Proverbios 14:23), que pone énfasis en el valor del trabajo. Pero no solo la literatura, la lengua o la filosofía toman la Biblia como referencia. También encontramos su huella en la organización social y jurídica de las sociedades modernas. Por ejemplo, los Diez Mandamientos sentaron principios que aún se reflejan en sistemas legales y derechos humanos de todos los países del mundo. En todas sus páginas se promueve la protección de los más débiles y la igualdad ante la ley, lo que inspiró las constituciones modernas. También habla de la organización social y sus instituciones. Vigencia en la era digital Lejos de ser un libro antiguo relegado en anaqueles de bibliotecas, la Biblia se reinventó en formatos digitales. Existen aplicaciones gratuitas, versiones en audiolibro y lecturas interactivas. Según la Sociedad Bíblica Internacional, cada segundo se descargan tres ejemplares digitales en distintos idiomas alrededor del mundo. En septiembre (el cuarto domingo en Argentina) se celebra su día, en conmemoración de la traducción al español, realizada por Reina y Valera, en 1959. Ya sea en papel, en una edición comentada, en audiolibro o en formato digital, abrir sus páginas es abrir también la puerta a preguntas profundas: quiénes somos, qué valoramos como sociedad y qué legado queremos dejar. Por todo esto, leer la Biblia completa, al menos una vez en la vida, no es solo un viaje espiritual: es un viaje cultural, literario y humano que nos conecta con las raíces de nuestra propia historia. (*) Silvana Cataldo es especialista en innovación educativa y Líder pedagógica del Programa ¡A leer en vivo! de Ticmas.
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